The Scar: Soñadores del Destino

Capítulo 7

CAPÍTULO 7

 

Más tarde, pasadas las 3, el Señor Anselmo era atendido en el hospital, con mi padre a cargo. Me limite a pensar sobre la gravedad de su estado, no era el momento adecuado para estresarme por ello, pues el ambiente en el hospital y el artificial aire gélido con olor a desinfectante me mantiene al margen de mis preocupaciones. Pensar en el hospital y no en las futuras malas noticias, me quita un peso de encima.

― ¿Crees que estará bien? ―Pregunta Grayson, devolviéndome al tema principal― Tu padre podrá salvarlo ¿No?

― No lo sé.

― No es la primera vez que estamos aquí por el mismo asunto ¿Es posible que se cumpla la ley de “La tercera es la vencida”?

― ¡Grayson! ―intento pararle, esto comienza a parecerse a un interrogatorio molesto― Agradecería que no hicieses ese tipo de preguntas ahora ―respondo en seco, casi jalándome el cabello para controlar mis emociones.

― Yo también estoy preocupado, por si no lo sabias. No eres el único con preocupaciones.

La voz de Grayson tenía un atisbo de aflicción, pero más que eso eran las ansias de tener un diagnóstico de Anselmo, pronto. Yo sentía lo mismo y no puedo evitar no imaginar una y otra vez como se derrumbaba entre mis brazos, verlo inconsciente al llegar aquí y soltar su mano cuando se lo llevaban a emergencias. Con el corazón en la garganta, solo me quedó confiar en los halagos a mi padre que circulaban por el hospital cada vez que le visitaba. Si es un buen médico o no, eso está por verse. Aunque la culpa no sería de él si el Señor Anselmo no despierta, con los años que llevaba encima probablemente su esposa ya lo estuviese llamando para hacerle compañía.

― Iré por algo de beber a la máquina expendedora, necesitas energía ―Continua Grayson, palmeando mi pierna derecha y dando marcha fuera de mi alcance de visión.

Intenté apaciguar mis adentros mirando la televisión situada a lo alto de la pared, cuyo único canal que mantenían las enfermeras en éste eran las noticias. No es la mejor opción, tengo entendido que mirar ese tipo de contenido en momentos así pueden causarte dolores de cabeza y estrés. Pero claro, supongo que eso a los encargados en recepción no les importa en lo más mínimo.

Afuera, el clima no era mejor y amenazaba con romper toda gota de optimismo en los transeúntes que circulaban por las calles. Las cortinas se sacudían con brusquedad y bajo el suelo de la ventana empezaba a formarse un charco generoso de lluvia. Una enfermera se hizo cargo de cerrarla mientras ordenaba a un hombre con uniforme azul verdoso que limpiase el agua que había entrado. Mientras le veía limpiar, me llamó la atención una señora de quizás unos cuarenta o treinta y nueve años que discutía por el teléfono a unos cuatro asientos a la derecha del mío. Iba vestida con una blusa de botones mostaza, una falda de tubo negra y tacos en punta del mismo color. Su cabello estaba sujeto en un moño, dejando a la vista su largo y delgado cuello. No parecía tener los mismos aires que las otras personas en la sala de esperas, parecía estar hastiada del lugar.

― No me interesa que esté lloviendo, yo ya he llegado. También tengo trabajo en la oficina ―Habla malhumorada, moviendo sus piernas inquietamente― Si, si, como quieras, pero si no te apareces en 20 minutos juro que… ―Aquella mujer se detiene cuando sus ojos chocan con los míos. Estaba seguro de que diría algo no muy apropiado antes de interrumpirle su llamada telefónica. Lleva la mirada hacia la puerta principal y continua: ― Nada, solo apresúrate.

Lo siguiente que se dedicó a realizar fue guardar el móvil en lo más profundo de su pequeño bolso y dirigirse hasta información. Luego de unos segundos intercambiando palabras con la chica detrás del mostrador, camina con toda seguridad por uno de los pasillos lejanos y me mira por última vez antes de perderse en una de las esquinas. Justo entonces vi a Grayson acercarse por el pasillo.

― Casi descompongo la máquina, la lata se atoró. ―Explica, entregándome una bebida energética― Unas cuantas sacudidas y las bebidas aflojaron fácil.

― Estoy bien gracias ―Digo sin verle a los ojos.

Grayson se sienta a mi lado y deja ambas latas en el otro asiento a su costado.

― Ya te he dicho que eres malo para esconder tus sentimientos.

― Bien ¿Y qué quieres que te diga? ―Alzo la voz. Realmente me estaba poniendo los nervios de punta― Solo quiero que mi padre aparezca de una maldita vez y me diga si Anselmo está o no bien.

Todos en la sala de espera, incluyendo a Grayson, me miraron extrañados, asustados e incómodos. Empiezo a creer que hay algo más en mi interior que intenta decirme algo, pero exactamente ¿Qué es ese algo? ¿Acaso va relacionado con la chica de la cicatriz? Sigo luchando por obtener respuestas y lo único que logro es encerrarme en un cuarto sin ventilación junto con más preguntas.

― Solo está angustiado ―Explica Grayson a los que mantenían su atención en nosotros. Luego se dirige hacia mí― ¿Puedo decir algo?

― Preferiría que no.

Grayson me da un pequeño pellizco en el brazo, pero el dolor ni siquiera logra encresparme los pelos pues mi padre se acercaba con el diagnóstico del Señor Anselmo. No esperé a que llegara a nosotros y le alcancé mientras Grayson me pisaba los talones. Su rostro no era del todo agradable y eso me preocupó mucho más.




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