The Sacred Orb

Capítulo 11 - Más allá del impulso

El cuarto estaba envuelto en penumbra, iluminado apenas por una vela solitaria. La llama bailaba con timidez, proyectando sombras que parecían moverse solas por las paredes de piedra. Afuera, el viento nocturno rozaba las ventanas como si quisiera colarse a escuchar.

Blair estaba sentada en el borde de la cama, con el cabello blanco cayéndole como una cortina sobre los hombros. Sus manos cubrían su rostro. El temblor de sus hombros bastaba para entender lo que sentía.

Asori permaneció de pie unos segundos en el umbral antes de querer salir de la habitación pero recordó lo que le dijo Maese Corbin, y sosteniendo el pan con miel como si sujetaran algo demasiado frágil intento de nuevo acercarse a aquella persona que sin darse cuenta ya era especial para si mismo.

Respiró hondo, cerró la puerta detrás de él y dio un paso. El suelo crujió suavemente.

—Blair... —su voz fue baja, insegura.

Ella no respondió. Sus hombros solo se sacudieron con un sollozo ahogado.

Asori se acercó un poco más.
—Traje pan... —dijo torpemente, levantando el envoltorio e intentando de nuevo—. Pensé que...

De pronto, Blair levantó la cabeza. Sus ojos rojos estaban inundados de lágrimas. La mirada que le lanzó atravesó a Asori más que cualquier espada.

—¿Por qué? —preguntó con un hilo de voz quebrada—. ¿Por qué me hablaste así en la cena?

Asori tragó saliva.
—Yo no...

—¡No entiendes! —gritó Blair, poniéndose de pie de golpe—. ¡No entiendes lo que cuesta confiar en alguien!

Se apartó de la cama, dando un paso hacia él, el rostro rojo de rabia y tristeza.

—¿Sabes qué recuerdo de mis padres? —su voz tembló, pero no se detuvo—. Solo los vi muertos. En la biblioteca. El suelo manchado de sangre, los libros caídos... y yo, sola, de pie, sin entender por qué yo sobreviví y ellos no.

Asori bajó la cabeza. El dolor de Blair se filtraba en su propio pecho a través del Sweet Kiss; era como si lo hubiera vivido él mismo.

—Desde entonces —continuó ella, con lágrimas cayendo en cascada—, todos esperan que sea fuerte, que sonría, que actúe como princesa... aunque medio mundo crea que estoy muerta, aunque digan que mi tía me adoptó como una sombra. ¡Siempre esperando algo de mí!

Se tapó el rostro con ambas manos, sollozando.

—Y aun así, confié en ti, Asori. Me atreví a bromear, a hablar, a traerte pan, a molestarte... porque pensé que podías ser alguien diferente. Pero hoy... me empujaste lejos. Sentí que me dijiste que no valía la pena.

Asori apretó el envoltorio del pan hasta casi aplastarlo.

—No fue eso...

—¡Sí lo fue! —gritó Blair, con lágrimas corriendo—. Tal vez presioné demasiado. Pero tú... tú fuiste egoísta.

El corazón de Asori se encendió con una rabia que no era contra Blair, sino contra sí mismo.
—¡¿Y qué esperabas de mí?! —explotó, dando un paso adelante—. ¿Qué llegara a un palacio lleno de oro y sonrisas falsas y de repente supiera qué hacer?

Blair lo miró, sorprendida por el tono.

—Yo no encajo aquí —continuó Asori, la voz temblando de frustración—. Nunca me sentí parte de nada. Y cuando me miraste en esa mesa, con todos esos ojos juzgándome, solo quise salir corriendo. ¿Eso es egoísmo? Tal vez sí. Pero es lo único que sé hacer: sobrevivir.

Blair lo observó en silencio, las lágrimas corriendo aún.

—No quiero ser cruel contigo, Blair —añadió, bajando un poco la voz—. Pero yo... no sé cómo aceptar ayuda.

Blair apretó los labios, temblando.

—Entonces aprende —dijo, casi en un susurro—. Porque yo... yo no soporto volver a confiar en alguien solo para que me deje caer.

El Sweet Kiss ardió con fuerza, como si sus emociones estuvieran atadas en un mismo nudo. Blair se llevó las manos al pecho, jadeando.

—Siento tu rabia. Tu miedo. Tu desprecio por todo. ¡Y duele! —gritó—. ¡Me lastima porque lo llevo dentro!

Asori dio un paso, sorprendido.
—Blair...

—¡Y sí! ¡Me arrepiento de haberte besado! —soltó, con rabia y lágrimas a la vez—. Por un instante lo hice. Pero... algo me impulsó a hacerlo. No sé si fue destino, miedo o simple desesperación. Solo sé que tenía que salvarte. Y lo hice.

Se dejó caer de rodillas, cubriéndose el rostro. Asori la miró, el corazón latiendo con fuerza.

Se arrodilló frente a ella.

—Yo también tengo algo que nunca dije.

Blair levantó la cabeza, los ojos rojos brillando.

—Cuando era niño... mis padres llegaron heridos a casa. Sangraban. Apenas podían hablar. Yo corrí al pueblo, pedí ayuda, grité hasta desgarrarme la garganta. Nadie vino.

El silencio cayó pesado. Blair abrió la boca, incapaz de hablar.

—Los vi morir en la puerta de mi casa. —Asori apretó los puños, los ojos oscuros brillando de dolor—. Ese día entendí que pedir ayuda era inútil. Y juré no volver a hacerlo.

Blair sollozó, con lágrimas cayendo otra vez.

—Por eso soy así —continuó Asori—. Porque si nadie me ayudó entonces... ¿por qué debería yo ayudar a alguien ahora?

Un sollozo escapó de Blair, pero lo miró con más ternura que rabia.

—Pero tú... —Asori bajó la voz—. Tú me salvaste. Y eso cambió algo, aunque aún no sepa qué es.

El envoltorio cayó al suelo. Un poco de miel se derramó. Blair dio un paso atrás y resbaló.

—¡Ah!

Asori la atrapó en el aire. Ambos cayeron juntos sobre la alfombra. Sus rostros quedaron a centímetros, los labios casi rozándose.

El corazón de ambos latía tan fuerte que parecía retumbar en la habitación, ambos podían sentir la respiración del otro, era como si el mundo se hubiera detenido solo para ese momento intimo entre ambos. Blair miraba los labios de Asori y este también no pudo evitar clavar su mirada en aquellos labios tan delicados y suaves que tenia aquella princesa.

Blair cerró los ojos un instante, como si esperara que ese momento acabase inevitablemente en un beso entre ambos. Asori, temblando, se inclinó un poco más... pero se detuvo.



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 19.09.2025

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