The Sacred Orb

Capítulo 54 — Voluntad

El silencio en la arena era tan denso que parecía devorar los latidos del corazón de cada espectador. Ni un murmullo, ni una respiración. Todos los ojos estaban fijos en la plataforma, donde dos figuras tambaleantes seguían desafiando a la muerte.

Asori se mantenía de pie por pura voluntad. Su sangre goteaba desde los brazos, marcados por cortes profundos, y un hilo rojo caía desde su ojo izquierdo. Cada respiración era irregular, rota, pero sus pies seguían firmes en la arena. Frente a él, Sir Kael también se levantaba con dificultad, con la armadura hecha jirones, el pecho hundido en moretones y sangre manchándole los labios. Y aun así sonreía, esa mueca torcida que mezclaba desprecio y diversión.

—Vamos, mocoso… —gruñó, arrastrando su espada envuelta en sombras que chisporroteaban como brasas negras—. ¿Ya se acabó tu espectáculo?

Asori cerró los ojos un instante. Su cuerpo gritaba por detenerse, cada músculo clamaba descanso. Pero en lo profundo, una chispa brilló. No puedo caer aquí. No mientras Blair me mira. No mientras juré protegerla.

Sus ojos se abrieron, y el aura blanca volvió a surgir, primero como un murmullo, luego como un vendaval. Las piedras alrededor comenzaron a flotar, el aire vibraba como si un tornado respirara en la arena.

—No… —susurró Mikrom desde las gradas, con los ojos muy abiertos—. No será capaz de…

Blair se levantó de golpe, el Sweet Kiss vibrando como nunca antes.
—¡Asori, no! ¡Tu cuerpo no lo resistirá!

Mikan apretó los dientes, cruzándose de brazos.
—Ese tonto ya lo sabe. Pero entendió que si quiere ganar, debe terminar esto ahora.

La energía de Asori estalló en todas direcciones. Su figura se volvió un borrón, y en un parpadeo apareció frente a Kael. El primer puñetazo retumbó como un trueno, lanzando al caballero hacia atrás. El impacto hizo crujir las piedras del suelo.
Kael alzó una ceja, pero no retrocedió.

—¿Y esto qué se supone que es? —rió con desprecio—. ¿Un truco barato para asustarme?

Asori dio un paso al frente. El suelo se quebró cuando puso su pie en la plataforma.
—Esto no es un truco —su voz sonó más firme, más adulta que nunca—. Es… mi decisión.

El aura blanca explotó como una llamarada. Era la Ráfaga Delta en su máxima expresión. Kael apenas logró sostenerse, su espada chocando contra el suelo mientras se mantenía en pie. Escupió sangre y rió.

—¡Eso es! ¡Así me gusta! ¡Demuéstrame que no eres solo un niño jugando a ser héroe!

Se lanzó al ataque. Su espada descendió como una guadaña negra, cargada de Astral sombrío. Asori apenas alcanzó a alzar el brazo y bloquear con una ráfaga de viento. El choque sacudió toda la plataforma.

Los dos retrocedieron, jadeando. Luego, sin aviso, volvieron a lanzarse el uno contra el otro. El combate se volvió una tormenta. Puños contra espada. Aura blanca contra sombras negras. Cada choque producía ondas expansivas que hacían vibrar las gradas, levantando polvo y derribando piedras. El público gritaba, algunos de miedo, otros de pura emoción.

—¡Increíble! —rugió un espectador.
—¡Esto no es humano! —vociferó otro.

Kael embistió con un tajo horizontal, pero Asori se agachó y contraatacó con un rodillazo al abdomen. El caballero se dobló, pero giró sobre sí mismo y golpeó con el codo, haciendo sangrar la boca de Asori. El joven tambaleó, pero antes de caer lanzó un puñetazo reforzado en Astral que hizo crujir la mandíbula de su rival.

Ambos retrocedieron, jadeando, con la sangre cayendo al suelo y sus cuerpos temblando.

“Vamos, cuerpo… un poco más… solo un poco más”, rogaba Asori en su mente.
¡No me falles ahora! ¡Dame un instante más, una oportunidad más!

Kael rió, aunque su voz era un gruñido quebrado.
—Tienes espíritu, mocoso… pero yo… ¡yo soy un caballero de Zeknier!

Invocó una ola de sombras que se alzó como una serpiente negra y se abalanzó sobre Asori. El joven la cortó con un grito y un puñetazo envuelto en viento. El choque levantó un torbellino que casi arrasó la plataforma entera.

El público gritaba, incapaz de apartar la vista. Blair tenía las manos apretadas contra el pecho, llorando de impotencia. Mikan estaba seria, como pocas veces. Mikrom murmuraba para sí mismo:
—Este mocoso… está arriesgando su vida en cada golpe.

Asori desapareció de nuevo en un destello. Reapareció frente a Kael, descargando una ráfaga de golpes. Asori se convirtió en un torbellino. Puños, codos, rodillas y patadas. Cada impacto era una onda expansiva que retumbaba en la arena. Era una técnica nacida del instinto, pulida por el dolor: la Ráfaga de Meteoros. Cada contacto era un estruendo que hacía temblar los muros. Kael intentaba cubrirse, pero sus defensas eran rotas una y otra vez.

—¡Muévete, cuerpo, muévete! —suplicaba Asori en su interior.

Un puño al abdomen. Un codazo en la mandíbula. Una patada giratoria que lo lanzó contra los bordes de la arena. Kael cayó de rodillas, pero rugió con furia y se levantó de nuevo.

—¡NO VOY A CAER ANTE TI! —vociferó, lanzándose con la espada alzada.

Asori apenas pudo levantar el brazo para detenerlo. El choque fue brutal: la espada negra contra el aura blanca. El impacto iluminó todo el coliseo. Ambos forcejearon, cada músculo en sus cuerpos desgarrándose por la presión.

“Un poco más… ¡SOLO UN POCO MÁS!”, gritaba Asori en su mente, con los dientes apretados y los ojos ardiendo en lágrimas de sangre.

La espada de Kael comenzó a fracturarse, su aura negra resquebrajándose.
—¡No… puede… ser…! —jadeó, incrédulo.

Asori reunió lo último que quedaba de su fuerza. Todo lo que era, todo lo que había prometido, todo lo que amaba. Y con un rugido que sacudió los cielos, lanzó el golpe final.

El puño se hundió en el pecho de Kael cargado con el cien por cien de su voluntad. No solo era fuerza física: era su promesa, su dolor, su rabia y su amor cristalizados en un único golpe. La armadura se quebró, y una onda expansiva atravesó la arena, rompiendo muros y levantando un torbellino de polvo. El caballero salió disparado como un proyectil, atravesando las paredes del coliseo y cayendo entre los escombros, inconsciente.



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 01.10.2025

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