The Role Play-El juego del anfitrión

Capítulo 9

Al día siguiente, nos volvimos a reunir en el comedor, como era nuestra costumbre, pero esta vez Peter parecía diferente, triste. Nos sentamos alrededor de la mesa con nuestras bandejas llenas de comida y, sin dudarlo, le pregunté:

—¿Pasa algo, Peter? Pareces deprimido.

Él dio un profundo suspiro y respondió:

—Me castigaron. No podré reunirme con vosotros después de clases.

—¿Qué? ¿Por qué? —dijo Toby, sorprendido.

—Ayer, Jeff llamó a mis padres y les contó que nos dio una batería para nuestro "proyecto de tecnología" y que le había prometido dinero a cambio. Dijo que cuando devolvimos la batería, nos inventamos una "tontería" para no pagarlo y que después de eso nos escapamos.

—¡Ese maldito Jeff! —gritó Tobias, dando un fuerte golpe a la mesa.

—Cálmate, Toby. Quién sabe, posiblemente Jeff no mintió y eso fue lo que sucedió ayer —se precipitó a decir Lorry para calmarlo, ya que todo el mundo nos estaba observando.

—Sí, es posible que tengas razón —afirmó Catherine.

—De todas maneras, eso no cambia nada. Peter sigue castigado.

—¿No intentaste explicarle a tu madre lo que ocurrió? —le preguntó Catherine a Peter.

—Sí, lo intenté, pero ella dijo que solo inventaba excusas para no ser castigado.

—Será mejor que vayamos a clases si no queremos llegar tarde —nos recordó Catherine.

—Sí —dijo Peter con un tono deprimido.

De camino a clase, vi a Kenny apoyado contra la pared, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo, pensativo. La venda en su nariz me recordó el golpe que le había dado antes de ayer. Una punzada de culpa me recorrió el pecho; sabía que le debía una disculpa. Así que respiré hondo y me acerqué.

—Kenny... quería disculparme por haberte golpeado en la nariz —dije, tratando de sostenerle la mirada. Tomé aire antes de continuar—. No fue mi intención hacerte daño.

Kenny levantó la vista, sorprendido al principio, pero enseguida su expresión se suavizó.

—¿Estás bien tú? —preguntó con tono sincero—. Quiero decir... mi nariz sobrevivirá, he pasado por cosas peores. Pero tú... te veías muy alterada. Eso es lo que me preocupa.

—Estoy bien, pero tú eres el que recibió el golpe. ¿Te duele mucho la nariz?

Kenny sonrió con ese aire despreocupado que tanto lo caracterizaba.

—Ahí vamos, no te preocupes. Estoy bien. Además, no es la primera vez que me rompen la nariz.

Hizo una pausa y me sostuvo la mirada con calidez.

—En serio, Miranda, no tienes que preocuparte por mí. Me importa más cómo estás tú.

Sus palabras me sacaron una pequeña sonrisa.

—Gracias, Kenny.

La sonrisa de él se volvió traviesa.

—Aunque... si quieres compensarme, acepto sobornos. Chocolate, por ejemplo. No soy exigente.

Rodé los ojos, pero no pude evitar que se me escapara una risa.

—No pienses en aprovecharte de mí. Dijiste que tu nariz está bien, ¿no? Pues, adiós.

Kenny se echó a reír mientras yo me alejaba, sintiéndome, por fin, un poco más liviana.
Sin embargo, mientras me alejaba, algo dentro de mí no terminaba de calmarse. Sentía una calidez inexplicable en el pecho, como si su preocupación sincera hubiera dejado una huella más profunda de lo que quería admitir. No era solo alivio por haber aclarado las cosas... era algo más. Algo que no entendía del todo, pero que me hacía querer volver la vista atrás, solo para verlo sonreír otra vez. Sacudí la cabeza, intentando quitarme esa sensación extraña. "No", me dije, "seguro que solo es culpa". Pero, en el fondo, no estaba tan segura.

Más adelante, me encontré con mis amigos reunidos. Toby, visiblemente alterado, estaba contándoles que había visto a Jeffery, quien le había dirigido una risa maléfica justo antes de desaparecer. Estaban discutiendo sobre la detención que habíamos logrado saltarnos.

—Te juro que ese psicópata lo hizo a propósito —gritó Tobias, enfadado.

De repente, la voz del director resonó por los altavoces, interrumpiendo la conversación:

—Tobias, Miranda y Billy, preséntense de inmediato en la oficina del director. Repito: Tobias, Miranda y Billy, presentarse urgentemente en la oficina del director.

La voz se desvaneció, dejándonos un silencio tenso. Los tres nos miramos, asombrados, como si intentáramos adivinar qué tan grave era la situación.

—¡Mierda! —gritamos al unísono.

—Buena suerte —nos deseó Lorry mientras se alejaba rápidamente para no llegar tarde.

Intentamos buscar una excusa convincente durante el camino, pero nada. ¿Qué podíamos inventar?

Al llegar, la puerta estaba entreabierta. Toqué y entramos uno detrás del otro. Se podía ver la furia en la cara del director, pero Jeffery parecía estar en las nubes.

—Mire, señor, podemos explicarlo —dijo Billy, mirando al director con calma, aunque su voz temblaba ligeramente de la tensión acumulada entre nosotros.

—No quiero escuchar nada, jovencito. Lo que sé es suficiente. Infringieron las normas y no se presentaron a sus castigos. Eso es imperdonable. Yo y Jeffery decidimos sumar una hora a vuestro castigo. En lugar de tres horas, tendrán cuatro horas de detención.

—¡Qué barbaridad! —exclamó Billy—. Sabe usted quién es mi padre. Hace parte del FBI y estoy seguro de que nos está vigilando en este momento y que no está para nada de acuerdo con este castigo injusto.

—¡Silencio! —gritó el director.

—¿Qué? ¿Ya no tenemos el derecho de expresarnos? ¿Dónde está la libertad de expresión?

—¿Qué piensa, que si nos encierra en una habitación vamos a arrepentirnos de nuestros actos? ¡Esta es la justicia en su colegio, castigar al bueno y no a los malos! Ya entiendo, ¡es porque Kenny es el capitán del equipo de rugby y no lo castiga! —dijo Tobias siguiendo el rollo.

—¡Suficiente! ¿Qué es esta falta de respeto? ¿Acaso no recibieron educación? Tendrán cinco horas de detención y no quiero escuchar ni una palabra más.

—Mire, señor, seamos sinceros—dice Billy intentando calmarse—. Usted y nosotros tuvimos un largo día y estamos agotados...



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En el texto hay: misterio, manipulacion, juegos psicologicos

Editado: 29.05.2025

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