The Sacred Orb

Capítulo 62 – El Peso de una Corona y un Anillo

El sol ya estaba alto cuando Blair y Asori finalmente salieron de la habitación. La mañana había sido lenta, cargada de silencios cómplices y sonrisas tímidas, pero también de esa sensación de que el día marcaría un antes y un después.

Los pasillos del castillo se encontraban más transitados que de costumbre. Guardias, mensajeros y consejeros iban de un lado a otro; la revelación de Blair los anteriores aún mantenía la capital en un estado de agitación. Parte del pueblo la celebraba como la princesa resucitada, la heredera que había regresado para devolverles la esperanza. Otra parte, en cambio, la repudiaba, acusándola de haber puesto en riesgo la estabilidad por enfrentarse a Zeknier.

Blair lo sabía. Cada paso que daba por los pasillos parecía cargar con esos dos juicios contradictorios.

Asori, caminando a su lado, lo percibía también. Por eso se mantuvo cerca, sin invadirla, pero con esa discreta firmeza que decía si caes, te sostendré.

Los guardias los condujeron hasta el salón de reuniones, donde Tifa los esperaba. La tía de Blair estaba de pie, junto a una larga mesa cubierta de documentos y mapas. Su expresión era solemne, pero cuando los vio entrar suavizó el gesto.

—Llegaron al fin —dijo con voz calma, aunque sus ojos brillaban con preocupación—. Tenemos mucho que hablar.

Blair se adelantó, inclinando la cabeza con respeto.
—Tía… estoy lista.

Tifa observó a su sobrina por un largo instante. En esa mirada no había juicio, sino una mezcla de orgullo y tristeza. Finalmente asintió y señaló las sillas frente a la mesa.

—Siéntense.

Asori obedeció, aunque algo incómodo. Las reuniones políticas no eran su fuerte. Prefería mil veces estar en el campo de batalla que rodeado de pergaminos y sellos reales. Pero al ver a Blair tan seria, supo que debía estar ahí, como apoyo.

Tifa desplegó uno de los mapas, mostrando los cuatro grandes imperios: Caldus, Donner, Veltramar y Nifelheim.
—Ahora que tu identidad ha sido revelada, Blair, ya no hay marcha atrás. Los reinos se moverán. Algunos querrán apoyarte… otros intentarán usarte. Y Zeknier, sin duda, ajustará sus piezas para adelantarse a nosotros.

Blair apretó los labios.
—Entonces debo convertirme en reina.

Tifa levantó una mano.
—No tan rápido. No puedes cargar con el título completo todavía. La responsabilidad es demasiado grande y aún no tienes experiencia. Pero puedes ser reina interina. Eso te dará autoridad para negociar y, al mismo tiempo, te permitirá aprender antes de portar la corona de manera definitiva.

Blair dudó un momento.
—¿Y el consejo lo aceptará?

—El consejo no tiene opción. El pueblo ya te ha visto y te ha escuchado. Lo que comenzó como un arrebato en la arena se convirtió en una declaración oficial. Ahora debes sostener tus palabras.

Tifa dio unos pasos hasta un cofre pequeño de madera tallada. Lo abrió con cuidado y extrajo una cajita aún más pequeña, de terciopelo azul. La colocó sobre la mesa y la deslizó hacia Asori.

El chico parpadeó, sorprendido.
—¿Eh? ¿Por qué me lo das a mí?

—Ábrelo.

Con manos temblorosas, Asori levantó la tapa. Dentro había un anillo de plata, delicadamente trabajado, con una piedra clara en el centro que brillaba con una luz suave.

—Este anillo —explicó Tifa— ha pasado de generación en generación en la familia real de Azoth. No es solo un símbolo de unión, sino también de compromiso con la protección de nuestra tierra.

Asori se tensó.
—¿Quiere decir que…?

—Que cuando llegue el momento indicado, debes entregárselo a Blair —dijo Tifa con firmeza—. No como un simple regalo, sino como un juramento. No te lo estoy dando a la ligera, Asori. Lo hago porque veo en ti la fuerza y la devoción que Blair necesitará.

El chico tragó saliva, mirando el anillo como si pesara una tonelada. Blair, a su lado, estaba ruborizada hasta las orejas.

—¡Tía! —protestó ella, aunque en su voz no había enojo real, sino una mezcla de vergüenza y emoción contenida.

Tifa sonrió apenas.
—Sé reconocer el amor cuando lo veo. Y sé también lo difícil que será para ustedes mantenerse firmes en lo que viene. Ese anillo es un recordatorio.

Asori cerró la caja con cuidado, guardándola como si fuese un tesoro sagrado.
—Lo protegeré. Lo juro.

Horas después, Blair decidió visitar la sala donde trabajaban las doncellas reales. Pidió que le recortaran un poco el cabello y lo recogieran en una coleta alta. Cuando se miró al espejo, vio un reflejo distinto: más firme, más maduro, con un aire que le recordaba a su madre.

—Así solía peinarse ella… —susurró con una sonrisa melancólica, acariciando la coleta.

Cuando regresó al pasillo, Asori la vio de lejos. Se quedó quieto, como si lo hubieran petrificado.

—Wow… —soltó sin pensarlo—. Te ves… increíble.

Blair, al notar su reacción, se sonrojó pero levantó la barbilla con fingida arrogancia.
—Por supuesto. No esperes menos de la princesa heredera de Azoth.

Asori sonrió ladeado.
—Sí, claro, princesa heredera… aunque sigues siendo la misma chica que me pega cada vez que digo algo fuera de lugar.

Blair rodó los ojos y le dio un golpecito en el hombro.
—Y parece que tendré que seguir haciéndolo, cabeza de arbusto. —Sonrió maliciosa—. ¿Sabes? Mikan tiene razón, tu cabello parece un arbusto que nunca nadie podó.

—¡Oye! —protestó Asori, ofendido—. Pues al menos mi cabello no es canoso como el del Maestro Eryndor.

Blair se cruzó de brazos, con una ceja arqueada.
—Tal vez, pero al menos uno de nosotros sí se comporta como adulto, deberías aprender más de tu honorable, bella y genial Princesa ¿Sabes?

Asori alzó la mirada hacia ella, con una media sonrisa desafiante.
—¿Adulta? Claro… muy adulta la niña que me abraza como si fuera su oso de peluche por las noches.

Blair se sonrojó violentamente, dándole un empujón en el pecho.
—¡Eso es distinto!



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En el texto hay: romance, aventura, fantasía drama

Editado: 01.10.2025

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