CAPÍTULO 66:
El signo de fe
ELIJAH MIKAELSON
Es momento de hacer lo correcto, esto tiene que funcionar. Stephanie tiene que estar bien al igual que todos nosotros. Esta locura de Davina y los Ancestros no puede continuar del mismo modo, tenemos que acabar con esto ya o luego no habrá oportunidad de hacerlo.
—Resisite Chonje cos élus —murmuro tomando la sangre del cuenco y salpicando a las jovenes con ella—. Se lo suplico... acepten esta ofrenda como signo de nuestra fe.
Las nubes aparecen en esta noche estrellada y, segundos después, los relampagos comienzan a sonar, al mismo tiempo que un fuerte viento azota el cementerio.
Mis ojos comienzan a arder y cuando toco mi rostro veo la sangre salir como lágrimas.
—¿Freya, qué es esto? —pregunta Micaela y cuando me giro veo la sangre saliendo de sus ojos—. ¿Qué es esto?
Mi ceño se frunce mientras intento limpiar mi cara, no quiero ensuciarme.
—¡Están furiosos! —nos dice Freya molesta—. ¡No aceptarán el sacrificio! Te dije que esta no era mi magia... ¡Te odian, y me odian a mí por ayudarte!
Pero antes de que pueda decir algo, le rompen el cuello con su magia.
Miro a las chicas frente a mí y una idea descabellada aparece en mi cabeza.
—Quizas... —murmuro antes de negar varias veces. Trato de buscar otra solución, pero no encuentro ninguna. Así que camino hacia la tumba de ella—. Davina, Davina Claire, lo siento. De verdad necesito tu ayuda. Haré lo que quieras…
Levanto mis temblorosas manos y ciero mis ojos.
—Louvir —murmura y la lapida se parte a la mitad. Tomo su craneo y profano su tranqulidad—. Dios, lo siento mucho. Lo siento, Davina.
Camino hacia las cuartro chicas y tomo la sangre para dibujas una cruz en el centro del craneo. Cierro mis ojos y espero a que esto funcione.
—Ou fé konfyans, cherce de I'aide… Ou fé konfyans...
Si esto es lo que hay que hacer, no voy a dudar.
—Davina, no te he convocado en muchos años porque no podias oírme, pero creo que ahora sí puedes hacerlo. —Micaela se despierta y ambas ven como le estoy hablando al cráneo del enemigo—. Necesito tu ayuda con los Ancestros.
—¿Qué estás haciendo, Elijah? —me pregunta Freya, y la miro levemente.
Hago una mueca con mis labios y niego más de una vez.
—Si hay algo que quede de ella, puede aceptar el sacrificio y restaurar el vínculo —le explico antes de centrarse de nuevo en lo que estoy haciendo—. Davina, necesito que me ayudes a traer de vuelta a esas chicas. Y luego tú y yo, podemos, podemos trabajar juntos.
>>No debería estar haciendo este ritual, porque perdí la fe en los Ancestros hace mucho tiempo, pero nunca he perdido la fe en ti. Ayudame. Davina, tú eres la única que puede salvar a todos. Yo seré el sacrificio, pero deja a los demás…
Me acerco a Freya y me arrodillo a su lado cuando la culpa me invade.
—Sé que hay un buen corazón por ahí —murmura Micaela y, de repente, todo tiembla antes que la lluvia haga presencia sobre nosotros.
La primera chica se regresa y después una por una se van despertando.
Freya termina de asegurarse que las chicas estén bien y se acerca a mí.
—Eres muy afortunado —me asegura.
—Sí. Lo fuimos. —Asiento antes de alejarme.
—Elijah, déjame hacere una pregunta —me pide Freya y yo me detengo—. ¿Recuerdas lo que es ser un ser humano?
Mi ceño se frunce al escuchar lo que me pregunta. No esperaba escuchar eso salir de sus labios.
—No mucho —confieso.
—Porque pusiste las vidas de cuatro chicas en peligro —señala.
—Lo estoy intentando, Freya —le aseguro—. Ahora, lo que haya pasado esta noche, hemos prevenido que la cuidad sea destruida. Y que las chicas, las Parker, Hope y Stephanie mueran…
Ella asiente.
—¿Qué pasa si lo que hicimos esta noche no hubiera funcionado? —me pregunta y yo volteo a verla—. Además, sí, funcionó, pero tú deberás morir…
—Lo hizo —señalo con seriedad—. Sí, sé que ahora debo ser yo quién va a morir, pero no me importa. Siempre supe que iba a morir en algún momento, y al parecer, mi momento ha llegado.
Micaela y Freya se miran, luego a mí.
—Sí, Elijah. —Freya se acerca a mí—. Eres una infección en la cuidad. No tienes absolutamente ninguna virtud y no tienes ningún valor, aquí o en cualquier lugar al que decidas arrastrarnos la próxima vez.
>>Lo siento mucho por esa pequeña niña, que va a decidir morir por un delincuente como tú. Y estaré rezando por su alma. Porque sé que tú no tienes una, Elijah, pero ella sí y tiene un alma muy dulce y buena.
—Ella no va a morir —sentencio.
Micaela se ríe ante mi respuesta.
—Elijah, ella no va a dejar que tú o cualquiera muera. Si alguien tiene que morir, ella se va a donar y morirá por ti o por cualquiera —me responde su amiga.
Entro al recinto y veo a Bex sentada en el comedor con su computadora frente a ella.
—¿Día duro en la oficina? —me pregunta con una pequeña sonrisa.
—Freya y Micaela restauraron el vínculo con los Ancestros. —Me siento frente a ella—. Ahora seré yo quien va a morir, ya no será nadie más. Me pareció lo correcto. Pero Micaela y Freya aseguran que Stephanie nunca podría dejar que otro muera y, al parecer, no hemos solucionado nada. Así que, ¿qué tal fue tu día?
Mi hermana me mira con seriedad al escuchar todo lo que sale de mis labios.
—Las chicas y Kol están ocupados con un hechizo que destruirá por completo a los Ancestros. Al parecer es un arma muy poderosa y con magia. El problema, según lo que he estado investigando, es que solo un Guardían puede darle la magia que necesita para acabar con algo tan poderoso como los Ancestros —me explica, y yo centro toda mi atención en ella, ya que lo que dice es muy importante—. He estado siguiendo el linaje de los ángeles y los guardianes y el último de una familia moderna vive aún, pero no puedo encontrar dónde se encuentra actualmente. Lo que sabemos es que dejará toda su fuerza vital de guardían y morirá junto con los Ancestros, así que perderemos a muchos seres importantes.