The Star In Your Eyes

Capitulo 1. Un desconocido y Julieta

Era un chico, uno muy joven, de cabello negro como el carbón y unos ojos color miel, se notaba que era alto, aunque ahora estaba un poco encorvado por la lluvia. Su mirada era penetrante y un poco suplicante, me quede muda cuando lo vi.

Pero todo el asombro que sentí al verlo desapareció cuando lo vi entrar corriendo a mi casa, rápidamente el asombro y admiración que sentí hacia el joven se convirtió en indignación casi inmediata ¿Cómo podía entrar a mi casa como si nada?

Okay, tal vez era mi culpa por haberle abierto la puerta y tal vez no debía molestarme, pero ¿Cómo es que entró aun sin pedir permiso? Sé que está lloviendo y toda la cosa, pero nadie me puede culpar por no querer dejar a un desconocido a mi casa a las tres de la mañana, es casi inhumano.

— ¿Qué estás haciendo aquí? - casi susurré, a pesar de que el chico estaba lejos de mí, pero igual sé que me escuchó porque volteó a verme - No mejor, ¿quién eres?

El ambiente era silencioso, no se podía escuchar más que nuestras respiraciones, los grillos nocturnos y las gotas de agua que caían de la ropa del joven. Ahí me di cuenta de que en verdad estaba empapado y que necesitaba cambiarse urgentemente o pescaría un resfriado.

— Espera aquí - le dije y casi recé para que en verdad me hiciera caso.

No es que desconfiara, pero no quería creer que al regresar con las toallas y un poco de ropa para que se cambie, mi sala completa ya no estaría o que en el momento menos esperado, aparecería detrás de una puerta con un cuchillo de mi cocina y me cortaría el cuello y arrancaría mi cabeza de su lugar. Okay, no confiaba para nada, pero a pesar de todo lo dejé entrar a mi casa. Irónico.

Fui corriendo a la habitación de invitados que tenía para cuando mis padres se quedaran y busqué entre los cajones de ropa, sin luz fue relativamente difícil encontrar algo, pero finalmente encontré unos pantalones y una camisa que muy bien creí que podría usar al chico sin nombre. Luego fui al baño y conseguí un par de toallas limpias, esperaba que ese chico de verdad apreciara lo que estaba haciendo por él.

Cuando volví a la sala, el chico misterioso aún seguía en el mismo lugar, solo que ahora miraba directamente a la chimenea, específicamente las fotos que estaban encima de esta misma, las fotos de mi familia.

— Son lindas fotos - su voz ronca salió en un susurro - se nota que son muy unidos - dijo aun viendo las fotos.

— Lo somos - le respondí - los amo, son lo más importante que tengo - no tenía idea de por qué le estaba diciendo eso, pero supuse que era por lo mismo que lo deje entrar, no sentía que podría ser alguien peligroso.

— Mi nombre es Ethan, lo siento por venir a tu casa de esta manera, te debiste haber asustado mucho.

Quise decirle que sí, quise ser sincera y decirle que no podía tocar casas de desconocidos en la madrugada, en cambio, lo que de mi boca salió fue un - no te preocupes, de todos modos estaba despierta. Por cierto, mi nombre es Julieta.

— Encantado de conocerte, Julieta.

Me acerqué a él y le entregué tanto la ropa como las toallas.

— No hay luz, ni velas. Por lo que puede ser un poco incómodo el tener que cambiarte en la oscuridad, así que yo solo iré a otro lado mientras te cambias, luego de eso debemos hablar - al momento de hablar utilice mi voz y rostro más escalofriante que pude usar.

Él solo asintió y comenzó a pasar una de las toallas por su cabello, mi señal para irme a otro lado.

Fui a mi habitación donde me quede sentada en mi cama, con calor al rededor de quince minutos, estaba nerviosa, ya no sospechaba que me fuera a matar, pero aún seguía el sentimiento de nerviosismo. No sabía por qué.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no escuché los pasos que se acercaban a mi habitación, no me di cuenta hasta que vi una cabeza asomándose por el umbral de mi puerta.

— Hola - dijo, haciendo que me sobresaltara y diera un grito.

— ¡Maldita sea! Me asustaste - expresé mientras ponía mi mano izquierda en mi corazón - por favor no andes asustando apersonas así, las personas de mi edad ya no aguantamos tanta adrenalina.

— lo siento, no sabía que te sorprendías tan rápido - dijo con aparente verdadero arrepentimiento.

— No te preocupes - medio dije con una exhalación mientras me levantaba de la cama - no tenía por qué saberlo, igual fue culpa mía por estar tan concentrada en mis pensamientos.

Me acerqué lentamente a él una vez más, me sentía como una presa caminando hacia su depredador, no podía asegurarlo, pero estaba segura de que el chico me estaba viendo fijamente.

— Veo que te queda bien la ropa de mi papá, es una suerte que siempre deje una muda cuando viene de visita.

— Sí, me queda un poco ajustada en la espalda, pero el resto está bien - se encogió de hombros.

Luego de eso todo quedo en silencio, otra vez.

— ¿Quieres ir a la sala junto a la chimenea? - intenté iniciar una conversación para apartar el silencio incómodo que se había formado en el ambiente - hay más luz y podemos hablar con calma.

Le recordé la charla que teníamos pendiente, tenía curiosidad, quería saber su edad, de donde venía, por qué estaba a esta hora de la madrugada en la carretera. Ya casi eran las cinco de la mañana, pero no tenía sueño y necesitaba respuestas. Literalmente.

— Está bien - dijo simplemente y se dio media vuelta para caminar hacia la sala.

Mire su tonificada espalda mientras caminaba, no quise que mi mirada se fuera más allá, pero sucedió, también tenía un buen trasero. Rápidamente, me sonrojé y volví mi vista hacia arriba. Mentalmente, me di unos golpes en las mejillas y comencé a caminar hacia la sala también.

Debía calmarme, no era ninguna adolescente para tener las hormonas alborotadas, no ya era una adulta, con un trabajo de adultos, una vida de adultos y con responsabilidades de adultos. Sí, ya era una adulta completa.

Cuando ya estuvimos en la sala, completamente sentados y frente a la chimenea, finalmente pudimos hablar.




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