V

En la mañana me alisté como era de costumbre, alisté mi rifle, mi pequeño revolver corto calibre 38 y mi cuchillo de caza y salí a buscar lo que sería mi sustento o comida durando por lo menos una semana. Me adentré en el bosque, con un pequeño porcentaje de miedo aún debo admitir, aún estaba algo nervioso por lo que me había ocurrido la semana pasada. Estuve caminando varias horas hasta que a lo lejos me pareció ver un ciervo pastando tranquilamente, me acerqué con sigilo por entre las ramas casi a puntillas. Me escondí, tomé mi rifle, apunté, paré mi respiración para tener una mejor puntería, le apunté directo al cuello y disparé. El ciervo cayó muerto casi instantáneamente y salí corriendo a acercarme a él para llevármelo. Lo cargué y me lo monté en mi hombro y emprendí el largo camino a casa, cabe recalcar que me sentí todo el camino observado, como si algo estuviera escondido en alguna parte del bosque mirándome, preparándose para acecharme, esto solo provocó que caminara más rápido por el temor a que cayera la noche y yo aún estuviera en el bosque. Al casi caer la tarde llegué, me senté un rato, luego lo despellejé, lo preparé y lo metí en la nevera. Terminé a las 10:56, agotado al extremo tomé una ducha y subí al ático a dormir. Me despertó un extraño ruido en la madrugada, era como si movieran mis muebles y las pertenencias que tenía abajo, era como si alguien o algo estuviera allá abajo buscando algo o a alguien, inmediatamente sentí temor al recordar lo que había vivido, en el ambiente estaba el mismo olor a muerte que había olido días anteriores y de inmediato supe que esa cosa estaba aquí.

No me atreví a salir a enfrentarlo, mi miedo era extremo, no sabía qué hacer, creo que me volví loco en ese momento o no sé qué pasó, solo me recosté en un rincón de la habitación y en cuclillas rezaba para que todo pasara, no quería estar ahí, no quería que esa cosa me encontrara y que se hiciera realidad lo que pasaba en mis pesadillas, estaba aterrado, casi entro en pánico y hago algo estúpido, pero por suerte para mi logré controlarme.

Luego de un momento dejé de escuchar sonido alguno así que por curiosidad de saber que era esa extraña criatura miré por una pequeña raja que se formaba entre los tablones del techo. ¡QUÉ HORROR! No podía creer lo que mis ojos veían. Al asomarme vi una extraña criatura perdiéndose en la oscuridad, de alrededor de tres metros de altura, encorvada sobre su espalda, delgada casi hasta los huesos, sin pelo, solo con largos mechones que le caían sobre los hombros, largos brazos que le colgaban casi hasta tocar el suelo, con largas garras afiladas y podridas al igual que las que había visto en mi sueño, con unas patas delgadas y pies extraños con solo cuatro gruesos dedos sin uñas, pero lo que más me aterró fue ver su rostro cuando dio un último vistazo a la casa. ¡SU ROSTRO POR DIOS! ¿Qué demonios era esa cosa? Tenía facciones humanoides, sin cejas, unos ojos penetrantes de un puro color tan rojo como la sangre, no tenía fosas nasales, solo dos enormes hoyos en donde debía ir su nariz, y una enorme boca que esbozaba una enorme sonrisa casi de oreja a oreja donde se asomaban unos enormes dientes putrefactos.

Debí caer inconsciente en ese momento ya que cuando me desperté había amanecido. De forma inmediata tomé mi libreta y un lapicero y escribí este diario para dejar informe sobre esa horrible criatura que parecía un ser sacado de otro mundo.

¡No puedo soportarlo más! Fue suficiente, esta cosa me supera, pensé que lidiaba con una clase de extraño animal, no con una bestia que no parecía nada visto por el ojo humano o por lo menos descrito en algún libro o historia antigua hasta ahora. Ya me decidí, hoy mismo me iré a la ciudad, tomaré mi camioneta y conduciré lo más rápido que pueda hacia la autopista. Por sus antecedentes creo que no ataca de día. Por favor deséenme suerte. Si no llegó con vida a la ciudad o no encuentran mi camioneta, o peor aún, mi cadáver, quiero que sepan que luché con todo hasta el final.

Escucho susurros cada vez más cerca, creo que viene por mí.
 

Fin...