Harry salió del baño dando unos pequeños retoques a su corbata, orgulloso del resultado que obtuvo físicamente tras la elección de Melissa con su traje. Revolvió un poco su cabello y se dirigió hacia la habitación, esperando que su futura esposa estuviera lista.
Luego de que Melissa saliera de la habitación y le dijera el poco tiempo que tenían para arreglarse, le pidió a Harry que no entrara hasta que estuviese lista, de manera que cuando la viera, quedase aún más enamorado. Aunque Harry no veía eso posible, ya que su amor sobrepasaba cualquier cosa existente.
Este obedeció gustosamente, tomó sus cosas y se dirigió al cuarto de invitados. Nadie lo usaba por los momentos así que allí fue donde ae arregló para ir al recital. Harry no podía esperar a verla, seguro que quedaría hermosa, pensó.
—¿Cielo, estás lista? —Preguntó este, tras dar dos toques a la puerta de madera pulida.
—Sí, cielo. Puedes entrar, —respondió alegremente Melissa desde el otro lado.
Harry entró lentamente, escuchando el chirrido de la puerta y el olor a perfume invadiendo sus fosas nasales. Este lo aspiró suavemente, esperando que se grabara en su memoria. ¿Saben cuando están en algún lugar y les llega un olor que, de alguna manera, les recuerda al de una persona? No lo defines, simplemente te da esa sensación de que alguien que conoces huele de esa manera.
Al verla, se quedó boquiabierto y sin poder emitir palabra alguna. Pues frente a él yacía la persona más hermosa que en su vida había visto. Dio un paso hacia ella, sin dejar de examinarla de pies a cabeza. Su cabello caía en ondas en su cadera. Sus ojos avellanas hacían el perfecto conjunto con su piel y cabellera. Traía puesto un vestido color salmón que tocaba a penas sus rodillas, y unos tacones bajos color beige.
Tal vez no estaba usando mucho maquillaje, ni la ropa más lujosa. Pero, a sus ojos, era la mujer más hermosa y maravillosa que tenía en su vida. No sabía qué había hecho para merecerla. Ella siempre estaba ahí a pesar de las adversidades y problemas. Nunca se iba.
Lo había visto en sus peores momentos. Lo hizo reír cuando pensaba que el mundo entero estaba en su contra. Incluso, se quedó después de presenciar lo frío que podía ser su padre. Siempre, siempre se mantuvo a su lado, sin esperar nada a cambio.
Era el amor de su vida, y él lo sabía. Se acercó y la envolvió en sus brazos, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo.
—Estás tan hermosa como la primera vez que te vi, Melissa. Me alegro mucho de que seas la mujer con la que he estado estos años. —dijo Harry entre el cabello de esta, —déjame tomarte una foto, necesito atesorar este momento por el resto de mis días. Como dice Ed Sheeran en su canción Photograph: mantenemos este amor en una fotografía. Creamos estos recuerdos para nosotros mismos, donde nuestros ojos nunca se cierran,nuestros corazones nunca se rompen y el tiempo siempre está congelado.
—Adoro que siempre seas tan romántico, cielo, —confesó Melissa con el carmesí creciendo en sus mejillas, posando tímidamente para la foto.
Este la tomó rápidamente, luego se acercó a ella y le dijo que sonriera, ya que se tomarían una selfie. Sonrieron de oreja a oreja y Harry guardó el aparato, dispuesto a salir de la habitación para dirigirse al auto y así asistir al recital.
Ambos bajaron por las escaleras tomados de la mano, sonriendo de oreja a oreja. Tomaron sus cosas, Harry encendió el auto y emprendieron el camino. El auditorio no quedaba tan lejos, ya que en el pueblo de Alsacia había uno, por lo que llegarían en unos diez minutos, aproximadamente.
En el camino hablaron sobre trivialidades, riendo por algunos chistes que contaba Melissa. Harry no podía esperar la hora para volver a casa y que su futura prometida se encontrara con la sorpresa. Esto lo hacía reír aún más.
Al cabo de unos minutos, llegaron al auditorio, el cual estaba repleto de gente y pequeñas bailarinas en tutú. Esto enterneció a ambos e imaginaron cómo sería su bebé. Se adentraron junto a todas las personas que se encontraban allí. Observaron cómo desaparecían las bailarinas tras el telón.
—No imaginaba lo hermosa que me veía mientras esperaba la hora para bailar frente a todas estas personas, —habló repentinamente Melissa, mientras se sentaban en las butacas frente al escenario.
—Así de hermosa e incluso aún más te veías. Aunque no necesitas estar allí para serlo, —respondió Harry en susurros, debido a que todos hacían lo mismo.
—Te amo como no tienes idea, ¿lo sabías? —confesó Melissa, viéndolo directamente a los ojos.
—Y yo mucho más a ti, cariño. —Le correspondió este sonriente.
Callaron de inmediato cuando apagaron las luces y solo se podían observar las que iluminaban a las bailarinas. Las cuales comenzaron a danzar al ritmo de las hermosas piezas de piano, con los ojos cerrados y dejándose llevar por la celestial melodía.
Todos en el lugar observaban plácidamente a los chicos y chicas bailar, absortos con cada paso o vuelta que daban. Harry volteó a ver a Melissa, supo que deseaba como nunca haber participado, pero también que había algo que la hacía aún más feliz; y era la espera del bebé.
Al cabo de una hora, todos habían culminado su recital de navidad. Reuniéndose todos, agarrados de manos, y dando las gracias por haber asistido. Cantaron unos hermosos villancicos y bajaron el telón frente a ellos. La audiencia y público aplaudieron, así llenando el lugar de sonido y de fondo canciones navideñas.
Para Harry era la navidad más feliz que en su vida había tenido. Cuando era un niño, laa cenas navideñas eran solo hipocresía por parte de sus padres y familia. Ya que todos hablaban mal de los otros entre sí, pero Harry siempre intentó evadir la relación con sus primos a toda costa. Puesto que estos seguían los ejemplos de su prestigiosa familia.