The Sacred Orb

Capítulo 28 - Quiero besarte

La brisa de la tarde acariciaba los muros del castillo de Azoth, llevando consigo el olor a piedra húmeda y pan recién horneado desde la cocina. Las banderas, altas como juramentos, flameaban con un crujir suave. En uno de los pasillos donde la luz se filtraba en láminas doradas, Asori y Blair estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban. Los labios a un suspiro de distancia.

Blair bajó la mirada y retrocedió apenas, con las mejillas encendidas.
—Asori... ¿De verdad quieres besarme?

El chico tragó saliva, sin apartar los ojos.
—Sí. Necesito energías para el entrenamiento. No quiero perder tiempo.

Blair parpadeó, confundida, el corazón golpeando como si quisiese salir de su pecho.
—¿Seguro que es solo por eso? No tengo problema si es para ayudarte, pero...

—Bueno... —Asori rascó la nuca, buscando palabras—. Aunque no lo dije antes, muchas veces pensé en el beso que me diste aquel día. Sé que fue por desesperación, para salvarme la vida... y también aquella vez en la cueva cuando me usaste de... escudo humano. —Esbozó una sonrisa nerviosa—. Pero aun así me pregunté cómo sería... besar a alguien.

Blair se quedó callada, sorprendida por la honestidad tonta y transparente de Asori.
—¿Entonces... ese también fue tu primer beso?

Asori se puso rígido.
—Pues... vivía solo. Nunca conocí a nadie tan linda... digo, ninguna chica... bueno, ya sabes.

Blair estalló en risas, con el rostro encendido.
—¡Eres un idiota! Para tener diecisiete, no eres muy directo que digamos.

—¡Tú tienes la misma edad! —replicó él, rojo—. ¿Y no te importa que tu primer beso haya sido con un desconocido?

Blair se cruzó de brazos, con una sonrisa juguetona que dejaba asomar un hoyuelo.
—Ni lo pensé dos veces. Tenía que hacerlo. Y deberías estar agradecido. No cualquiera tiene la suerte de que yo lo bese.

—Entonces no cuenta como primer beso —murmuró Asori, cruzando también los brazos, intentando parecer serio—. El primero debe ser con alguien a quien de verdad le gustes mucho. O al menos eso decía mi madre.

La burla de Blair se suavizó en ternura.
—Tienes razón... Entonces, si nos besamos ahora... ¿Contaría como el primero?

El estómago de Asori dio un giro completo.
—Entiendo si no soy tu tipo y solo lo haces por el entrenamiento.

Blair frunció el ceño, dando un paso hacia él.
—Yo nunca dije que no me gustaras, Asori. Por supuesto que...

El chico se quedó helado. Sus ojos bajaron a los labios de Blair; ella cerró los suyos, nerviosa, mientras él se inclinaba lentamente. La luz del atardecer bañó sus perfiles. El Sweet Kiss vibró, un zumbido leve en el pecho de ambos, como si el destino contuviera el aliento.

—Blair, entonces tú...

—¡Vaya conversación más ridícula para llegar a un beso! —se carcajeó Mikan, recostada en un pilar a unos metros, brazos detrás de la cabeza.

Tifa, a su lado, sonrió con un brillo cómplice.
—Estos dos no tienen remedio. Dan tantas vueltas que parece una declaración. Si lo van a hacer, háganlo de una vez.

Asori y Blair se apartaron como si el suelo ardiera, casi tropezando con sus propias botas. Huyeron hacia la salida del pasillo con los rostros encendidos. Cruzaron el umbral que daba a los patios, donde el aire frío los golpeó como un balde de agua.

Ya frente a la puerta del castillo, terminaron soltando una risa nerviosa.
—Me iré una semana a entrenar —dijo Asori, colgándose la mochila con correas gastadas—. ¿Puedes guardarme pan para cuando regrese?

Blair lo miró con un dejo de melancolía que no supo ocultar.
—Si te pasa algo, iré por ti.

Asori sonrió de lado, como siempre que se hacía el valiente.
—No necesito que una princesa canosa me esté cuidando siempre.

Entonces tomó su mano. Fue un gesto sencillo, pero firme. La miró a los ojos, sin parpadear.
—Me haré fuerte. No dejaré que nadie derrame sangre mientras yo esté presente. Cumpliré mi promesa contigo. Y... acabaré con esta guerra, o al menos lo intentaré.

El corazón de Blair dio un vuelco. Nunca lo había visto tan serio. Esa determinación encendió algo profundo, un calor que no venía de la vergüenza, sino de orgullo y... algo más.

Asori se dio la vuelta, dispuesto a salir. Pero Blair, sin pensarlo, lo tomó de la mano, lo giró hacia ella... y lo besó.

El mundo desapareció.

El Sweet Kiss brilló, primero como un susurro, luego como una llama envolvente. Una calidez indescriptible les recorrió el cuerpo. Por un instante, ambos sintieron el mismo latido, la misma respiración, el mismo miedo y el mismo valor. Asori, aturdido por la corriente súbita de energía, notó cómo el cansancio se le despegaba del cuerpo, cómo el dolor en los músculos quedaba atrás, como si hubiera dormido una noche entera en un segundo.

Se separaron apenas, respirando agitados. Los ojos de ambos temblaban con un brillo húmedo.
—Es para que entrenes mejor —susurró Blair, todavía cerca—. Y ni se te ocurra morir antes de volver.

Asori asintió con una sonrisa tímida, la voz hecha un hilo.
—Haré... lo mejor que pueda.

Blair lo miró de reojo, con las mejillas encendidas.
—Si regresas cansado... tal vez tenga otra recompensa de logística para ti.

El silencio que siguió les pesó en la lengua: ninguno se atrevía a mirarse directo otra vez. Fue entonces cuando una voz se plantó entre ambos:

—¿Ya terminaron de coquetear? —Eryndor apareció con los brazos cruzados y una ceja en alto—. Es hora de irnos, muchacho. Estamos a menos de un mes para que comience el torneo.

—¡¿Usted también?! —Blair casi se ocultó tras la espalda de Asori.

Asori lo miró incrédulo.
—¿Maestro... va a venir conmigo?

—Por supuesto —replicó el sabio, como si hablara del clima—. No dejaré que los Megalos te devoren. La princesa no me lo perdonaría.

Asori suspiró aliviado... hasta que Eryndor añadió con calma quirúrgica:
—Y, por cierto, no eran Megalos de clase F los que te ibas a encontrar. Son de clase C... incluso B.



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 19.09.2025

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