El aire estaba impregnado de un sabor a incertidumbre mientras Laura, Clara y David se dirigían a la plaza del pueblo, un lugar donde solían pasar horas de risas y juegos durante su infancia. Sin embargo, hoy el ambiente era distinto; las risas se habían transformado en murmullos y las miradas, en susurros. El eco de la desaparición de María seguía resonando, y el peso de sus secretos parecía cubrir cada rincón.
— ¿A quién deberíamos hablar primero? —preguntó David, rompiendo el silencio que los rodeaba. Su rostro estaba serio, reflejando la gravedad de la situación.
Clara se detuvo un momento para pensar. — María mencionó en sus notas a algunas personas que podrían haber sido testigos de las desapariciones. Deberíamos empezar por los más cercanos a ella, a aquellos que solían estar en su círculo.
Laura asintió, su mente trabajando rápidamente. — Podríamos ir a ver a Sandra, la madre de María. Ella debe saber más sobre lo que estaba pasando antes de su desaparición.
Mientras se dirigían hacia la casa de Sandra, el cielo comenzó a oscurecerse, como si presagiara la tormenta que se avecinaba, tanto en el clima como en su búsqueda de la verdad. Cuando llegaron a la casa, el silencio era abrumador. La puerta estaba entreabierta, lo que les daba una sensación de que Isabel estaba esperando su llegada.
Laura llamó suavemente. — ¿Sandra? ¿Estás ahí?
Al instante, la figura de Sandra apareció en el umbral, su rostro pálido y lleno de preocupación. — Hola, chicos, —dijo, su voz temblando ligeramente—. ¿Vienen a hablar sobre María?
— Sí, —respondió David, tratando de sonar firme—. Necesitamos saber lo que sabes. Estamos investigando lo que le sucedió.
Sandra los invitó a pasar. En la sala de estar, Laura, Clara y David estaban rodeados de recuerdos de María. Era el momento de revelar lo que había permanecido oculto.
— María estaba investigando las desapariciones en el pueblo —dijo Clara, mientras hojeaba el diario. Las páginas estaban llenas de notas y referencias a casos no resueltos—. Ella sospechaba que había una conexión entre todas.
David se inclinó hacia adelante, interesado. — ¿Qué tipo de conexiones?
— Las desapariciones no eran al azar. María descubrió que muchas de las víctimas tenían algo en común: habían cuestionado el poder de algunos hombres influyentes en este pueblo —respondió Sandra, su voz llena de tristeza.
Laura tomó el diario y leyó en voz alta: “He encontrado vínculos entre varias desapariciones y ciertos individuos de nuestra comunidad. Hay un patrón que parece apuntar a una red de encubrimiento.”
La tensión en el aire era palpable. Sabían que estaban pisando un terreno peligroso, pero la determinación de encontrar la verdad por María era más fuerte que su miedo.
— ¿Dónde podemos encontrar más información? —preguntó Laura, buscando respuestas en los ojos de Sandra.
Sandra suspiró. — María mencionó en su diario a un grupo de personas que podrían saber más. Quizás deberíamos hablar con ellas.