The Sacred Orb

Capítulo 48 — Sombras en la herida

El silencio de la enfermería se volvió insoportable. El aire olía a desinfectante y a hierro, mezclado con la tensión que impregnaba cada rincón. Mikan fue la primera en hablar, con voz dura, como un cuchillo que cortaba el ambiente:

—Quien sea que atacó a Blair sabe exactamente quiénes somos… y, peor aún, sabe que ustedes dependen del Sweet Kiss. —clavó la mirada en Blair, fría, sin adornos—. Esto ya no es un simple torneo. Nos están cazando y si les soy honesta, si no fuera porque ya estamos tan avanzados en el torneo lo más inteligente seria retirarnos por ahora.

Blair apretó los labios. El temblor en sus manos delataba el miedo, pero también la frustración. Intentó hablar:
—Fue… él… fue…

Las palabras se ahogaron en su garganta, como si un muro invisible las sofocara. Su voz simplemente no salió. Intentó otra vez, desesperada, y solo emitió un gemido ronco. El sudor frío resbalaba por su frente.

—Blair… —susurró Asori, acercando la mano a su hombro para tranquilizarla.

Pero el contacto fue como una descarga eléctrica. De inmediato, un recuerdo nítido la atravesó: las manos de Sir Kael recorriendo su piel, la sensación viscosa de impotencia, el veneno paralizando cada músculo. Su cuerpo reaccionó antes que su razón.

—¡NO ME TOQUES!

El grito desgarró la enfermería. Blair se apartó con violencia, con los ojos desorbitados. Al instante se dio cuenta de lo que había hecho, cubriéndose la boca con ambas manos.

—Y-yo… Asori, perdóname…

Asori, con el gesto herido, bajó la mano lentamente.
—Lo siento… no debí tocarte.

—No… no es tu culpa… —murmuró ella, bajando la mirada, incapaz de sostener sus ojos.

Ambos guardaron silencio, atados en un nudo de culpa y dolor.

Mikan solo los miro, cruzándose de brazos.
—Esto puede esperar. Lo que no puede es la semifinal. —los miró a ambos con severidad—. Mañana pelearás, Asori, aunque estés hecho polvo. Si no se concentran, Zeknier habrá ganado sin necesidad de matarlos.

Blair tragó saliva, intentando recomponerse, mientras Asori se hundía más en la camilla, exhausto.

—Necesitan dormir. —añadió Mikan, más suave esta vez—. Vayan a la posada, juntos. Yo me encargaré de asegurar la puerta esta noche.

De regreso en la posada, Mikrom los esperaba en el vestíbulo, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Al verlos entrar, notó la palidez de Blair y la fragilidad de Asori.

—¿Qué demonios pasó?

Mikan no se anduvo con rodeos. Relató lo ocurrido, cada detalle: el rapto, las cadenas, el veneno, el Sweet Kiss bloqueado. Con cada palabra, la furia de Mikrom se desbordaba más. Su puño golpeó la mesa, haciendo temblar las copas.

—¡Maldito bastardo! ¡Si lo encuentro lo haré pedazos!

Pero al ver a Blair estremecerse con el ruido, respiró hondo, intentando calmarse. Se obligó a bajar la voz.
—Perdón… no es momento de perder la cabeza.

Se inclinó hacia el grupo.
—Zeknier ya empezó a mover sus fichas en otros reinos. Apenas termine este maldito torneo, debemos volver al castillo y trazar un plan. Hay que buscar refuerzos, hablar con los reyes de Donner, Nifelheim y Caldus. Si no, la guerra nos tragará enteros.

Asori quiso responder, pero un mareo lo sacudió. Sus rodillas flaquearon y cayó de golpe al suelo, inconsciente.

Despertó horas más tarde, en la cama de la posada. La habitación estaba oscura, iluminada apenas por la luz de la luna que entraba por la ventana. Frente a él, Blair dormía en una silla, la cabeza ladeada, con ojeras que revelaban que no había conciliado el sueño hasta agotarse por completo.

Con torpeza, Asori se incorporó. Se acercó y rozó suavemente su hombro.
—Blair… ven, duerme en la cama.

Ella abrió los ojos lentamente, desorientada. Pero al sentir el contacto, un destello de terror cruzó su mirada. Se apartó bruscamente, como antes.
—¡No…!

El silencio pesó como una losa. Blair se llevó la mano a los labios, consciente de su reacción.

—Asori…

Él sonrió con tristeza.
—Está bien. Te daré tu espacio. Solo… recuerda que estamos juntos en esto. —se levantó, caminando hacia la puerta.

Blair quiso detenerlo, decir “lo siento”, pero las palabras se atoraron en su garganta. Cuando por fin las reunió, la puerta ya se había cerrado tras él.

Afuera, Mikan lo esperaba recostada contra la pared, los brazos cruzados. Lo miró con una mezcla de compasión y franqueza.
—Dale tiempo. Blair casi fue… —su voz se endureció— casi fue abusada contra su voluntad. Es normal que el contacto, incluso de ti, le recuerde lo que pasó.

Asori bajó la cabeza, apretando los puños.
—Cuídala esta noche. Yo dormiré con Mikrom.

—Lo haré. —respondió Mikan, sin una pizca de burla por primera vez.

Adentro, Blair lloraba en silencio, con la cara entre las manos. Mikan se acercó y la abrazó sin decir nada.

—Me duele… me duele haberlo rechazado así. —murmuró Blair con voz quebrada—. Y lo peor es que fue él quien arriesgó todo para salvarme.

Mikan le acarició el cabello, firme.
—No es tu culpa. No es su culpa. Lo único que importa es que ese idiota corrió sin pensar en nada más que en ti. Eso es amor, Blair, del verdadero.

La princesa cerró los ojos con fuerza.
—Tengo miedo… de que Asori se aleje de mí.

—Eso no va a pasar. —Mikan sonrió suavemente—. Él no es ese tipo de persona.

Mientras tanto, en la otra habitación, Asori se sentó en la cama frente a Mikrom. El silencio reinaba, hasta que habló:
—Quiero encontrarlo. Quiero destrozarlo con mis propias manos.

Mikrom lo miró con seriedad.
—Y lo harás, hermano. Pero no ahora. Si sales buscando venganza en este estado, te destruirás. Lo que necesitas es concentrarte en la semifinal. Blair te necesita vivo.

Asori bajó la cabeza, mordiéndose el labio. Mikrom apoyó una mano en su hombro.
—Yo estaré a su lado también. Apoyaré a Blair tanto como a ti. Somos un equipo, ¿recuerdas?



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 01.10.2025

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