CAPÍTULO 67:
No quiero negarme a una posibilidad
STEPHANIE SALVATORE
—Bueno, ahora que estamos solas, creo que podemos hablar de mujer a mujer sin que un hombre nos moleste —dice Davina con un tono serio—. No me agradas, pero los Ancestros te quieren a ti por otra cuestión.
La miro a los ojos.
—Ya vamos, dime. No puedo quedarme aquí, no pertencezco a este mundo de los muertos. Yo estoy viva —le recuerdo—. Dime ¿por qué los Ancestros necesitan de mi sangre?
Ella hace una mueca con sus labios.
—Es justamente eso. Ellos requieren de la sangre de un guardián y Setefanie, tú eres una.
La miro y asiento.
—Está bien, acepto el trato este —le aseguro.
Abro mis ojos y observo a Elijah inconsciente a mi lado, dentro del cÍrculo de sal. Me levanto y veo a Davina en el mundo de los vivos.
—¿Qué diablos es todo esto? —le pregunto.
—Es lo que necesitas si quieres acabar con nosotros, los Ancestros —me responde—. Tener a una del lado de los vivos.
—Lo que necesitamos es a Elijah con vida —le aseguro, y ella niega.
—No, Stefanie, te necesitamos solo a ti —dice Davina seriamente, y yo la miro confundida.
—¿De qué estás hablando?
—Todo se reduce al linaje angelial. Es la única cosa que funciona contra nosotros —me explica—. Cuando la maldad se volvió imposible de soportar, las tribus se unieron para derrotarnos. Los sabios de la tribu se las arreglaron para usar enlaces místicos.
>>Pero incluso con todo ese poder, los Ancestros eran muy fuertes. La muerte parecía la única solución —la escucho atentamente—. Cuatro de los sabios más fuertes impregnaron parte de su magia en una poderosa quijada con una llave.
>>Cuando el arma estuvo lista confiaron en el poder, lo que nos dio la vida, para ser la que nos quitara la vida. Pero antes de que pudiera matarnos, los Ancestros lanzamos un hechizo final. Uno impulsado por nuestra propia muerte.
>>Una maldición sobre todos los presentes aquella noche... Los ató al gran cielo celestial, de manera que una vez que mueren, los guardianes vuelven como ángeles para acabar a los Ancestros con el poder celestial.
—Los Ancestros crearon a los guiardianes —murmuro con seriedad, y ella asiente.
—Los Ancestros te tienen miedo por el poder que tienes al morir —me asegura—. Te quieren muerta.Y si tú mueres en suelo sagrado, nosotros podremos usar tu poder celestial para nosotros.
—¿Pero si muero y ustedes también?
—Si mueres con ese hechizo de quijada, llave, nuestra sangre y la tuya… —Empieza—. Los Ancestros y tú moriremos. Tu sangre es nuestra debilidad, úsala, pero eso también te matará. Esa espada necesita de toda tu vitalidad —me explica—. Por lo tanto, tú y nosotros moriremos, pero ya no habrá quién cuide de la ciudad cuando los seres poderosos intenten acabar con todo.
>>Una vez tu espíritu sea liberado, puedo usar a Elijah para lanzar un hechizo que los encarcele para siempre —dice, y yo miro a Elijah inconsciente—. Recuerda, Stefanie, no funcionará si no confías en mí.
Asiento antes de salir de la iglesia y dejar a Elijah con ella.
Llego hasta Kol y le digo la verdad.
—Para derrotar a los Ancestros para siempre, se necesita un hechizo, un sacrificio.
—Davina no dudará —dice Freya, y yo me tenso—. Tenemos que rescatar a Elijah.
—Así que para encerrar a los Ancestros, necesito morir —les cuento con sinceridad—. Es como funciona. Al parecer, solo un alguien como yo puede empuñar el arma para matarlos.
—No pienso dejar que tú mueras —dice Kol tomando mi mano—. Si alguien tiene que morir, espero ser yo. ¿Sabes cómo se supone que vas a morir? Vas a morir en una muerte lenta y dolorosa.
Lo miro a los ojos.
—Lo sé, pero tengo que hacerlo, ya no hay más guardianes.
—Lo siento, pero lo mejor que puedo hacer por ti, cariño, es hacerlo un poco más fácil —dice Freya mientras levanta su mano y comienzo a sentirme debil.
De repente, la situación se vuelve extraña.
—¡Para esto! —volteamos y vemos a Elijah aparecer detrás de nosotros—. Esto es sobre tus quejas conmigo.
—Esto no tiene nada que ver contigo —le asegura Davina—. Esto es sobre un sacrificio. Una muerte por el bien común. Stefanie Salvatore debe morir.
—Entonces llévame —se ofrece él.
—Elijah, no. —Niega Freya—. Tú no eres un guardían.
—Si no hay otra manera... entonces, acaba esto ahora. —Miro fiajemente a Davina.
—No... Nadie morirá hoy. —Niega Kol mientras miro a Davina.
—Entonces lo haré yo misma —sentencia y lanza a Elijah lejos antes de obligarme a arrodillarme frente a ella con su magia.
—¡No! ¡Davina! —le ordena Kol.
—¡Davina! —gruñe Elijah mientras nos retiene a todos inmoviles.
Por suerte, todo sale bien y nadie muere, ya que Lizzie rompe la situación y nos lleva al mundo de los vivos una vez más.
—Me quedaré aquí hasta que haya acabado con los Ancestros y me asegure de que Hope y Elijah están a salvo —le informo.
—No creo que...
—No pedi tú opinión, Ric —lo detengo—. No voy a dejar que nadie más que amo muera.
Me giro para salir del estudio y encuentro a Elijah en el marco de la puerta.
—¿Podemos hablar? —me pregunta, y yo asiento antes de seguirlo.
—Claro…
—Sé lo que piensas hacer, Stephanie —me informa.
—Dos días —anuncio con una pequeña sonrisa—. Mañana iré a comer con mis padres y los mellizos. Pasado me despediré de las chicas y en la noche de ustedes... No podrás hacer que cambie de opinión, Elijah.
—Te ves muy decidida —comenta y luego prepara una taza de té—. Es delicioso, pruébalo.
Asiento.
—Micaela y las chicas dijeron que los Ancestros pueden morir con un sacrificio. Luego Davina nos lo dijo —nos recuerda Freya y nosotros asentimos—. Si Stephanie va a morir de una u otra forma, debemos aprovechar su muerte, y luego puedo intentar meter su alma dentro de mi colgante.