The things that breaks heart

Capítulo 01

Ellas

A pesar que tengo un poco tapados los oídos, pude escuchar que estoy, que no es nada de preocuparse. No creo que estén siendo honestas conmigo, no cuando siento que estoy a punto de morir. No puedo respirar bien aún, duele hacerlo al igual que intentar moverme. En especial la cabeza. Tengo la tentación de tocar la parte trasera de mi cabeza, demasiado, pero duele, así que ni siquiera lo intento después de haber subido a un automóvil, acompañada de estas chicas.

Ha pasado tiempo desde que me sacaron de estar bajo tierra…¿cuánto tiempo? No lo sé. No he dicho ninguna palabra, es imposible emitir algo de mi boca. Solo pienso en la sofocación de estar ahí abajo, trato de comprender qué estaba haciendo ahí y lo que mi mente puede recordar y ver es oscuridad. No hay ninguna señal que me diga la razón.

No sé a dónde vamos. No entiendo nada de lo que pasa. Solo las observo hablar y puedo escuchar poco no solo porque tenga tierra en mis oídos, sino que también he estado perdida en mí, adentrándome al dolor que se intensifica cuando hay leves movimientos en el auto. Veo a los árboles pasar, en medio de la oscuridad. Observo por el vidrio delantero. Vengo justo en medio de dos chicas: Una chica con su cabello largo es un hermoso color avellana con ondas naturales de mi lado derecho. De mi lado izquierdo viene una chica son su cabello lacio, negro muy intenso.

Se me ha olvidado quién de ellas me ha sacado de ahí abajo. Todo está muy nublado en mi cabeza. Hay una leve distorsión en lo que veo, todo se ve tan extraño e irreal. Miro mis manos. Están sucias, algunas partes están impregnadas de tierra que ahora ya está seca. Hay también manchas rojas, moradas o verdes, no lo sé, no puedo ver bien. Sé que duele, eso lo tengo muy presente.

Me he perdido por mucho tiempo en mi mente, tanto que ya hemos llegado a un lugar. Un lugar donde hay casas, no tan juntas, tienen su espacio muy amplio alrededor. Nos dirigimos a una en específico: la más alejada de otras y la cuál es la última. Es la más amplia y luce muy lujosa.

Se han bajado al instante en han apagado el auto, como si temieran de algo o de alguien. Tal vez me dejen aquí…

Lo que hacen las chicas que han ido a mis lados se bajan igual de rápido. Todas se pasan al lado derecho del auto para juntarse en bola mientras hablan en un susurro. No pasa ni un instante y una de ellas entra al auto para atraerme hacia la orilla del asiento. Me ayudan a ponerme de pie entre todas. Me quejo al instante.

Siento el frío chocar contra las partes desnudas en mi cuerpo y me ayuda a sentirme más despierta.

—¿Te duele mucho? —Alcanzo a escuchar que una de ellas me pregunta, de manera tranquila y atenta. me dedico a mirarla, no las he observado mucho a pesar de que tengo mucha curiosidad por ellas. Solo he podido estar concentrada en mi dolor, no puedo evitar enfocarme en eso. La miro y trato de recordar quién es. Creo que es una de las chicas que iba enfrente, creo que es la que conducía, tal vez. Su cabello corto es muy llamativo por sus colores. En su raiz es oscuro y cuando miras a sus puntas puedes ver una diferencia de color.

Me mueven otra vez y esta vez me quejo más fuerte, casi como un grito. Una de ellas tapa mi boca con su mano al instante. Dirijo la mirada hacía su brazo y recorro todo el brazo hasta llegar al rostro de quién lo está haciendo. Es la chica que iba a mi lado derecho, la rubia. La puedo observar mejor, sus ojos color verdes vibrantes que están un poco más abiertos, como si estuviera preocupada.

—No, no —niega con la cabeza, de manera rápida. Todas dejan de avanzar. Esta chica mira a su alrededor, en alerta como si se tuviera que asegurar de algo—. Perdón. —Dice, mirándome a los ojos, con una leve sonrisa nerviosa. Veo como traga grueso cuando todas se miran entre sí para después avanzar.

Entre más avanzamos, más sufrimiento es para mí y más presión en mis labios hace esta chica para que no emita más mis leves gritos y quejas. Intento no hacerlo, pero es imposible que no salgan en automático. Mis brazos rodean los cuellos de dos chicas que están a mis lados, las que son mi apoyo para caminar. Me sujeto de sus hombros y cada vez que avanzamos encajo mis uñas dañadas en sus pieles y hasta mis uñas duelen al hacer eso. Siento una gran inquietud por querer que esto ya termine. No soporto hacer otro simple movimiento.

Comienzo a ver nublado, por las lágrimas que se han acumulado en pocos segundos. No entiendo nada de lo que pasa. Solo quiero sentirme bien, quiero que se vaya el dolor tan intenso que me invade.

—Lo sentimos mucho —una de las pelinegras me dice, con su voz suave,baja y abrumada. Su rostro parece ser como el de una persona mala, pero su actitud dice todo lo contrario. Me inspira cierta confianza, una confianza que aún no puedo sentir. Esto solamente me hace querer temer de todo, de ellas. Me siento en peligro y las reacciones de ellas me dicen que debo de temer. —. Perdón, perdón, perdón. Traeré hielo.

Veo como se gira para irse hacía la puerta cerrada, es la entrada a la casa. Atraviesa el resto del patio que queda por cruzar.

Miro a mi alrededor, haciendo un intento de distraerme del dolor y del hecho que ellas ya están comenzando a asustarme.

Seguimos avanzando, cada vez estamos más cerca de la puerta. Me pregunto qué pasará después conmigo.

—¿Y las llaves? —Escucho a aquella chica a lo lejos hablar. En definitiva no me habla a mí.




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