"The Sky" - A puro Rock and Roll

Capítulo 4

La tarde del día siguiente hubo reunión de miembros de The Sky en mi casa. La charla comenzó serena, hablando sobre la «posibilidad» —sí, entre comillas— de acercar la fecha de la presentación del nuevo disco. La misma estaba programada para principios de mayo. Faltaban seis semanas exactamente. Jim, el baterista, casi se desmayó cuando con Ian insinuamos tocar dentro de una semana y media. Chris nos miró incrédulo, evidenciando su profunda consternación.

Los dos se negaron en redondo e insistieron que la fecha era inamovible; que las entradas y los folletos publicitarios ya habían sido impresos y esparcidos por toda la ciudad; que había sido la fecha más cercana que habíamos conseguido en el célebre teatro Brown; y que era lo mejor que podíamos conseguir en Hertford si hablábamos de lugares de alta categoría. Cualquiera que pensara en desaprovechar una oportunidad como esa evidentemente había perdido el juicio. Tocando allí, la publicidad se hacía sola. El teatro contaba con la mejor clientela de la ciudad y sus alrededores; y se decía que ahí mismo un cazatalentos había descubierto a los Purple Roll hacía algunas décadas.

De hecho, no fue nada fácil conseguir una reunión con el encargado de eventos. Fue un terrible dolor de cabeza lograr que nos hicieran un lugar entre su selecta cartelera. Chris tuvo el mérito del éxito; peleó como un león y consiguió negociar las condiciones. Sus padres eran abogados y él había abandonado la carrera de Derecho cuando le faltaban seis materias para recibirse. Por ahora no tenía intenciones de retomar, dado que había conseguido el empleo de sus sueños: era columnista en el Magazine Blues&Rock; una de las revistas rockers más prestigiadas de toda Inglaterra.

No hubo manera de convencerlos, y me devastó pelear por algo que sabía muy bien que era una injusticia. Ian se sentía igual que yo; totalmente contrariado y avergonzado por la culpa. Lamentablemente eso no fue todo… Más bien había sido apenas el principio del drama. La situación se puso realmente fea cuando Jim y Chris preguntaron por qué insistíamos tanto en cambiar la fecha… ¡¡¡MALDICIÓN!!! ¿Cómo se me había podido escapar ese detalle?

Ian observó cómo mi rostro se puso blanco como el papel, y para tratar de salvar mi pellejo, dijo que un sujeto se había contactado con nosotros para llevarnos de gira a Portugal. Comprendió tarde que había sido el peor error de su vida, y enseguida deseó ser tragado por la tierra. Jim y Chris se levantaron indignados, enfurecidos porque nos íbamos sin ellos, y nos confesaron que siempre habían pensado que en algún momento los íbamos a dejar plantados para fugarnos en busca de una mejor oportunidad para lucirnos.

—Al diablo con el Red Red Diamond. No necesitan incompetentes en Portugal, ¿no es así? —dijo Chris segundos antes de cerrar la puerta.

Sus palabras quedaron resonando en la habitación. Ian dejó caer su espalda sobre el respaldar del sillón, visiblemente acongojado. No hice ningún comentario sobre su error. No deseaba hundirlo aún más en el remordimiento. Jim era un gran amigo que se había sumado al curso durante los últimos años de preparatoria. Desde ese momento él, Ian y yo habíamos sido inseparables. Era doloroso pensar que habíamos destruido el sueño de finalmente consagrarnos; pero mucho peor todavía era ver como nuestra amistad se hacía añicos por culpa de un mal entendido. Jim y Chris son tipos que no hubiera remplazado por nadie, lo juro. Sin embargo, la conciencia me castigaba y me tildaba de hipócrita, porque de una manera u otra había decidido, y en esa elección los había dejado afuera, junto a las metas que teníamos como banda, como familia.

A Chris lo habíamos conocido tiempo después, durante la graduación. The Sky tuvo el honor de tocar algunos temas en el acto de finalización académico. Fue una gran oportunidad para dar a conocer los temas propios, nuestro primer demo. Para cerrar el show decidimos tocar un reconocido tema de los Purple Roll; aunque claramente versionado a nuestro modo, ya que tuvimos que obviar el extenso solo de teclado. Fue un momento memorable, que nos hizo conseguir una cantidad insólita de halagos.

Apenas nos bajamos del escenario se nos acercó un joven bien vestido, que se ofreció a colaborar en el desarme de los equipos. Nunca habíamos visto a Chris antes, quién rápidamente nos dijo que no había estudiado en nuestra escuela y que se había graduado hacía dos años. Nos habló en un lenguaje tan técnico que nos hizo pensar que era ingeniero de audio o algo por el estilo. Quedamos sorprendidos cuando nos reveló que estudiaba Derecho. Chris nos comentó que viajaba de Londres a Hertford todos los fines de semana y que hacía mucho tiempo que quería formar una banda con aspiraciones Rock & Blues, básicamente al estilo de The Sky.

Chris nos dijo que tenía un órgano Hammond y que se había iniciado en la música tocando temas de los Purple Roll. Jim, Ian y yo intercambiamos miradas de asombro, y al otro día los cuatro nos juntamos en el sótano de mi antigua casa. Él estaba feliz con nosotros, y nosotros estábamos felices con él. Tanto fue el orgullo que llegamos a pensar que no lo merecíamos como nuestro tecladista. Chris era un genio, y no exagero cuando digo que no tiene nada que envidiarle al fenomenal Richard Jones.   



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En el texto hay: musica, musica rock, rockeros

Editado: 24.02.2019

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