The Vampire Diaries: Love Sucks [3]

CAPÍTULO 36

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 36:

Rescatando a Hope

 

 

STEPHANIE

 

No hay mucho tiempo para aclarar todo lo que ha sucedido en estos cincos años, pero me mantengo con la idea central de ir a Mataderos por Kol y luego por Hope. Por supuesto que ella va a estar muy contenta de ver a sus seres queridos.

 

El viaje de regreso a casa es un sentimiento peculiar, pero lo que más me intimida son las miradas de la gente cuando ve a los Mikaelson junto a mí. Todos se quedan estupefactos ante la presencia de estos seres. No todos los días se ve el regreso de las leyendas vampíricas andantes.

 

Klaus decide llevar a uno de los mirones, que resulta ser un delincuente sexual, para que Kol se alimente por completo y, de ese modo, librar a la humanidad de un ser horrendo como ese. El delincuente no puede resistir la compulsión de Klaus, así que nos sigue hasta llegar a la mansión Mikaelson.

 

Es extraño regresar aquí después de cinco años, pero me apresuro a caminar hacia el ataúd de Kol y cuando lo encuentro, lo abro y me quedo viendo por unos instantes su cuerpo disecado. Suelto un suspiro de mis adentros y le quito la daga. Klaus y Elijah están a mi lado, este último pone su mano en mi hombro para brindarme apoyo, y luego me obligan a salir del cuarto, es ahí cuando veo que Rebekah y el delincuente se adentran. Me quedo allí junto a Freya, la cual me sonríe.

 

—Esto es… —digo, y ella asiente.

 

—Siempre pregunto si todo eso es necesario —confiesa, haciendo una mueca con sus labios.

 

Suelto una risita divertida y asiento.

 

Desde que he tenido memoria, vengo preguntándole a todos mis seres queridos excactamente lo mismo, pero la mayoría del tiempo no obtengo una respuesta de sus labios. Sin embargo, he aprendido que esos silencios también son respuestas y, aveces, es todo lo que se necesita.

 

—Creo que lo es, tiene que hacerlo.

 

Luego de unos segundos, los sonidos se empiezan a oír. 

 

—¡Ah! —Escuchamos los continuos gritos del delincuente que intenta escapar y el cual ahora está lidiando con el hambre y sed de Kol.

 

Mi celular comienza a sonar, así que atiendo y me doy cuenta de que se trata de Ric. ¿Lizzie y Josie ya llegaron? No esperaba eso y menos tan pronto.

 

—¿Está todo bien? —me pregunta Ric.

 

—La cura de Freya funcionó —suspiro llena de felicidad y tratando de no sonar tan desesperada—. Solo queda una última persona a la cual salvar y después...

 

—¿Y después? —recalca, y yo miro a mi alrededor para asegurarme que nadie esté lo suficientemente cerca para escucharme.

 

—Y después... Cumpliré con las otras promesas que hice y con las responsabilidades que tengo —le aseguro, y él se aclara la garganta.

 

—Crees que ellos... que él… simplemente te dejara...

 

—No le pediré permiso, Ric —lo interrumpo—. Esta decisión la tomé desde el momento en que lo vi por primera vez.

 

—Bien, todo aquí está tranquilo, así que no habrá problema con hacer lo que me pediste. Solo debes saber que no me gusta la idea —dice, y yo asiento.

 

—Nos vemos pronto —me despido antes de colgar.

 

Respiro hondo antes de guardar mi teléfono. Camino por el bosque hasta llegar a la carretera, donde está hecho trizas el camión que trasportaba a los convictos que se volvieron el festín de Kol, Elijah y Rebekah.

 

—¿Es esto realmente necesario? —les pregunta Freya a sus hermanos, mientras señala los cuerpos sin vidas que fueron drenados.

 

Aquella pregunta me hace sonreir.

 

—Depende. Quieres que tengamos nuestra máxima fuerza, ¿o planeas rescatar a Hope tú sola? —le responde Rebekah.

 

—Bueno, los estertores están distrayendo, y estoy tratando de romper un hechizo de encubrimiento  —señala.

 

—¡¿Kol, harías el favor?! —le grita Elijah y, en segundos, su victima se calla—. Gracias.

 

—Continúa —le pido a Freya cuando llego hasta ellos. 

 

—Puedo notar que Hope aún está en Mataderos —dice, y yo asiento—. Lo más probable en algún lugar bajo tierra. No puedo leer exactamente dónde, a menos, que esté en la misma cuidad.

 

Kol aparece entre el bosque y camina hacia nosotras con su camisa manchada de sangre. Se limpia su rostro y se aproxima a dejar un beso sobre mi frente. No me da asco, lo siento cercano y me gusta.

 

—Sí. Eso va a ser un problema —le aseguro—. Tenemos contactos en Mataderos y como pueden imaginar, el lugar está lleno de vampiros, y todos ellos nos odian.

 




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