Esa misma tarde me armé de valor, todo el valor que un hombre pueda tener, cargué mi rifle, afilé mi cuchillo y esperé a que cayera la noche.
Eran alrededor de las doce y cuarto cuando decidí salir a la puerta armado con mi rifle, un pequeño revolver de calibre 38, una linterna y mi cuchillo de caza. Al salir lo primero que hice fue mirar hacía el árbol, el árbol donde noche anterior se había escondido una criatura para mi desconocida y que por su forma de actuar me estaba cazando, yo era su presa. Pero a partir de ese momento eso estaba por cambiar.
Salí de mi cabaña, iluminé con mi linterna al árbol donde la noche anterior se había escondido esa cosa. No había nada. Con temor seguí avanzando mientras escuchaba el sonido del viento en la copa de los árboles, los grillos e incluso búhos en el bosque, en el ambiente pregnaba un olor indescriptible, era asqueroso, pero a la vez tolerable. Seguí caminando por el viejo camino de tierra que daba a la carretera con miedo de introducirme por completo en el bosque. Caminé hasta que amaneció. Nunca vi nada. Nunca escuché nada más allá de los terroríficos sonidos de la noche en soledad. Me decepcioné, pero en el fondo admito que sentí más alivio que decepción. Así que consumado por el cansancio decidí regresar a mi cabaña.
Al llegar miré la hora, eran las 8:30 AM, agotado por la larga caminata me tiré directamente en la cama sin probar comida alguna. A las 2:46 PM me desperté luego de una larga pesadilla en donde una criatura horrenda me enterraba sus garras largas y podridas en mi estomago para luego huir a cuatro patas mientras me desangraba. Bajé de mi cama que estaba en el ático - Para ahorrar espacio en la cabaña - y bajé a la cocina para hacerme algo de comer. Tomé un poco de carne de venado y me hice un estofado, comí y luego salí al patio y me senté en la mecedora y poco a poco me empecé a quedar dormido cuando sentí que una extraña cosa me tocó el hombro, me desperté de un gran salto para darme cuenta de que estaba completamente solo sentado en mi mecedora.
Asustado y temblando me empecé a preguntar a mí mismo: "¿Acaso me he quedado loco? ¿Qué rayos está pasando aquí? ¿Estoy teniendo episodios de esquizofrenia?".
"¡No! Por un carajo, había visto las huellas, había vivido aquí por mucho tiempo y nunca había pasado algo parecido".
No estaba loco e iba a probármelo a mí mismo. Al caer la oscuridad y ocultarse el sol en el horizonte y ascender la luna en el cielo decidí entrar a mi casa, después de pensármelo un momento decidí que esa noche iba a descansar y que tal vez me tomaría la próxima también, así que bajé las escaleras del ático y subí a dormir alrededor de las 8:30. Esa noche pude descansar bien, el alivio de no haber encontrado nada la noche anterior me hizo tener un poco de paz interior, así que en la mañana siguiente bajé, tome una ducha, desayuné, me lavé los dientes y decidí ir a explorar los alrededores de la cabaña, solo para asegurarme de que no había pasado nada mientras dormía. No encontré nada, por lo cual me alivié aún más e incluso en el fondo llegué a pensar que probablemente ahí había terminado todo, pero una parte de mí sabía que solo me engañaba a mí mismo.
Esa semana transcurrió con normalidad, no vi nada extraño aparte de lo común, de día hacía lo típico, disfrutar de una vida lejos de las falsedades de la sociedad, tranquila sin preocupaciones y de noche estaba empezando a tranquilizarme, incluso estaba retomando mi lectura nocturna que antes de eso para mí era una rutina y algo que en parte hacía que el día valiera la pena, tampoco me atormentaron los fantasmas de la soledad esa semana, pasé una buena semana, tranquila pero buena. La carne siervo se había agotado, motivo por el cual me veía obligado a cazar otro, algo no muy difícil para mí, acostumbrado a la vida de caza ya se había vuelto algo normal en mí. Todavía tenía una buena reserva de agua y ya no habían pasado sucesos extraños, así que no pensé mucho en ir a la ciudad. Grave error. Para mi desgracia lo peor estaba aún por venir.