Capítulo 13 - El primer paso hacia afuera

El sol de la mañana se derramaba sobre los muros del ala este. El patio resonaba con el eco de jadeos y palmadas contra el suelo.

Asori estaba en el piso, sudado hasta la última fibra, haciendo flexiones rápidas. Había empezado hace semanas incapaz de completar más de veinte; ahora el cuerpo le pedía más, como si los músculos supieran un secreto que él apenas intuía.

Se giró y comenzó abdominales, contando en voz baja. El sudor le corría por la frente, resbalando hasta el cuello. Terminó con una serie de sentadillas, los brazos en cruz, mientras el aire fresco de la mañana le cortaba las mejillas.

Eryndor, sentado sobre un tronco, lo observaba con calma, la vara de bambú apoyada en sus rodillas.

—Eres más fuerte que el chico que llegó aquí tambaleando hace semanas —dijo el sabio, con esa voz que parecía viento que acaricia y empuja a la vez.

Asori se dejó caer de espaldas en la hierba, jadeando.
—No me siento fuerte.

Eryndor sonrió apenas.
—Porque comparas con lo que quieres ser, no con lo que fuiste. Varios secuaces de bajo rango podrían hacerte frente todavía... pero antes de venir aquí, uno solo te habría derrotado. Ya es un progreso.

Asori miró el cielo, sonriendo a medias.

—¡Buenos días! —la voz clara de Blair llenó el patio.

Apareció con una bandeja de desayuno entre las manos: pan recién horneado, frutas cortadas y dos jarros de jugo de manzana. Llevaba la capa ligera, el cabello con una cola de caballo, y la joya-flor brillando débil bajo el sol.

—¿Acaso el viento también trae sirvientas ahora? —bromeó Asori desde el suelo.

—No sirvienta —replicó Blair, con media sonrisa—. Princesa, Princesa canosa, si prefieres.

Asori se sentó, riendo por lo bajo.
—Me suena.

Comieron los tres juntos en el borde del estanque. Blair relató lo aburrido que resultaban las mañanas cuando Tifa estaba ocupada con papeles, y Asori se quejó del entrenamiento como quien se queja de un hermano mayor. Eryndor escuchaba en silencio, con una paz que parecía disfrutar de los simples ruidos de cubiertos y risas.

Cuando terminaron, Eryndor dejó la vara en el suelo.

—Hoy quiero algo distinto. —Su mirada se fijó en Blair—. Un combate de práctica.

Blair parpadeó, sorprendida.
—¿Con Asori? No quiero... lastimarlo.

—Por eso mismo —dijo el sabio—. No te contengas. Solo no te transformes.

—¿Estás seguro? —insistió ella.

—Muy seguro. Si el muchacho no tiene algún combate "real", no servirá de nada allá afuera. Y si tú no peleas en serio, no será enseñanza, será caridad.

Blair apretó los labios, luego suspiró y se levantó.
—Está bien.

Eryndor miró a Asori.
—Estado base. Nada de transformación, lucha como entrenas y podrás moverte libre en el campo de batalla.

Asori tragó saliva, pero se puso de pie.
—Entendido.

Se pusieron frente a frente en el patio. El aire estaba expectante.

Blair fue la primera en moverse. Rápida, elegante, con pasos firmes que parecían de danza. Lanzó un golpe con el dorso de la mano, suave pero preciso. Asori lo esquivó por puro reflejo.

—Nada mal —dijo ella.

Él no respondió ya que estaba demasiado concentrado en esquivar empleando todo lo que había aprendido en los momentos que entrenaba junto a Eryndor.

Blair intensificó el ritmo: patadas giratorias, fintas, golpes en ángulo. El aire chisporroteaba con el calor de su aura contenida y del poder del Orbe de fuego que estaba en su interior . Asori retrocedía, rodaba por el suelo y levantaba los brazos para cubrirse de forma poco eficaz de los ataques de Blair quien parecía una llama que vibra con intensidad en la oscuridad.

El choque era desigual, Blair se movía con la gracia de alguien que había entrenado toda la vida; Asori, con la torpeza de quien recién aprende a caminar sobre una cuerda floja. Aun así, esquivó más de lo que hubiera creído posible semanas atrás.

Eryndor observaba con los brazos cruzados, satisfecho de ver y sentir que aquellas semanas de entrenamientos estaban dando frutos.

En un momento, Blair lanzó una barrida baja. Asori intentó saltar, tropezó con una roca y... terminó cayendo encima de ella.

El patio quedó en silencio. Sus rostros quedaron muy cerca, tanto que el mechón blanco de Blair rozó la mejilla de Asori y en la mente de ambos volvió aquel momento en la habitación de Blair donde ellos tuvieron un momento muy intimido donde estuvieron a punto de besarse.

Eryndor carraspeó.
—Si van a pelear, peleen. Si van a besarse, avisen.

Blair se apartó de un salto, roja como fuego. Asori se levantó, rascándose la nuca.

—Fue... estrategia —dijo, muerto de vergüenza.

—Claro —ironizó Blair.

—Ya es suficiente por hoy —intervino Eryndor, divertido—. Vayan con Tifa. Es hora de mostrarle los avances del entrenamiento para que demos el siguiente paso.

Asori y Blair atravesaron los pasillos hasta la sala del trono, donde Tifa los esperaba, rodeada de mapas y documentos. La reina levantó la vista al verlos.

—¿Resultados? —preguntó con severidad.

Blair dio un paso adelante.
—Asori ya puede transformarse a voluntad.

Los ojos de Tifa se afilaron, intrigados.
—¿Es cierto?

Asori sonrió, con un toque de orgullo.
—Sí. Y me siento mucho más fuerte.

—Muéstrame tu transformación y expulsa todo el poder que tengas, así podre ver tu limite —ordenó Tifa.

Eryndor levantó un campo de fuerza, una cúpula transparente que vibraba con energía.
—Así Zeknier no podrá sentirlo —explicó.

Asori se sorprendió ya que previamente se había transformado, entonces Eryndor le explico que cada que Asori se transformaba el ya levantaba ese campo de fuerza usando su Astral. Eryndor no iba a permitir que algo tan imprudente haga levantar sospechas y se adelanto a ello.

Asori cerró los ojos, respiró profundo y gritó. Su cuerpo brilló, y la transformación lo cubrió: cabello más alborotado, ojos azules, camisa blanca con ribetes azules, pantalón negro holgado, guantes y botas firmes. El aura blanca lo envolvió y esta era impresionante como si ejerciera una gran presión en el lugar.