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Hace algunos días me estoy sintiendo acechado, tengo miedo, no se qué hacer, voy a huir a la ciudad, pero antes tengo que dejar registro de lo que me sucedió por si esa cosa no me deja llegar a mi objetivo.

Mi nombre real no importa, tampoco importa saber dónde vivía exactamente, solo diré que era una cabaña acogedora a las afueras de una gran ciudad.

Cuando todo comenzó, me encontraba viviendo solo en mi cabaña, me gustaba valérmelas por mí mismo, vivía de la caza de animales y muy rara vez iba a la ciudad.

Aún recuerdo con horror la noche en la que todo empezó. No sé cómo sucedió todo, para cuando me di cuenta ya estaba envuelto, al principio pensé que no era algo tan grave, pero poco a poco la situación me fue sobre pasando sin que yo me diera cuenta y para ahora que me di cuenta con que estaba lidiando realmente ya era demasiado tarde. Siento demasiado miedo y no se que hacer, solo se que no voy a soportar una noche más aquí, porque se que si me quedo aquí tarde o temprano esa cosa va a encontrarme y no se lo que pueda pasar.

Pero para que entiendan todo lo que ha acontecido estos días tendré que contarles lo que sucedió en todo este tiempo, para que así puedan entender mi terror, mi sufrimiento y mi miedo.

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Yo era un hombre muy tranquilo, me gustaba sentarme en la terraza de mi cabaña a leer uno de los varios libros que compraba cuando tenía que ir a la ciudad a comprar agua o vender algún venado si ya no tenía dinero, aunque tenía algo que había ahorrado en mis tiempos de juventud cuando vivía en la gran ciudad. Desde mi terraza no había un paisaje muy bueno, pero me gustaba, estaba algo acostumbrado a ver el un pastizal de verano algo amarillezco que había ahí, un árbol cómo a 5 metros de la terraza que quedaba a un costado de un angosto camino de tierra de unos 10 kilómetros de largo que daba a la carretera que dirigía a la ciudad, mientras que por el otro lado se veía el bosque que de noche tenía una pinta tenebrosa ya que quedaba algo oscuro, a veces iba al bosque en el día a pasear o ver como estaba todo el ambiente, ahí me sentaba a leer, pensar o simplemente descansar, respirando el aire puro de la naturaleza, ese típico aire que te agradecen los pulmones y te relaja el cuerpo.

Recuerdo con extrañes esa noche de miércoles a las 7:26 de la noche, cuando todo el bosque que se veía a un costado de mi cabaña estaba en silencio y solo se oía el suspirar de la copa de los árboles que se movían un poco por el viento breve que soplaba del este.

Creo que fue ese día cuando todo empezó. O por lo menos, ese día cuando me percaté de ese extraño sonido, que al principio no logré percibir, pero que poco a poco empecé a entender.