The Sacred Orb Rebirth

Capítulo 3 - El peso del viento

La noche en Azoth caía lentamente. Los ventanales del castillo teñían de dorado los corredores y Blair caminaba por ellos con el cabello aún húmedo, cubierta por una túnica ligera. Sus pasos la llevaron hasta la sala privada donde la esperaba su tía, Tifa, quien hojeaba documentos y mapas de guerra sobre una mesa.

—Has estado callada desde que volviste del baño —comentó Tifa sin levantar la vista—. ¿Pasa algo?

Blair bajó la mirada, jugando con los dedos.
—Es... el Sweet Kiss.

Tifa alzó la cabeza, seria.
—¿Qué sentiste?

—No solo que lo salvé —susurró Blair—. Es más que eso. Puedo sentirlo. Sé dónde está Asori, qué hace... como un eco de su alma que late dentro de mí.

Tifa apretó los labios.
—Entonces el vínculo ya comenzó.

Blair asintió, nerviosa.
—Y hay algo más... si Asori enferma, ni medicinas ni curanderos podrán ayudarlo. Solo yo. Si me alejo demasiado, incluso una leve enfermedad podría matarlo.

El silencio se hizo pesado.

Tifa se levantó, rodeó la mesa y puso una mano firme sobre el hombro de Blair.
—Eso significa que mientras él viva, tú estarás atada a su destino. Y viceversa.

Blair bajó la cabeza.
—Lo sé. Pero no me arrepiento.

Tifa arqueó una ceja.
—¿Ni siquiera de haberle dado tu primer beso?

Blair se puso roja, girando la cabeza.
—¡Tía!

Tifa rió suavemente, luego su rostro se volvió más serio.
—Blair, debes entender algo. El Sweet Kiss es un poder hermoso... pero también peligroso. Si uno de ustedes muere, el otro sufrirá consecuencias. Es un lazo de vida.

Blair apretó los puños.
—Por eso quiero controlar mi poder. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras otros arriesgan sus vidas contra Zeknier. Mis padres... ellos murieron porque él los mató.

Tifa cerró los ojos un instante. Su rostro se endureció, ocultando algo.
—Sí... —dijo despacio—, Zeknier estuvo detrás de muchas muertes.

Blair la miró fijamente.
—¿Qué quieres decir con "muchas"?

Tifa apartó la vista, volviendo a la mesa.
—No es momento para hablar de eso. Ahora lo que importa es que entrenes, que controles el caos dentro de ti.

Blair suspiró, dolida, pero no insistió.

En los patios del ala este, el Sabio del Aire esperaba con una cesta de frutas. Asori se acercó, algo incómodo, todavía molesto por la idea de entrenar.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó, cruzándose de brazos.

El Sabio sonrió.
—Antes de nada, debes entender tu energía Astral.

Asori levantó una ceja.
—¿Astral?

—Es tu fuerza vital —explicó el Sabio—. No se ve, pero se siente. Un guerrero fuerte físicamente puede parecer invencible, pero si no controla su Astral, caerá ante alguien que sí lo domine. El Astral fluye en tu cuerpo como el viento entre montañas: si lo guías, te fortalece.

Asori lo miró, incrédulo.
—¿Y qué tiene que ver eso con lo que me pasó en el bosque?

El Sabio caminó lentamente, sus manos en la espalda.
—El "Despertar" es un mecanismo de defensa. Cuando un portador está a punto de morir, el Orbe lo transforma y le otorga momentáneamente los recuerdos y la fuerza de los portadores anteriores.

Asori recordó la paliza que le dio al secuaz de Zeknier.
—Por eso... arrasé con él sin saber cómo.

El Sabio asintió.
—Exacto. Pero ese poder solo ocurre la primera vez. Si intentas transformarte ahora, no pasará nada. Tendrás fuerza, sí, pero sin técnica. Y un huracán sin control solo destruye a su dueño.

Asori suspiró, llevándose una mano al cabello.
—Genial. Entonces soy un guerrero sin saber pelear.

El Sabio sonrió.
—Por eso entrenamos.

El anciano tomó una manzana de la cesta y la lanzó al aire.
—Tu primer entrenamiento será simple: detener esta manzana... con los ojos cerrados.

Asori parpadeó.
—¿Estás bromeando?

—El Guerrero del Aire debe sentir las corrientes que lo rodean. Cada movimiento altera el viento. Si puedes escucharlo, sabrás dónde está la manzana y podrás atraparla antes de que toque el suelo.

Asori lo miró desconfiado.
—¿Y si fallo?

El Sabio se encogió de hombros.
—La manzana se hará puré.

Asori resopló, cerrando los ojos. El Sabio lanzó la manzana. El chico extendió las manos, nervioso, escuchando solo el sonido del viento.

Fffffshhh...

Sintió una leve presión en la mejilla, como una caricia invisible. Movió la mano... pero demasiado tarde.

¡Plaf! La manzana se estrelló contra el suelo.

El Sabio sonrió.
—Nada mal. Sentiste algo. Pero el viento no es un susurro, es una conversación. Aprende a escucharlo.

Asori frunció el ceño, molesto.
—¿Una conversación? ¿Con qué, con las hojas?

El Sabio rio.
—Con todo.

Mientras Asori repetía el ejercicio una y otra vez, fallando y levantando manzanas del suelo, Blair hablaba con Tifa en otra sala, la luz de las velas iluminando sus rostros.

—No quiero ser una carga para nadie —dijo Blair—. Quiero luchar. Zeknier debe pagar por lo que le hizo a mi familia.

Tifa la observó en silencio. Su expresión ocultaba verdades que aún no podía revelar.

—Y lo harás —susurró al fin—. Pero recuerda: tu poder es un regalo y una maldición. No lo olvides.

Blair bajó la mirada, tocando la joya-flor de su cabello.

Mientras tanto, en el patio, Asori cerró los ojos una vez más. El viento sopló, llevando con él el murmullo de los árboles, el roce de las ramas, el peso de la manzana que caía. Esta vez, movió la mano en el momento exacto.

Plaf.

La manzana cayó en su palma.

El Sabio asintió, satisfecho.
—Bien. El viento comienza a reconocerte.

Asori abrió los ojos, sorprendido, y sonrió apenas.

El entrenamiento apenas había empezado.

La mañana en Azoth amaneció clara, con un cielo tan limpio que parecía recién pulido. El patio del ala este respiraba paz: laureles, un estanque donde los peces besaban la superficie, cintas de tela colgadas entre columnas que el viento hacía danzar. Allí, sobre una piedra plana, el Sabio del Aire esperaba a Asori con una cesta de frutas y una vara de bambú apoyada a su lado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.