La cocina del castillo de Azoth bullía con el olor a pan recién horneado y huevos revueltos chisporroteando sobre una sartén de hierro. El Maese Corbin, el cocinero real, parpadeaba incrédulo al ver a la mismísima Princesa Blair sentada en una mesa de madera humilde, mordiendo un trozo de pan con miel.
—Jamás pensé ver esto... —murmuró el viejo cocinero, sacudiendo la cabeza—. La princesa, comiendo en mi cocina como una plebeya más.
Blair sonrió, divertida.
—La comida sabe mejor aquí que en el salón real, Maese Corbin.
A su lado, Asori devoraba el desayuno con entusiasmo inusitado. Por primera vez en días, parecía tranquilo, incluso alegre.
—¡Maese Corbin su comida es la mejor! —Dijo Asori mientras disfrutaba de una comida hecha por un verdadero chef.
De reojo, la imagen de Blair dormida abrazándolo como un peluche y respirándole en el cuello le vino a la mente. Una chispa de calor recorrió su pecho, y sin querer sonrió mientras tenía una cara de nostalgia.
El Sweet Kiss transmitió ese pensamiento. Blair, que justo mordía otro trozo de pan, se sonrojó de inmediato.
—¡I-idiota! ¡Deja de pensar esas cosas! —bufó, golpeando la mesa.
—¿Eh? ¿Qué cosa? —preguntó Asori, confundido, con la boca llena.
Antes de que la tensión subiera más, una carcajada suave interrumpió. Mikan se dejó caer en la mesa con un plato en la mano, poniéndose demasiado cerca de Asori.
—Miren qué tiernos... los "novios" desayunando juntos. —Apoyó la barbilla en la palma y sonrió de forma maliciosa—. ¿Se van a dar un beso antes del postre?
Blair se levantó de golpe, roja.
—¡Y a ti que te importa! Aparte nosotros no somos...—Blair se sonrojo y desvió la mirada.
—Ajá, claro... —replicó Mikan, divertida, picando la comida del plato de Asori como si fuera suyo.
Asori suspiró, resignado, mientras seguía comiendo.
Un estrépito sacudió el castillo. Vajillas cayeron, las lámparas tintinearon y hasta los guardias corrieron hacia el patio central.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Asori, poniéndose de pie.
Un aura de electricidad recorría los pasillos, tan densa que hasta Mikan se estremeció.
—Ese poder... —susurró Blair, con los ojos abiertos—. Jason.
Corrió hacia el patio, con el corazón latiendo con fuerza. Asori y Mikan la siguieron.
En medio del patio de mármol, rodeado de soldados y sirvientes asustados, estaba Jason Lokix, su cabello erizado por la electricidad, los ojos fríos como acero. Su simple presencia aplastaba el aire.
Blair corrió hacia él, sonriendo.
—¡Jason! ¡Al fin volviste!
Él la miró apenas, inclinando la cabeza. No respondió con el calor de antes. Sus ojos se posaron en ella... y luego en Asori. Allí, entre ambos, notó algo invisible gracias a uno de sus ojos que en su pupila tenía forma de media luna: la cuerda de energía astral que unía sus almas.
Blair se quedó rígida.
—¿Jason...?
Asori lo observaba a la distancia, aun masticando el último bocado de pan. El aura que emanaba Jason era abrumadora, como una tormenta lista para arrasar a cualquiera que estuviese en su camino.
—Así que este era... el candidato al Sweet Kiss —pensó Asori, tragando saliva—. El arma secreta contra Zeknier al cuál Blair iba a besar...
Jason caminó directo hacia Asori, ignorando a Blair y Mikan. Su voz era cortante, helada.
—¿Qué clase de relación tienes con Blair?
Asori frunció el ceño.
—Eso no es asunto tuyo, aparte suenas como alguien muy egocéntrico.
—Superior diría yo. —Respondió Jason con una mirada de orgullo
—Pues deberías considerar bajar el tono de voz. —Dijo Asori mirándolo fijamente.
—Que tan bajo quieres el tono, para dejarlo a tu nivel. — Dijo Jason con voz amenazante.
El aire se cargó de electricidad. Blair trató de interponerse.
—¡Jason, basta! Esto ya no es asunto tuyo...Pasaron cosas y pues...
Pero era inútil. Jason ya no era el mismo. Su mirada carecía de emoción, como si la humanidad se hubiera borrado.
—Pelea conmigo —dijo, serio—. Ahora.
Asori se levantó, sin dudar. Un aura blanca estalló a su alrededor: se transformó de inmediato, dejando a Jason momentáneamente sorprendido.
La pelea se trasladó al estanque del castillo, rodeado de piedras y árboles que temblaban por la tensión.
Eryndor apareció, alzando la voz.
—Yo seré el juez. Peleen, pero no crucen la línea de la insensatez.
La pelea comenzó, Asori cargó con toda su fuerza, lanzando ráfagas de viento y embestidas desesperadas. Pero Jason era un rayo: esquivaba cada golpe con velocidad cegadora.
Blair observaba, con el corazón encogido. Jason era distinto: más fuerte, más rápido, más frío.
Asori rugió, liberando toda su rabia, toda la impotencia acumulada desde Lira. Pero Jason lo esquivó sin esfuerzo y, con una sola patada, lo lanzó contra el suelo, arrancándole la transformación.
Asori quedó jadeando, derrotado.
Blair corrió hacia él, ayudándolo a levantarse. Jason los miraba desde arriba, como un juez implacable.
—¿Este es el portador del Orbe del Aire? —espetó—. Patético. Blair... desperdiciaste el Sweet Kiss en alguien como él. Va a morir antes que todos. No podrá proteger a nadie y mucho menos a ti.
Dio un paso más, su aura eléctrica crepitando. Blair apretó los dientes, a punto de transformarse ya que el comentario de Jason la hizo enfadar de verdad.
Pero Eryndor se interpuso, alzando la mano.
—Basta, Jason. Has demostrado tu fuerza. No dejaré que dañes más a mi pupilo.
Jason lo miró fijamente, luego apartó la vista.
—Tengo que hablar con Tifa. El Rey de Donner me envió mensajes sobre la guerra.
Se alejó, dejando tras de sí un silencio tenso.
Mikan se acercó a ayudar a Blair a levantar a Asori.
—Se contuvo —dijo, seria—. Ese tipo es un monstruo.
Asori, con la cara contraída por la rabia y la vergüenza, se obligó a ponerse en pie.
—No importa... —jadeó—. Esto no ha terminado. La próxima vez que lo enfrente... se las devolveré todas y hare que se retracte por lo último que dijo.
Editado: 19.09.2025