The Vampire Diaries: Love Sucks [4]

CAPÍTULO 12

Capítulo 12: El juramento de sangre y la sombra en la luz

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en un ciclo interminable de lecciones, de hambre controlada, y de una soledad que se hacía más profunda con cada amanecer. Mi vida era un eco, un fantasma que flotaba entre el mundo de los vivos y el de los muertos. La mansión Mikaelson, una vez un refugio, se había convertido en mi prisión. Y mi único guardián, mi único ancla en este mar de oscuridad, era Elijah.

Nuestras lecciones no se limitaban a controlar la sed o la fuerza. Eran conversaciones que se extendían hasta altas horas de la noche en el estudio de Elijah, un santuario de libros antiguos y de historias de un mundo que era más viejo que el tiempo.

Elijah me enseñaba a través de la historia, a través de los cuentos de su propia vida, los de Klaus y los de Kol. Me hablaba de los primeros días, de la transición de humano a vampiro, de los errores que cometieron y de los que aprendieron.

—La humanidad no es un interruptor, Stephanie —me dijo una noche, su voz era un susurro que me daba escalofríos—. Es una elección. Una elección que hacemos cada día. Hay días en los que se nos hace difícil, pero al final, siempre hay una opción. Y esa es la que te hará libre.

Me contó de la época en que Klaus y él lucharon, de los siglos de dolor y de traición que los separaron, y de cómo al final, su amor de hermanos siempre los unió. Me contó de las atrocidades que cometieron, de las almas que tomaron, de los corazones que rompieron, y de cómo al final, siempre hubo una chispa de humanidad que los detuvo.

—Hay una bestia en nosotros, Stephanie —dijo, sus ojos se clavan en los míos—. Pero el alma de un vampiro es también la de un ser humano. Y tu alma, la que te hace ser tú, te da la fuerza de luchar.

Sus palabras eran un bálsamo para mi alma. Me enseñaba a ser un monstruo, pero también me enseñaba a ser un héroe. A ser una justiciera, no una asesina. Y por primera vez en mi vida, me sentí en paz.

Pero la paz es una ilusión en este mundo. Y la ilusión, pronto se rompe.

Un día, la soledad me consumió. El deseo de ver a mis amigos, a mi vida que me fue arrebatada, era tan fuerte que no pude resistirlo. Salí de la mansión, me moví con una velocidad inhumana, y en un instante, estuve de regreso en mi antiguo hogar. El lugar era el mismo, pero al mismo tiempo, era un recuerdo. Las ventanas estaban cerradas, las cortinas corridas. No había nada que pudiera hacerme sentir que estaba en casa.

Me acerqué a mi antigua escuela, y desde la oscuridad, miré a mis amigos. Los vi reír, los vi abrazarse, los vi llorar. El dolor en sus ojos era un dolor que me hizo temblar. El dolor de una pérdida. La pérdida de una amiga. Y la pérdida de una parte de ellos.

El fantasma que soy me observaba. Soy un fantasma que no puede ser visto, un fantasma que no puede tocar. Soy un fantasma que ha perdido su vida para que otros puedan vivir.

Me alejé de la escuela, y por primera vez, sentí el peso de mi traición. Lo que hice, no fue para mi. Fue para ellos. Y si me quedo, solo los pondré en peligro.

La sombra en mi vida es ahora una realidad.

Regresé a la mansión, con el corazón roto. Mi encuentro con el mundo de los vivos me había dejado con un sentimiento de vacío. No soy de ese mundo. Y nunca más lo seré.

—¿Dónde has estado, Stephanie? —La voz de Klaus me hizo temblar. Sus ojos eran un lago de hielo—. Te advertí que no salieras. Tu sentimentalidad te matará.

—Solo fui a ver a mis amigos —dije, mi voz temblaba.

—¿Tus amigos? —gruñó, y la furia en sus ojos era una tormenta—. Tus amigos son una debilidad, Stephanie. Si alguien se entera de que eres un vampiro, los usarán en tu contra. Los matarán. Y tú, que tanto los amas, serás la culpable de su muerte.

Elijah se puso entre los dos.

—Hermano, no es el momento de ser brutal. La chica necesita un ancla. No puedes pedirle que olvide a la gente que ama.

—El ancla es una ilusión, Elijah. La única forma de sobrevivir es ser un depredador.

—La bestia te convertirá en un asesino, Klaus. No en un sobreviviente. Y mi deber es enseñarle a ser una persona.

La discusión se hizo más fuerte. Los gritos de Klaus, la voz calmada de Elijah. Yo era la razón de la discusión. Yo era la manzana de la discordia. Me alejé, el dolor me consumió. No quiero ser la razón de la pelea. No quiero ser un monstruo.

De repente, un ruido. Un ruido que no me gustó. Un ruido que me hizo temblar.

Una sombra, una sombra negra, se movía en las afueras de la mansión. Mis sentidos se agudizaron. La sombra se movía con una velocidad inhumana, y en un instante, se convirtió en un símbolo en el suelo. Un símbolo antiguo, un símbolo que solo un vampiro podía entender. El símbolo de los Ancestros.

El símbolo, una runa antigua, era un recordatorio de que mi vida no era la mía. Que la vida que me fue arrebatada, aún pertenecía a ellos. El símbolo brillaba con una luz roja, como si la sangre de los Ancestros aún estuviera en la tierra.

—¿Qué es esto? —pregunté, mi voz se quiebra.

—Los Ancestros —murmuró Elijah, su voz era un susurro—. Ellos no olvidan un acto de traición. Ellos no olvidan un acto de insolencia.

—Y tu, que te convertiste en un monstruo, eres el símbolo de su venganza.

Klaus se acercó a mí, sus ojos eran un lago de hielo.

—Te lo dije, Stephanie. Tu sentimentalidad te matará. Y tu vida… tu vida es la que me salvará.

La noche cayó, y el aire de la mansión se llenó de un terror que nunca había sentido. Los Ancestros, una fuerza sobrenatural, una fuerza que yo creía que estaba muerta, se habían levantado de nuevo. Y yo, que me había convertido en un monstruo, era el símbolo de su venganza.

Pero la venganza, es una cosa que puedo entender.

—No voy a dejar que me maten —dije, mi voz es un susurro.

—No lo harás —dijo Elijah, y su voz es un bálsamo que me calma el alma.



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En el texto hay: humanidad, dolor amor drama, vampira

Editado: 02.09.2025

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