The Vampire Diaries: Love Sucks [4]

CAPÍTULO 13

Capítulo 13: La guerra ancestral y el juramento de la sombra

El aire de la mansión se siente pesado, electrificado por la magia oscura. La runa ancestral grabada en la pared exterior brilla con una luz roja, una herida ardiente en la piedra.

Es un mensaje.

Un ultimátum.

La calma que Elijah me había enseñado a encontrar se desvanece, reemplazada por una tensión que me hace sentir como si mi piel estuviera a punto de estallar. A mi lado, Elijah se mantiene inmutable, pero sus ojos, profundos y oscuros, me revelan una tormenta interior.

Klaus, con el rostro endurecido, camina de un lado a otro. La furia es una bestia que apenas puede contener. Freya está en el centro del salón, con los ojos cerrados, susurrando conjuros en una lengua antigua que resuena con un poder aterrador. Kol, pálido y tenso, se mantiene cerca de ella, su expresión es una mezcla de pavor y desesperación.

—¿Qué quieren? —pregunta Klaus, su voz es un gruñido—. No pueden estar aquí.

—No están aquí —responde Elijah, su voz es un eco en el silencio—. Solo han dejado una marca. Una advertencia. El símbolo de su poder.

Freya abre los ojos de golpe, su cuerpo se estremece.

—Quieren a Stephanie —dice, su voz es un hilo de viento—. No por lo que es, sino por lo que ha sido. Por lo que su sangre representa.

Mis venas se congelan.

Un terror helado me invade.

Mi sangre, mi linaje, es lo que me ha condenado.

Mi conexión con los Mikaelson me ha hecho un objetivo.

Me siento como un experimento fallido, un error que los Ancestros quieren corregir.

Klaus se ríe, una risa sin humor que me hace temblar.

—Ella no es un sacrificio. Es una Mikaelson. Y los Mikaelson no se rinden.

—Klaus, no es tan simple —dice Elijah, y su voz es una advertencia—. Ella es una nueva raza. Mitad Mikaelson, mitad Salvatore. Y los Ancestros, que son la fuente de nuestro poder, no van a dejar que su sangre se mezcle con la nuestra. Quieren que les entreguemos a Stephanie.

La noticia me golpea con la fuerza de un rayo.

Me quieren muerta.

Los Ancestros, la fuerza que creía que estaba muerta, se han levantado de nuevo. Y yo, que me he convertido en un vampiro, soy el símbolo de su venganza.

—Nunca lo haremos —dice Kol, su voz es un susurro que me da esperanza—. Nunca te entregaremos a ellos.

Klaus asiente, con una mirada de determinación en sus ojos.

—Estamos juntos en esto. Es una guerra. Y los Mikaelson no pierden.

La noche se acerca y la mansión se convierte en un búnker. Freya, con su magia, crea barreras. Las ventanas y las puertas están cerradas. Mi corazón no late, pero mi alma tiembla. Me he convertido en una prisionera, una rehén en mi propio hogar.

El silencio se rompe con un estruendo.

El cristal de las ventanas se rompe en mil pedazos.

El viento entra, con un sonido que me hace temblar. No es el viento normal. Es un viento lleno de sombras, de murmullos de espíritus.

Los Ancestros están aquí.

La guerra ha comenzado.

Elijah se pone delante de mí, sus ojos son un lago de hielo. Klaus se pone en guardia, sus colmillos se deslizan hacia abajo. Kol se pone al lado de Freya, su rostro es una máscara de desesperación. Todos estamos en una guerra que no pedimos, en una guerra que no podemos ganar.

Las sombras, que son los espíritus de los Ancestros, atacan. Son rápidos, son fuertes, son innumerables. Los Mikaelson luchan con una ferocidad que me asusta. Klaus usa su fuerza, su velocidad, su brutalidad. Elijah usa su elegancia, su gracia. Kol usa su agilidad, su destreza. Freya usa su magia, sus conjuros, su poder. Y yo… yo soy una sombra, un fantasma.

De repente, una sombra se acerca a mí. Mi cuerpo tiembla, pero no me muevo. El miedo me congela. La sombra se convierte en un ser humano, un espíritu que tiene el rostro de una bruja.

—Morirás, criatura de la oscuridad —murmura, y su voz es un eco en mi cabeza—. Tu sangre es una traición. Y serás castigada.

Siento que el cuerpo me va a estallar.

Mis sentidos se agudizan.

La rabia, la furia, el miedo… todo se mezcla en un cóctel de emociones.

La bestia en mí se despierta. No. No voy a morir. No voy a dejar que me maten.

Me lanzo, con una velocidad que no reconozco. El espíritu se desvanece, pero no antes de que la rabia se apodere de mí.

—¡Es un ataque! —grita Kol.

Un enjambre de sombras, de espíritus, ataca a la familia. Klaus está ocupado, luchando con una fuerza que no es de este mundo. Elijah está luchando contra un espíritu que tiene el poder de un vampiro original. Kol y Freya están luchando contra una horda de brujos.

Yo me encuentro sola, en medio de la guerra.

La sed me consume. Pero no la sed de sangre. La sed de venganza. La sed de demostrarles que no soy un monstruo. Que soy un guerrero.

Siento un tirón en mi interior.

Es el juramento que hice a Elijah. El juramento de ser una mejor persona. El juramento de luchar por mi humanidad.

Me acerco a un espíritu, con la rabia en mi interior. Pero no es la rabia de un asesino. Es la rabia de un guerrero. La rabia que me da fuerza, la rabia que me hace ser más fuerte que nunca.

—No voy a dejar que me maten —murmuro, y mi voz es un susurro.

El espíritu, que tiene el rostro de una bruja, se ríe.

—Tu sangre no te dará el poder de la victoria, criatura de la oscuridad.

—Mi sangre me hará más fuerte que nunca —le digo, y mis colmillos se deslizan hacia abajo.

Siento una fuerza que no es la mía. Es la fuerza de Elijah. La fuerza de Klaus. La fuerza de Kol. La fuerza de mi familia.

Me lanzo, con una velocidad que me sorprende a mí misma. El espíritu se desvanece. Y en mi corazón, siento una euforia que no había sentido en mucho tiempo.

—¡Stephanie! —grita Kol.

Su voz es de pánico.

Me doy la vuelta y veo que Kol está siendo atacado por un enjambre de espíritus. Mi cuerpo se mueve por su cuenta. La bestia en mí se despierta. La rabia, el dolor, el amor… todo se mezcla en un torbellino de emociones.



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En el texto hay: humanidad, dolor amor drama, vampira

Editado: 02.09.2025

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