—Nunca quise hacerte daño, Ana, sabes que eres lo más importante para mí,—Harry alzó su mirada, encontrando la de Ana llena de decepción y con las lágrimas a punto de salir.
—Nunca quieres hacerlo, ¿cierto? —Le respondió después de unos segundos analizando. Sentía como su corazón se rompía nuevamente por la misma persona.
—Juro que no es mi intención, son todas estas inseguridades y pensamientos que día a día me consumen, absorben mi alma sin piedad alguna, destrozando todo a su paso. —Soltó sin pensar que mostraba sus sentimientos a flor de piel, sintiendo como su voz se quebraba y las manos le temblaban. Odiaba herirla.
Harry, al ver que la chica no emitía palabra alguna, decidió hablar nuevamente. —Sé que esto no es para nada lo que mereces, soy la peor mierda que pueda existir. Aún así, las emociones que me invaden y te dañan, son las mismas que no quieren que te vayas. —Una lágrima gruesa resbaló por la mejilla de Harry, quien estaba dando su último aliento por no derrumbarse ante ella.
—Me duele amarte más de lo que me amo a mí misma. —Finalmente habló, con la voz un poco gruesa por no articular palabra hace un rato -aún no comprendo cómo es que sigues aquí, arrodillado ante mí, pidiendo disculpas después de que he perdido la cuenta de las veces que lo he hecho. —Su voz intentó quebrarse en la última palabra, pero decidió continuar, —¿Cómo es que puedes seguir amando a alguien después de que te deja llorando todas las noches? Me hago esa pregunta desde que decidí quedarme a pesar de todo lo que haz hecho.
—Ana, yo... no sé qué decir. —Bajó su vista hacia el suelo, cubriendo su rostro con ambas manos para intentar retener el llanto que advertía en escaparse. Estaba doliendo más de lo normal, algo malo sucedería.
—Te amo, Ana, ¿puedes perdonarme? —Volvió a hablar Harry, con el corazón en la mano, sintiendo miedo de perderla.
—Yo también te amo, Harry. —La chica limpió una lágrima que había escapado sin su consentimiento, —pero esta vez me elijo a mí, antes que a ti.
La chica se dio la vuelta dejando a Harry de rodillas. Con sus piernas y corazón amenazando con volver para abrazarlo y hacer que todo estaría, abrió la puerta y salió de aquella casa donde había tenido tantos buenos y malos momentos. Lágrimas consiguieron escaparse una tras otra, pero esta vez decidió ser fuerte y elegir lo mejor.
Decidió amarse a sí misma por una vez.
"Hay recuerdos que nunca se borrarán y personas que nunca se olvidarán, aunque lo intentemos".