Permanecen callados mientras que a mi se me salen las lagrimas. La fresca imagen de mis amigas desangrándose aún sigue en mi mente. Estoy siendo invadida por la rabia que ahora estoy desarrollando por ellos, además de miedo. Por alguna razón, si me pidieran algo, lo haría sin dudar. No quiero terminar igual que ellas.
Pasa el tiempo y mi mente se cuestiona si en verdad esto es real, si en verdad mis amigas han muerto. Me hace pensar en si todo esto es un sueño. Todo esto pasó demasiado rápido. Y si, aunque no tenga noción del tiempo, puedo decir que todo fue así de rápido.
No debería. No quería hacerlo. Pero si quiero confirmar lo que está pasando, tengo que ver qué está pasando a mi alrededor. Y si eso significa ver cómo están mis amigas, pues lo haría.
No dudo en hacerlo después de cuestionarme como treinta veces que esto es la única manera de saber si estoy en un sueño. Aún podría estar cubierta en la manta, gritando para que alguien me escuche.
Muevo mi cabeza un poco, y no puedo evitar quejarme del dolor que causa hacerlo. Uno de ellos se acerca. Pienso en la posibilidad de que me de un golpe y cierro los ojos automáticamente. Como lo esperaba: me da un golpe en la garganta, dejándome tosiendo. Puedo entender que no quieran que haga ruido, nada en lo absoluto y por eso es que decido retorcerse en silencio aunque sea casi imposible. Sé que nada bueno me traerá si no obedezco. No quiero que me pase nada malo, es lo único que quiero además de estar en un lugar seguro.
Cuando abro los ojos, después de haberse calmado la tos, puedo ver que ellas siguen ahí, tiradas en el suelo. Y esta vez puedo ver que en realidad no han muerto. Siguen vivas, retorciéndose de dolor, estando en sus últimos alientos y no puedo hacer nada por ellas. Desde aquí no puedo ver que tanto daño les han causado, pero saber que ni siquiera pueden moverse lo dice todo.
Mientras que ellos siguen dándose miradas, seguro que pensando que es lo que van a hacer conmigo, yo comienzo a sentir que esta situación cada vez tiene menos sentido. Cada que mi mente lucha por recordar qué es lo que ha estado pasando en esta hora, me hace sentir confundida de todo, ya nada tiene ni una pizca de sentido. Quizás esto es por la pérdida de sangre.
—Bien, Mara —esta vez es un chico de los que habían permanecido callados, habla. Se lleva la mano a su cabello castaño y lo acomoda. Sus ojos azules me quitan algo de temor que estaba acumulando, no creo que sea tan malo conmigo—. ¿Estás segura que eres ella?.
—No lo sé…—Mi voz sale muy baja, espero que me haya escuchado. Esto es demasiado complicado. Que responda que soy Mara no es la respuesta, por lo visto. Y pretender que soy Sabrina es peor, tarde o temprano se darán cuenta que no soy lo que buscan. Estoy perdida.
—Solo hay una manera de saber. —Esto no puede ser una buena señal, no sabiendo qué es lo que han causado hasta ahora. Ellos se miran una vez más. Y yo cierro los ojos cuando terminan de hacerlo.
El chico se acerca a mi lado, no tarda en ponerse en cuclillas, creo que con intenciones de decirme algo en el oído. No estoy lista para seguir haciéndome fuerte, ya no puedo con el dolor y miedo. Mi corazón se acelera cuando no escucho nada en mi oído, no hay voz de él diciéndome algo como esperaba. Pero puedo sentir su respiración. Se separa siendo cauteloso. Yo lo sigo con la mirada, atenta, con lo poco de consciencia que que me queda.
Espero un golpe más, incluso uno más potente que el de hace unos minutos. En vez de eso, lo que recibo es un beso en el cuello. No dice ninguna palabra, no hace falta que me diga lo que quiere, con ese gestó entendí todo.
—Por favor no…—Digo, esperando a que pare. Intento empujarlo cuando sigue. Es inutil, no tengo fuerza.
—Eso no va a funcionar —me dice, dejando de besarme por un momento. Pienso que es broma y que ya terminó, que no seguirá más, que solo ha hecho que me lo haya pasado mal hasta ahora. No parece ser así. Sus manos van directo al pliegue de mi blusa sucia, puedo sentir su mano tibia tocar mi piel, como comienza a deslizarse hacia mis pechos. No puedo seguir conteniendo mis lágrimas, dejo que comiencen a resbalar por mis mejillas mientras que pido que no siga más. Nunca pensé que viviría esta situación desde que desperté en el bosque—. Coopera conmigo. No lo hagas difícil.
—Está bien. —es lo único que sale de mi, entre queja. Luego recuerdo que seguro me pedirá silencio, por eso es que me callo. Guardo la impotencia dentro de mí a partir de ahora, seguro que si ve que estoy cooperando todo será más rápido.
(...)
Me equivoqué. Y demasiado.
Pensé que por cooperar me salvaría de la mayoría de cosas que pensé que llegaría a hacerme, que todo sería más rápido y menos doloroso, más gentil…Y aún haciendo todo lo posible para mi bien, siguió, me dañó física y mentalmente. Y nadie se interpuso para que no lo hiciera. No dijeron ninguna palabra y se fueron a terminar con las vidas de mis amigas. No puedo saber exactamente que les hicieron, pero sí que oí como algunas de ellas se quejaban, o intentaban gritar, sin fuerzas. Volver a ver la imagen de mis amigas en mi mente es la peor tortura además de acabar de ser abusada.
Sigo tirada en el suelo, sin ganas de moverme o de siquiera hacer un sonido, estoy agotada como para hacer algo que no sea estar así como estoy ahora. Es un poco complicado tratar de entender cómo es que he llegado a este punto. Ni siquiera recuerdo algo que me haga saber qué fue lo que hizo que nos hicieran esto, solo sé que ellos llegaron así y nos tomaron como si fuéramos un objeto. No los conozco y no creo llegar a eso. Antes de saber algo de ellos, me matarían. Y no lo lamentarán. Son fríos, calculadores, malos, crueles y desagradables.