The Sacred Orb

Capítulo 43 — La Sombra y el Coloso

La posada estaba más silenciosa que nunca. El murmullo de la gente afuera, celebrando la jornada pasada del torneo, apenas llegaba a la habitación donde el grupo descansaba. Asori, sentado en el borde de la cama, mantenía los codos sobre las rodillas y las manos entrelazadas, temblando imperceptiblemente. Blair lo observaba desde un rincón, preocupada, mientras Mikan hacía girar una daga entre los dedos como si aquello fuera un simple juego de taberna.

—No puedo dejar de pensar en ese caballero —dijo Asori al fin, rompiendo el silencio—. Su presencia… es como si mi cuerpo recordara morir otra vez.

Mikan silbó, bajando la daga.
—Eso no es normal, eh. Si hasta Blair con el Sweet Kiss no logra percibir del todo quien es ese tipo, es porque hay algo muy raro.

Mikrom, sentado con los brazos cruzados, soltó una carcajada seca.
—Pues no te preocupes más, hermano. Yo lo voy a hacer añicos.

Asori levantó la mirada. Quiso sonreír, confiar en esa seguridad de Mikrom que tantas veces los había sacado de apuros. Pero por dentro sabía que había algo distinto, algo que no cuadraba. El miedo no era lógico.

Blair posó suavemente una mano sobre el hombro de Asori, como si quisiera anclarlo al presente.
—Confía en él —susurró—. Mikrom no cae fácil.

Asori asintió, aunque el nudo en el estómago no se deshizo.

La mañana siguiente, los heraldos anunciaron un cambio inesperado en el orden de los combates. La voz amplificada por Astral retumbó en la arena:

—¡Por órdenes del honorable Darian, los combates de cuartos de final se disputarán en orden inverso! ¡El cuarto combate será el primero!

El rugido del público fue inmediato. Asori, Blair y Mikan intercambiaron miradas de sorpresa. Eso significaba solo una cosa: Mikrom abriría la jornada contra el Caballero de la Sombra.

El nombre del hombre retumbó como un martillo.
—¡Primer combate! ¡Mikrom de Azoth contra Sir Kael!

Las gradas estallaron en gritos y apuestas. El hombre de la armadura negra caminó con paso medido hasta la plataforma, su casco bajo el brazo, dejando ver apenas un rostro cubierto por sombras, ojos rojos como brasas. Al pasar, miró de reojo a Blair y una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.

Asori se heló. Ese gesto, esa mirada, le provocaron náuseas.

—No… —murmuró—. No es humano.

La campana de inicio retumbó y Mikrom avanzó con la fuerza de una avalancha.
—¡Vamos, Caballero! ¡Veamos si eres tan fuerte como el silencio que cargas!

Golpeó el suelo con el pie y una columna de tierra emergió, apuntando directo al torso de Kael. El caballero giró con suavidad, esquivando como si ya supiera lo que iba a pasar. Mikrom sonrió con ferocidad, alzó los brazos y del suelo brotaron múltiples pilares que buscaban aplastarlo.

—¡Imposible esquivar esto!

La arena se sacudió con un estruendo brutal. Polvo, roca y un temblor que hizo vibrar las gradas. El público gritó, convencido de que era el final.

Pero entre el humo, una silueta oscura emergió sin un rasguño. Kael levantaba una mano, y con un simple giro de muñeca, las rocas a su alrededor se desmoronaban como si fueran arena seca.

—¿Eso es todo? —su voz era grave, distorsionada, como si hablara desde un abismo.

Mikrom apretó los dientes y cargó de nuevo, sus brazos brillando con Astral. El primer intercambio de golpes fue titánico: puño contra espada. El estruendo reventó el aire, la onda expansiva arrancó polvo del suelo. Mikrom resistió, incluso contraatacó con un cabezazo que obligó al caballero a retroceder un paso.

La multitud rugió.
—¡Ese es Mikrom! —gritó alguien.

—¡Mátalo ya! —coreaban otros.

Durante los primeros minutos, Mikrom dominó el combate. Su estilo brutal, cargado de Astral en cada golpe, parecía arrasar todo. Patadas que rompían el aire, puños que hacían crujir la plataforma, rocas proyectadas como proyectiles. Kael esquivaba con calma, pero la presión era real.

—¡Ja! —rió Mikrom, jadeando pero exultante—. ¿Dónde está toda esa oscuridad de la que presumes?

El caballero inclinó apenas la cabeza.
—Alimenta al vacío…

Y entonces cambió todo.

Kael comenzó a anticipar cada movimiento. Si Mikrom alzaba el puño, Kael ya estaba a un lado. Si el suelo temblaba, él ya flotaba sobre un punto seguro. Era como si cada segundo aprendiera más sobre el estilo de su rival.

Los contraataques llegaron. Una rodilla brutal en el abdomen. Un tajo lateral que Mikrom apenas bloqueó con Astral, aún así dejando sangre en su brazo. Un codazo al rostro que lo hizo tambalear.

—¡Mikrom! —gritó Blair desde las gradas, con las manos en el pecho.

El público rugía, dividido entre vítores y horror.

Mikrom escupió sangre, sonriendo con desafío.
—¿Crees que voy a caer por eso? ¡Mira bien, sombra! ¡Soy el martillo de Azoth!

Con un grito desgarrador, hundió ambos puños en la plataforma. La arena entera se sacudió como si un terremoto naciera bajo sus pies. Grietas gigantes cruzaron el suelo, columnas de piedra se alzaron en un radio de varios metros. El rugido del público se volvió ensordecedor.

Pero cuando el polvo se disipó, Kael seguía de pie en el centro de la plataforma, intacto, con una calma insoportable.

—Tus golpes son pesados… —dijo, caminando hacia él—. Pero pesados son los cuerpos de los muertos.

Antes de que Mikrom pudiera reaccionar, el caballero se movió con una velocidad imposible para su armadura. Un puño negro como el hierro se hundió en el estómago de Mikrom. El impacto resonó como un trueno.

Los ojos de Mikrom se abrieron desorbitados, la sangre le subió a la garganta y fue lanzado varios metros hacia atrás, cayendo fuera de la arena con un estrépito.

—¡MIKROM! —gritaron Asori y Mikan al unísono, corriendo hacia él.

El público estaba enloquecido, algunos vitoreando, otros horrorizados por la brutalidad del golpe.

Mikrom yacía en el suelo, retorciéndose, con la respiración rota. Blair se cubrió la boca, temblando.



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 01.10.2025

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