Así transcurrieron cuatro años, llenos de sorpresas y giros inesperados. La vida por fin le sonreía a todos. Con altos y bajos, pero siempre manteniendo la esperanza de que todo mejoraría.
El señor Francesco expandió su cafetería, ahora era mucho más grande y reconocida. Todos sus empleados estaban alegres, eso incluyendo a Harry, a quienen les dieron aumento.
Caleb culminó su carrera universitaria como un abogado, quien se había vuelto uno muy exitoso en Alsacia, el pueblo en que estuvo durante veintitrés años. Ya que poco después decidió buscar nuevas oportunidades en San Francisco. Entre todos sus amigos lograron hacer una pequeña fiesta de despedida. Sobre todo Harry, ya que fueron mejores amigos durante mucho tiempo.
La madre de Harry se divorció de Fidel, después de tanto tiempo abrió los ojos y supo que ese matrimonio no tenía futuro. Después de eso, recuperó la felicidad y el amor propio que tanto necesitaba. Se largó de esa casa y compró su propio departamento para vivir alejada de aquel hombre que durante años les hizo la vida miserable.
Fidel, su padre, perdió el empleo y se volvió alcohólico. Dos años estuvo en una crisis económica y mental. Luego de un tiempo conoció a una mujer que le cambió la vida completamente. Esta lo ayudó con sus problemas, dándole apoyo y ánimos para acudir a un psicólogo. Al parecer Fidel logró ser feliz después de todo. Aunque su relación con Harry nunca mejoró, pues continuó pensando que ser escritor era para maricas.
Melissa consiguió cuatro certificados y logró graduarse. Su tío estaba muy orgulloso, al igual que Harry. Dentro de poco abriría su propia escuela de ballet para niñas y niños. Aquello le apasionaba.
Mientras tanto, Harry, consiguió mucho éxito tiempo después de que sus obras fuesen publicadas por Frederick. Logró ser un escritor muy reconocido en Francia, pero a pesar de su fama creciendo día con día, nunca dejó su pueblo Alsacia. Porque allí fue donde conoció al amor de su vida, Melissa.
Al poco tiempo de la publicación de sus libros en la editorial, formalizaron su relación. Juntos lucharon por sus sueños, sosteniéndose el uno al otro cuando no pasaban un buen momento. Melissa contagió su alegría y amor a Harry, haciéndolo ver la vida más colorida y emocionante.
Por fin, después de tanto sufrimiento y tristeza, tenía todo lo que algún día soñó. Veía a su novia y madre siendo felices a su lado. Con una hermosa casa y un auto comprado con los ahorros de Harry y Melissa.
Actualidad.
-¡Hola, cariño! He hecho galletas. -Dijo Melissa, entrando a la oficina de Harry.
-Si no estuviera acostumbrado a tus entradas tan repentinas, seguramente ya me hubieras matado de un susto, -respondió este, mientras dejaba de teclear y se daba vuelta desde la silla.
Esta soltó una pequeña risa, al mismo tiempo que se sentaba en sus piernas y mirándolo de tierna manera. Harry frunció el ceño con gracia, puesto que Melissa no acostumbraba a mirarlo así.
-Cielo, ¿algo que quieras contarme? -Preguntó este, con una sonrisa llena de cariño.
-Pues, son dos buenas noticias. -Respondió Melissa de manera tímida, gesto que le pareció raro a Harry, ya que ella solía ser explosiva.
-Adelante, te escucho atentamente. -Dijo Harry, mientras la acomodaba en una de sus piernas.
Esta acomodó un mechón de cabello sobresaliente y lo colocó tras su oreja. Alzó su mirada y encontró la de Harry, llena de curiosidad por saber las buenas noticias. Ya que, por lo general, suele ser una noticia buena y otra mala. Tragó grueso, lista para decir lo siguiente. Decidió soltarlo antes de que los nervios no se lo permitieran.
-Yo... Estoy embarazada. -Soltó rápidamente, cerrando los ojos y haciendo fuerza en estos. Su corazón comenzó a latir desesperadamente, esperando de manera impaciente lo que diría Harry al respecto.
Este abrió los ojos abruptamente, mirándola sin despegar la vista de Melissa, como si estuviera confirmando que era cierto y no bromeaba. La bajó de sus piernas y comenzó a dar vueltas por la oficina, revolviendo su cabello y dando miradas rápidas hacia donde esta se encontraba.
Harry no podía creerlo. Después de meses intentando concebir, por fin Melissa le había dado la noticia. Pegó un grito de emoción al aire, se arrodilló ante ella y la tomó de su rostro, el cual se encontraba lleno de felicidad.
-Dime que no estás bromeando, o juro que me enfadaré. Con estas cosas no se juegan, señorita Lombard, y usted es una persona de hacer bromas pesadas. -Dijo Harry, suplicante de que fuese cierto.
-¿Cómo podría bromear con algo así? -Respondió esta, limpiando una lágrima que se había escapado sin su consentimiento.
Harry la levantó, la tomó de la cintura y le dio unas vueltas leves por el aire, sintiendo la verdadera felicidad apoderándose de su sistema. La bajó y comenzó a repartir besos en su rostro, tomando uno de sus brazos, atrayendo su cuerpo hacia el suyo.
Besó su cabeza, inhalando suavemente el olor de su cabello y cerrando sus ojos. Agradecido con todo lo que había conseguido, gracias a la alegría y pensamientos positivos de Melissa. La madre de Harry la adoraba, siempre la invitaba a su departamento a probar nuevas recetas de cocina.
-Estoy tan jodidamente feliz de que hayas aparecido en mi vida, vida mía. Eres la respuesta a todas mis plegarias: eres una canción, un sueño, un susurro. No sé cómo pude vivir sin ti todos esos años. -Confesó Harry, oyendo la calmada respiración de Melissa, -podrías romper mi corazón, y yo seguiría amándote como la primera vez que te vi. Solo es cuestión de observar detalladamente la manera en la que te miro mientras haces cualquier cosa. Ya sea cuando te ayudo a hacer el desayuno y metes tus dedos en la taza de café para comprobar que está tibio, pero luego lo mueves en el aire para calmar el ardor. Pero ahora todo será aún más maravilloso, ya que veré cada mañana una pequeña parte de ambos corriendo por los pasillos de la casa. Me haces sentir el hombre más afortunado, Melissa.