El rugido de la multitud seguía resonando en la arena cuando el cuerpo de Mikrom fue cargado entre los brazos de Asori y Mikan. Blair iba delante, abriéndose paso a través de la muchedumbre que gritaba aún por la pelea. El tercer combate había comenzado ya en la plataforma —Kiron de Caldus contra Dax de Donner—, pero para ellos la batalla importante estaba lejos de los vítores.
Una sala de emergencias improvisada estaba situada bajo las gradas, en un pasillo húmedo iluminado con antorchas. Allí los sanadores trabajaban sin descanso sobre camillas cubiertas de mantas ásperas. Asori y Mikan dejaron a Mikrom sobre una de ellas.
El portador de la tierra tosió sangre, pero sonrió con la boca partida.
—Tranquilos… sigo entero. Solo me sacaron el aire… y las tripas.
Blair lo miró con el ceño fruncido.
—No lo digas en broma, Mikrom. Casi mueres ahí.
Mikan, que hasta ahora había guardado silencio, se cruzó de brazos.
—Ese Sir Kael… hay algo en él que no encaja. Lo estuve observando desde el primer intercambio. Se dejó golpear a propósito, ¿Lo notaron?
Asori asintió, recordando la incomodidad de cada choque.
—Sí. Al inicio Mikrom estaba arrasando… y de pronto fue como si cada movimiento ya lo hubiera aprendido.
Mikan chasqueó la lengua.
—Exacto. Es como si robara el estilo de pelea de su oponente y lo perfeccionara al instante.
Mikrom se incorporó con un gemido, sujetándose el abdomen.
—No solo eso… —tosió, sacudiendo la cabeza—. Cada golpe que me daba era como si me drenara la energía. No era un simple golpe físico… sentía que me arrancaba algo por dentro.
El silencio cayó sobre todos. Blair se mordió el labio, inquieta. Asori apretó los puños.
Un heraldo apareció en la puerta de la enfermería, anunciando el próximo combate.
—¡Siguiente participante, Mikan de Azoth, prepárese para subir a la arena!
Mikan sonrió, desenrollando su venda de la muñeca y ajustando sus dagas en la cintura.
—Es mi turno. —Miró de reojo a Mikrom, y aunque su tono fue burlón, sus ojos brillaban con una determinación distinta—. Tranquilo, grandulón. Yo sí me encargaré de brillar.
Asori dio un paso hacia ella.
—Ten cuidado. Esperemos que no te toque enfrentar a alguien como ese tal Kael.
—¿Te preocupas por mí? —Mikan rió, echándose la capucha hacia atrás—. Tranquilo grandulón.
Y salió de la enfermería con la ligereza de un gato, rumbo al estruendo de la arena.
Blair se giró entonces hacia Mikrom, que yacía tendido, pero aún con los ojos abiertos.
—¿Seguro que estarás bien?
Mikrom alzó una ceja, con esa sonrisa de mujeriego que siempre usaba para tapar el dolor.
—Estaré mejor de lo que parece. Voy a aprovechar para descansar un poco… y cuando me recupere, pienso buscar a Jason. Quizá él tenga algún contacto que pueda decirnos quién demonios es ese Kael. Yo tampoco lo recuerdo como parte del ejército de Zeknier, y eso no tiene sentido.
Asori lo miró fijamente.
—¿Crees que pueda estar ocultando su verdadera identidad?
Mikrom encogió los hombros.
—En este mundo todos llevan máscaras, mocoso. Solo hay que ver quién sangra cuando se las quitas.
Blair se estremeció y se volvió hacia Asori.
—Ese caballero… me estaba mirando raro, ¿Lo notaste? Fue como si… supiera quién soy. O peor, quiénes somos.
El corazón de Asori dio un vuelco, pero fingió calma. Avanzó hacia ella y, con torpeza, pero firmeza, posó una mano sobre su cabello plateado, acariciándola suavemente.
—No dejaré que nadie te haga daño. —Se inclinó y le dio un beso en la frente, breve pero cálido.
Blair parpadeó, sorprendida, sonrojándose.
—¿Por qué dices eso de repente…?
Asori suspiró, mirando sus propios puños vendados.
—Porque sé lo mucho que estás preocupada. Nunca antes me habías visto tan asustado. Y lo estoy, Blair. Ese tipo… me da un miedo que no puedo explicar.
Ella se mordió el labio, los ojos temblando por la sinceridad de sus palabras. Entonces lo rodeó con los brazos, apretándolo contra su pecho.
—Eres un idiota… —murmuró con ternura—. No me importa si tienes miedo. Mientras lo enfrentes, yo estaré aquí. Siempre.
Asori cerró los ojos, dejándose hundir en ese abrazo. Por un instante, el peso de Kael desapareció.
Un estruendo sacudió la arena. Los vítores del público llegaron hasta la enfermería. Era el inicio de la pelea de Mikan.
Asori y Blair se separaron lentamente, aunque sus manos aún se rozaban.
—Será mejor no comernos la cabeza con el caballero… —dijo Asori, forzando una sonrisa—. Al menos por ahora.
—Sí. —Blair asintió, con los ojos brillando aún de preocupación—. Vamos a apoyar a Mikan.
Ambos se giraron hacia la puerta, donde la luz del sol y los rugidos de la multitud los llamaban. Mikan ya estaba en la plataforma, lista para demostrar que Azoth aún tenía cartas por jugar.
El tercer combate había comenzado.
Editado: 01.10.2025