Creo que estoy bien.
O al menos eso dicen mis supuestas amigas.
No sé en realidad si es verdad. No siento que sean del todo honestas.
Dicen que por suerte me han encontrado antes de que haya muerto en el bosque. Ahí me han encontrado.
Por alguna extraña razón nadie quiere llevarme a un hospital. No sé si mis heridas sean graves, supongo que no. No puedo mirarlas solo sentirlas. Ellas me miran mucho, están tan atentas a lo que hago. ¿Me veo mal? No lo sé. Solo sé que me he despertado bajo una manta que estaba cubierta de hojas secas, en medio del bosque, de noche y lejos de la carretera.
Somos cinco en la habitación. Me siento sofocada.
—¿Te duele mucho? —Una de ellas me pregunta. Supongo que se refiere a mi ojo, que de seguro debe estar morado. Pero mi ojo no se compara con el dolor en mi parte trasera de la cabeza—. ¿Quieres hielo? —Esta vez me dedico a mirarla, no las he observado mucho a pesar de que tengo mucha curiosidad por ellas. Solo he podido estar concentrada en saber qué me pasó y por qué.
—Por favor. —Digo y ella asiente. Veo como se gira para irse. Ella es más alta que yo, su cabello largo es un hermoso color avellana con ondas naturales. A pesar de que ya se ha marchado por la puerta, puedo recordar su rostro lleno de pecas, sus ojos color marrones y sus cejas delgadas. Podría deducir que es la más amable de todas solo por su apariencia. Si no recuerdo mal, ella se llama Brissa.
—¡Bri!, ¡primero que se dé una ducha! —Una de ellas, específicamente la pelinegra de cabello corto que parece ser la más dura del grupo, alza la voz lo suficiente como para que la escuche. Por un momento parece que no la ha escuchado, pero regresa y vemos que no trae nada en manos además de un vaso con agua—. No lo digo porque porque crea que apestas y que por eso debes bañarte, no. Lo digo porque te ves mal, tienes mucha sangre en la cabeza, además de que estabas tirada en el bosque y en el bosque hay muchas cosas sucias que…
—Flor, Flor —interrumpe la castaña oscura de cabello largo de hasta atrás, creo que es Lydia, la dueña de esta casa a tan poca edad—. Ya lo dejaste claro.
—¡Grace!, ¡¿Podrías poner agua en la bañera para Mara?! —Bri alza la voz. Creo que se refiere a la que está en la sala de estar. Supongo que alguien más va a ducharse antes de que yo pueda hacerlo. La tal Grace no contesta, solo escuchamos el sonido de una puerta cerrarse y que una llave se abre.
—Lydia, como sabes: es tu casa. Y, tú y Mara son de la misma talla casualmente… —comienza a decir la pelinegra.
—Ni modo que diga que no. No soy mala amiga —bufa Lydia, la de cabello más corto, la que ubico por su distintivo piercing en la nariz. Ella se apresura a avanzar hacia las escaleras. Supongo que arriba debe estar su habitación y que va por un poco de ropa —. Mara, ¿te importaría subir un momento? Aún no entiendo tu estilo.
Creo que ya estoy entendiendo a quien se refieren con ese nombre “Mara” . Se refieren a mí, ¿acaso así me llamo? Tal vez sí, sino ¿por qué otra cosa pueden referirse a mí con ese nombre?
Por lo menos acabo de enterarme como me llamo, es un avance, ya que no recuerdo nada de mi vida antes de ser encontrada por ellas.
Grace me ayuda como apoyo para caminar cuando nota que se me dificulta y que estoy temblando. El dolor me impide hacer muchas cosas, como pensar en otra cosa que no sean las heridas que tengo y en cómo me está matando. ¿Y si muero? Siento que estoy muy cerca de eso.
Por suerte las escaleras no son muchas como para quejarme, pero las suficientes como para que me dejen sin aliento. Y la que me acompaña se da cuenta cuando ya vamos por el último peldaño así que no menciona nada al respecto.
Entramos a la habitación y lo primero que veo es el armario, puedo ver toda la ropa ya que está abierto. Lydia me mira un breve momento para después ver al armario buscando alguna prenda.
—¿Quieres algo ajustado?¿Algo holgado? —. Me vuelve a mirar—. Tú dime. O si quieres echa un vistazo y lo que más te guste lo tomas. —Asiento.
—Bueno, te dejaremos —dice Grace al instante en que yo me pongo a darle un vistazo a la ropa.
—No voy a dejarla sola así —suelta Lydia por lo bajo, pero claro que la he escuchado, estamos cerca. La otra chica tira de su brazo diciendo algo por lo bajo, que por cierto no pude escuchar claro, así que no sé exactamente qué fue lo que dijo —. No tardamos, Mara —avisa y yo solo puedo asentir, pero no me ve hacerlo porque se van antes de hacerlo.
Lo primero que veo es un top de color verde oliva velvet. Y me gusta así que lo tomo y lo pongo sobre la cama. Después buscó con la mirada algunos jeans y no tardo en encontrarlos. Están en la parte de abajo, doblados perfectamente. Tomo uno que está por encima, no me importa mucho el estilo que sea. El estilo de Lydia me gusta así que eso del estilo en los pantalones es de mi menor preocupación.
«Bien, ¿ahora qué es lo que sigue?» «Ah, la ropa interior»
Miro los cajones que están en la parte media del armario. Me imagino que pueden estar ahí. Me acerco más y los abro. El primero que abro tiene calcetas y no es lo que me interesa. Abro el cajón de al lado y entonces doy con las bragas. Tomo una braga y la pongo sobre la cama.