Capítulo 30:
Mis hermanos
STEPHANIE SALVATORE
Mataderos, Argentina
Cierro la puerta del ático antes de caminar por el pasillo y detenerme frente a la habitación de los mellizos. Me recargo en el marco de la puerta mientras los observo pintar con los pinceles que Hope les regaló hace seis años atrás.
No puedo creer todo el tiempo que ha pasado.
Se escucha un auto acercarse y, en segundos, Miranda y Grayson voltean a verme con una gran sonrisa.
—¿Esa es ella? —me preguntan emocionados, y yo sonrío.
—Déjenme ver —les pido—. Quédense dentro con mami y papi, ¿está bien?
Ellos asienten antes de bajarse de sus camas para ponerse sus zapatos. Me alejo del marco y bajo las escaleras para caminar hacia la puerta principal de la casa. Escucho a Bonnie en la cocina antes de que abra la puerta y salga al porche para ver la camioneta acercarse. Bajo los tres escalones para caminar hacia ella cuando baja del auto.
—Josie… Lizzie. —Sonrío y ellas me miran antes de acercarse a mí para darme un gran abrazo. Cuando se alejan puedo ver la falta de sueño bajo sus ojos—. ¿Cómo están?
—Estamos bien —me aseguran, pero aún así me preocupo por ellas—. ¿Está ya aquí?
—No, pero llegara pronto con nueva información —les aseguro, y ellas asienten.
—Hola, Step —me saluda Enzo cuando llega a nosotras después de bajar de la camioneta.
—Lindo corte de cabello —le sonrío, y él me devuelve la sonrisa.
—Estamos haciendo nuevos cambios, ¿no Josie? —le pregunta—. Cortes de cabello, nueva marca de calcetines, destrozamos muebles viejos, nos despedimos de...
—Basta —le ordena Josie—. ¿Y los mellizos? —me pregunta mientras subimos los escalones de la entrada.
¿Destrozaron muebles viejos? ¿Despedidas?
—Se levantaron muy temprano a dibujar para hacerles una sorpresa de bienvenida —les digo, y ellas sonríen levemente.
Entramos a la casa y Bonnie aparece en la sala. Sonríe ampliamente cuando ve a las chicas y se acerca a ellas para abrazarlas.
—Esos pequeños niños han estado preguntando por ti sin parar en los últimos días —le dice Bonnie—. No debes irte por tanto tiempo.
—Fue menos de una semana, Bonnie —le dice Lizzie, y ella niega.
—Para ellos fueron mucho más —le asegura, y yo asiento.
Esa es la verdad, me cuesta aceptarlo, pero es la verdad.
—¡Chicos, Josie y Lizzie están en casa! —hablo fuerte para que me escuchen en la planta superior.
Segundos después, escucho los pasos apresurados bajando las escaleras antes de que aparezcan y sonrían ampliamente al ver a Lizzie y Josie.
—Sal, sal de donde sea que estés —alzo mi voz para que me escuche.
Observo a mi alrededor entre los árboles y no los veo por ningun lado.
Los niños siempre se han escondido cerca del bosque, pero papá los reta siempre que los ve; por otro lado, cuando están conmigo yo los dejo jugar allí, ya que siempre Bonnie viene a cuidarlos y sé que todo está bien. Sonrío y me muevo con rapidez para llegar al lago. Los veo en la orilla y los tomo desprevenidos mientras juegan con las rocas de la orilla.
—Los tengo —los alzo para girar un par de veces antes dejarlos de nuevo en el suelo. Escucho como ríen antes de que se me miren con una gran sonrisa—. Siguen siendo los mejores en esconderse que cualquiera con el que haya jugado —les aseguro, y sus sonrisas crecen aún más.
Toman mis manos y caminamos por el bosque de regreso a casa.
—¿Bonnie, nos tendremos que mudar de nuevo? —le pregunto mientras observamos el paisaje a nuestro alrededor.
—Sabes que no podemos quedarnos mucho en un mismo lugar —me recuerda.
—Pero no nos hemos quedado aquí mucho tiempo —le aseguro, y ella se detiene para voltear a verme.
—Dos meses es mucho para nosotras —dice, y veo la preocupación en sus ojos.
—¿Los brujos malos están aquí? —me preguntan los niños, y yo me arrodillo frente a ellos para quedar a sus alturas.
—No. —Los tranquilizo mientras acomodo algunos mechones rebeldes tras la oreja de Miranda—. Pero es por eso que debemos irnos para no estar aquí cuando ellos vengan. Y prometo que nos llevaremos a los Mikaelson…
—Y a Hope —dicen para que no me olvide.
Sonrío y ellos también lo hacen.
—¿Qué tal si les digo que muy pronto podremos despertarlos?
—¿Y luego iremos por Hope? —me preguntan emocionados.
—Y luego iremos por Hope. Se los prometo —les aseguro, y ellos se acercan a mí para abrazarme con fuerza—. Y, entonces, todo cambiará de nuevo...
—¿Todo cambiara? —me preguntan confundidos cuando se alejan de mí.
—Hay algo de lo que debemos hablar, chicos.
Miranda y Grayson se sostienen de mi mano mientras los ayudo a caminar por encima de una corteza de roble viejo. Brincamos el agua que escapa del lago y casi llegamos a la casa. Cuando nos acercamos veo una camioneta azul algo vieja antes de ver al propietario hablar con Bonnie y Enzo en el porche. Siento a los pequeños apretar un poco mi mano conforme nos vamos acercando.