The Sacred Orb

Capítulo 50 — Aire contra sombra

Mikan bajó de la plataforma casi sin sudar. Su combate contra Kiron había sido rápido, demasiado rápido para lo que se esperaba de una semifinal. El muchacho de Caldus había peleado con orgullo, pero no era rival para la destreza de la ninja. Sus reflejos y su capacidad para usar el Astral con precisión quirúrgica habían desarmado cada intento del adversario en cuestión de segundos.

Mientras caminaba por el pasillo, ajustándose la coleta, no pudo evitar torcer una sonrisa.
—¿De verdad llegué hasta la semifinal con esto? —se dijo para sí misma—. Estos del torneo necesitan subir el nivel…

A lo lejos, vio a Asori esperándola. Su expresión era completamente distinta a la de otros combates: hombros tensos, mandíbula apretada, mirada clavada en la arena como si observara un abismo.

—¿Qué te pasa, cabeza de arbusto? —preguntó, golpeándole el brazo con confianza.

Asori tragó saliva. Se quedó callado un segundo, luego sus labios finalmente soltaron lo que venía masticando desde la noche anterior:
—Tengo miedo de él, Mikan… de ese hombre. De Sir Kael.

Sus ojos bajaron, casi avergonzados.
—No sé por qué… pero cuando estoy cerca siento que me falta el aire, como si mi cuerpo recordara algo que mi mente no entiende.

Mikan lo miró fijamente, más seria de lo habitual.
—¿Y qué? —preguntó con un tono seco—. ¿Crees que ser valiente significa no sentir miedo? Pues no, mocoso. El miedo es lo que nos mantiene vivos. Lo que importa es qué haces con ese miedo.

Asori levantó la vista, encontrando en ella un extraño consuelo.
—Lo usas como arma. —Mikan sonrió, apretándole el hombro—. Conviértelo en furia, en instinto, en ganas de no caer. Ese caballero no tiene idea de con quién se va a meter.

Las palabras, aunque simples, lograron encender algo en el pecho de Asori. Respiró hondo, dejó salir un suspiro tembloroso y caminó hacia la plataforma.

Desde las gradas, Blair seguía cada paso. Su corazón latía como tambor de guerra, desacompasado, descontrolado. No era solo preocupación: la presencia de Kael la aterraba, la asfixiaba. Sentía su cuerpo estremecerse, como si su Astral mismo rechazara la cercanía de ese hombre.

A su lado, Mikrom trataba de sonar animado, pero hasta él se notaba inquieto.

De pronto, alguien se acercó con pasos firmes. Jason. Su porte era frío, imponente, y cuando sus ojos vieron a la arena comprendió de inmediato.

—Con que ahí está… —murmuró, observando a Kael con una mezcla de repulsión y frialdad.

Blair lo miró, sorprendida. Jason solo apretó la mandíbula, luego giró hacia Mikrom.
—Ya obtuve la identidad del caballero de la sombra. Y veo que ese tal Asori está a punto de enfrentarlo.

Mikan, que se había reincorporado a las gradas tras su combate, frunció el ceño.
—Llegas muy tarde, genio. Nosotros ya nos dimos cuenta de que algo anda mal con él.

Jason la ignoró y prosiguió con su tono gélido.
—Mi contacto tenía razón. Estamos en problemas. Zeknier ya sabe que Blair está viva. —sus ojos se clavaron en ella, helados como cuchillas—. Y también sabe que ese chico… —señaló a Asori, que ya estaba entrando a la plataforma— es el portador del Aire.

El silencio cayó como un jarro de agua helada.

—¿Qué… dijiste? —susurró Mikrom.

—Sir Kael pidió directamente a Zeknier que lo dejara encargarse. Su misión es simple: eliminar a Asori en este torneo.

Blair sintió que el piso se le iba de los pies. Su respiración se aceleró. Por fin entendía por qué el miedo la consumía: ese hombre no solo era peligroso… era el verdugo enviado por el mismísimo Zeknier.

Jason, sin un atisbo de compasión, añadió:
—Yo no pienso meterme. No me interesa lo que le pase a ese tal Asori. Pero tengo que vigilar que no te pase nada, Blair.

Blair alzó la mirada, con lágrimas brillando en sus ojos.
—¡Al menos Asori sí se quedó a mi lado para protegerme! —gritó, temblando.

Jason apretó los dientes.
—Ese bastardo solo ganó de pura suerte. No tiene oportunidad contra Kael.

El sonido de la bofetada resonó en el aire, seco, brutal. Jason giró la cabeza por el impacto.

—¡No vuelvas a hablar así de mi Asori! —Blair estaba temblando, pero su mirada era firme como nunca—. ¡No vuelvas a decir eso!

El silencio se tragó a todos por un instante. Jason la miró, confundido, y por primera vez desde que regresó su máscara fría se resquebrajó apenas un segundo. Pero no dijo nada. Simplemente dio media vuelta y se marchó.

—…Que carajos. —susurró Mikrom, rascándose la nuca—. Nunca pensé que te animarías a darle una bofetada a Jason.

Blair bajó la mirada, todavía temblando, y se abrazó a sí misma.
—No permitiré que nadie menosprecie a quien me salvo la vida.

Mikan, con los brazos cruzados, fue la que rompió el momento:
—El combate está por empezar. Miren.

En la arena, Asori mantenía la distancia. El recuerdo del miedo todavía estaba fresco, pero las palabras de Mikan le retumbaban en la cabeza. Convierte el miedo en arma.

Frente a él, Sir Kael se erguía como una sombra encarnada, la armadura negra brillando bajo la luz. Su sola presencia hacía vibrar la plataforma.

Un silencio expectante envolvió el lugar. Y entonces, sin aviso, Kael se lanzó hacia adelante.

—¡¿Qué—?!

El puño del caballero chocó contra el rostro de Asori con una fuerza devastadora. El impacto lo levantó del suelo, lanzándolo por los aires como muñeco de trapo.

El público estalló en vítores y gritos, pero Blair se llevó las manos al pecho, conteniendo un grito.

Asori apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando, en pleno aire, vio la figura de Kael abalanzarse nuevamente. Un brazo extendido, como una guillotina.

El Lariat lo golpeó de lleno en el cuello y el pecho, doblándolo hacia atrás. El aire salió disparado de sus pulmones mientras su cuerpo era estrellado contra el suelo de la plataforma con un estruendo que sacudió toda la arena.



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 01.10.2025

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