The Vampire Diaries: Love Sucks [3]

CAPÍTULO 4

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 4:

Hay que hacerlo

 

 

STEPHANIE

 

Respiro hondo sin poder creer que Enzo ahora esté sufriendo nuevamente una perdida tan dolorosa. Cierro la caja con cuidado y camino hacia el espejo. Estoy a punto de ponerme el collar cuando lo veo detrás de mí.

 

—Aún no estoy lista —murmuro.

 

—Nadie te esta apurando. —Camina hacia mí—. ¿Qué es eso? —pregunta señalando el collar.

 

—Es mío... O era mío. Te lo regalé a ti hace mucho tiempo. ¿No lo recuerdas? —señalo la caja sobre la mesa.

 

Él la mira y asiente. Está serio y si las chicas tienen razón, creo que el ver las cosas del pasado no ayuda en nada.

 

Micaela entra en la habitación y suelta:

 

—Todo el día he estado intentando hablar contigo—. He estado ocupada con la pista que me diste de Hope —dice—. Era falsa.

 

Asiento y mi ánimo cae con solo pensar la cara que pondrá Josie al saberlo.

 

—Quería hablarte sobre lo que dijiste esta mañana —la miro fijamente—. Sobre qué crees que me siento mal al no estar con ellos y que es por eso que lo mantengo en secreto.

 

—Olvidémoslo —dice saliendo de la habitación al ver que estoy con Enzo.

 

Enzo toma el collar y me hace una seña para que me voltee. Lo hago y quedo frente al espejo. Me pone el collar y volteo a verlo.

 

—No quiero olvidarlo, quiero que aclaremos esto y... Lamento mucho lo que sucedió con Valentín... Fue mi culpa.

 

—Tienes que bajar, antes de que tus amigas suban por ti —me interrumpe.

 

—Creo que tienes una idea errónea de la razón por la que quiero mantener esto en secreto... Yo quiero mis historia con los hermanos Mikaelson funcione y es porque los amo. Porque no me importa si solo han sido unos meses o años desde que los conozco. El sentimiento está aquí dentro y cada vez se vuelve más fuerte.

>>Quiero encontrar a Hope porque una parte de mí se siente culpable de que ellos estén separados y estoy casi segura que todos sienten lo mismo. —Él no dice nada, pero sé que es así—. Ellos me hacen sentir todo, lo bueno y lo malo, nada de intermedios. Y eso me gusta. Así que quiero que te quede claro que no pienso que esto no va a funcionar. Yo voy a encontrar a Hope y voy a despertar a los Mikaelson, aunque sea lo único y último que haga. Se lo prometí a Kol, le dije que lo haría...

 

Me pega a su pecho y besa mi mejilla. Me siento bien al estar así. Me alegra que al menos él esté aquí. Yo siempre estuve a su lado y ahora le toca a él. Bueno, él también ha estado, pero... Ahora lo necesito más que antes. Quiero que esté junto a nosotros.

 

—Te entiendo —murmura contra mi oído—. Pero ahora tenemos que bajar antes de que la rubia venga otra vez por ti.

 

—Está bien, vamos. —Beso su mejilla con un sonido divertido.

 

—Esta noche me iré —me comenta.

 

—Quédate esta noche —le pido—. Quiero sentirme bien y sé que contigo así será. Enzo, tengo que irme en unos días, así que le diré a mis padres que fui a tu casa a... No sé. —Lo miro—. Inventa lo que quieras.

 

—Está bien. —Sonríe y vuelve a abrazarme—. No me gusta la idea, pero entiendo. ¿A dónde irás?

 

—¿Vamos? —le ofrezco mi mano y él asiente mientras tomo su brazo.

 

Salimos de mi habitación y como nos vamos acercando la música se escucha más fuerte y vemos a más personas. Los invitados me felicitan y me abrazan cuando me ven, incluso algunos me confunden con mamá, pero su cumpleaños es otro día. Cuando llegamos al centro de la fiesta vemos a mamá hablar con Caroline y nos acercamos a ellas. La sala está llena de personas bailando y tomando cerveza. Una chica morena pasa a nuestro lado con una botella de bourbon y papá se la quita.

 

—Tú no quieres esto, lo que quieres es cerveza barata —la mira fijamente olvidando que ahora es humano y ella niega quitándole la botella antes de irse con sus amigas.

 

—¿Te gusta? —me pregunta Caroline cuando me ve.

 

—Sí —respondo.

 

—¿Esto es una celebración pequeña? —le pregunta Lizzie y Caroline hace un puchero.

 

—Vamos a tomar algo —digo y me alejo de Enzo y me llevo a Lizzie y Josie por algo de tomar.

 

Pero antes de irme, Enzo me susurra al oído:

 

—Recuerda lo de tu regalo...

 

 

 

 




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