The secret of Harry

11

Oscuridad. Oscuridad era lo único que lograba visualizar Harry, sin poder abrir sus ojos por algunos cortos segundos; y con un dolor punzante en su cabeza. Sirenas de ambulancias se oían a la lejanía, causando un dolor terrible en sus oídos. 
 


 

Intentó mover su mano para encontrar la de Melissa, sin importar que no contara con su vista en ese instante. Bruscamente, su cuerpo fue tomado por algunas personas; siendo montado en algún tipo de camilla, la cual no era muy cómoda. Sus sentidos se encontraban revueltos, sin poder darle respuesta a las preguntas de Harry. ¿Dónde se encontraba? ¿Qué sucedía alrededor? ¿Quiénes eran esas personas que se oían a la lejanía? 
 


 

Durante minutos sintió como si estuviese dentro de alguna cosa en movimiento. La vibración en su cuerpo y el dolor no cesaban. Arrugó un poco su rostro cuando percibió unas finas agujas entrando en unos de sus brazos. Sin embargo, no podía hacer algo al respecto para averiguar qué sucedía. 
 


 

-¡El chico aún tiene pulso! -escuchó una voz femenina, aunque un poco distorsionada. Este intentó abrir sus ojos, y todo se veía borroso, y con unas luces apuntando directamente sus ojos, haciéndole imposible la tarea de identificar dónde se encontraba. 
 


 

-Aún no debe abrir los ojos, sigue en un estado delicado. Has que se duerma, -una voz masculina habló en tono autoritario, y al parecer la chica obedeció, ya que otra fina aguja traspasó su piel; sintiendo el líquido frío pasar por sus venas. Inmediatamente todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, y sus párpados se volvían más pesados. 
 


 

A partir de allí, no supo más nada de lo que sucedía. Vagas imágenes del accidente pasaban por su mente como un flash. Todo era confuso y nada claro, como si su cerebro no fuera capaz de enviarle la información que necesitaba. Se sentía desorientado, sin poder tener ideas claras, y su subconsciente no era de mucha ayuda. 
 


 

Casi se daba por vencido con la tarea de recordar qué había sucedido. Cuando, repentinamente, una serie de sucesos comenzaron a reproducirse tal cual en su mente. Pudo ver el momento en el que iban en el auto hablando tranquilamente, y cuando un camión chocó frente a estos, haciéndolos caer por un barranco a los lados de la carretera. 
 


 

Sintió mareos al recordar las vueltas que daban dentro del auto. Hasta que vio a Melissa aterrorizada, aferrándose al asiento y cerrando los ojos con fuerza. Algo dentro de su corazón rugió, deseando inconscientemente poder actuar para ayudarla. Repentinamente, la imagen de esta con la lata de la puerta del auto atravesando su estómago se clavó en su mente. Algunas gotas de sangre cayeron en el rostro de Harry, y de su boca caía como cascada la espesa sangre.
 


 

-¡Melissa! -se levantó exaltado, respirando agitadamente y enfocando el lugar en el que se encontraba, en busca de algún rastro de la chica. 
 


 

Luego de unos cortos segundos, notó que estaba dentro de una habitación con paredes blancas. Fijó su vista a su brazo derecho, donde se encontraba conectado a algunas máquinas que desconocía el nombre. Intentó levantarse, pero un dolor insoportable proveniente de su cabeza no se lo permitió. 
 


 

-¡Doctor, ya despertó! -escuchó una voz, la cual de inmediato reconoció como la de su madre.
 


 

Su vista se posó en la puerta, que fue abierta de manera abrupta por un señor moreno y alto, junto a una enfermera. Estos se acercaron a Harry, haciendo su trabajo revisando las máquinas y la vía intravenosa en su brazo. Notó, hasta ese momento, que su cabeza estaba vendada por una gruesa capa blanca, pero a la vez cómoda. 
 


 

-¡Melissa! ¿Dónde está Melissa? Díganme dónde está, debo ir a buscarla. -dijo Harry, mientras intentaba levantarse de la camilla para ir en busca de su amada. 
 


 

-Todavía no puede levantarse, joven Scott. Se encuentra un poco delicado aún, cualquier movimiento brusco o fuera de lugar podría tentar contra su salud. -recalcó el doctor, mirando a su madre en señal de que debían cumplir las indicaciones que anteriormente le habían dicho, antes de que Harry hubiera despertado.
 


Este salió junto a la enfermera, dejando la habitación en silencio.

-Madre, déjame buscarla. Está mal, muy mal. ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿También la trajeron a ella? ¿Dónde está? Todo sucedió tan rápido, mamá. ¿Cómo nos encontraron? -Harry escupió todas las preguntas que pasaban por su mente, con un poco de afán de saber qué sucedió con exactitud.

-Hijo, ustedes tuvieron un accidente de tráfico. Al parecer, el responsable del choque no se responsabilizó de nada; es como si hubiera desaparecido de la tierra. Así que, un hombre que iba conduciendo justo por allí, los encontró y llamó a emergencias. Luego de allí, llegó la ambulancia y los llevaron inmediatamente a emergencias. Melissa se encontraba en peor estado que tú, hijo. Justo ahora se encuentra en quirófano, hace una hora está metida allí. Por tu parte, sólo recibiste un golpe algo fuerte del pequeño radio que tenías en el asiento delantero, -respondió su madre, en un intento de tranquilizar a su hijo.

-Por favor, déjame levantarme de aquí para esperarla, mamá. Te lo pido, -pidió Harry en modo de súplica, con las lágrimas amenazando con salir. -Necesito estar allí.

-Yo... De acuerdo. Pero intenta no realizar movimientos bruscos, a penas acaban de quitarte la vía intravenosa. -aceptó esta, pero recordando lo que dijo el doctor. A pesar de que no quería dejarlo, imaginaba el dolor por el que estaba pasando.

Harry se levantó con cuidado, pero con cierta prisa. Temía por la salud de Melissa, y en ese punto no le importaba tanto la suya. Que ella estuviera bien le era suficiente para estar tranquilo.

Salió de la habitación, dirigiéndose al área donde realizaban operaciones. Conocía perfectamente el camino, pues ya había estado antes en ese hospital. Encontró el pequeño letrero que señalaba la sala de espera, y se adentró allí.



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En el texto hay: tristeza, amor, murte

Editado: 12.10.2020

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