The Vampire Diaries: Love Sucks [4]

CAPÍTULO 14

Capítulo 15: La alianza de las sombras y el reencuentro roto

El aire de la mansión huele a escombros y a magia quemada. El salón, una vez un santuario de elegancia y poder, ahora es un campo de batalla. Los muebles están destrozados, los espejos rotos, las paredes manchadas con la sangre de espíritus que se han desvanecido en el olvido. Pero el silencio no es un signo de derrota; es un signo de victoria. Estamos vivos. La familia Mikaelson, una vez más, ha sobrevivido.

Mis ojos recorren los rostros de los que me rodean. Elijah, con el rostro cubierto de hollín y el traje rasgado, se mantiene erguido. Sus ojos, que siempre son un lago de calma, ahora son un océano de determinación. Klaus, con la sangre aún fresca en las manos, me mira con una mirada que no reconozco. No es desprecio ni arrogancia, es respeto. Kol, con el cuerpo cubierto de heridas, se acerca a mí, con una expresión de alivio que me hace sentir en paz. Freya, agotada, cae al suelo.

—Estás a salvo —dice Klaus, su voz es un susurro que me sorprende—. Los espíritus se han ido.

—Gracias a Stephanie —dice Kol, su voz es un hilo de viento—. Ella nos salvó.

—No fui yo —murmuro, y mi voz se quiebra—. Fueron ustedes.

La familia se reúne.

El abrazo es un juramento. Un juramento de sangre. Y por primera vez en mi vida, me siento en paz. He encontrado mi lugar. No soy la chica que fui, pero soy la mujer que soy. Y no estoy sola.

De repente, un ruido. Un ruido que no me gusta. Un ruido que me hace temblar. El sonido de un coche que se detiene frente a la mansión.

Mis ojos se llenan de pánico.

No pueden ser ellos.

No ahora.

No.

La puerta se abre y veo a mis padres. Damon, con el rostro de preocupación, y Elena, con sus ojos llenos de miedo. Ellos nos miran, a la familia Mikaelson, en medio del caos. Y sus ojos se posan en mí. El pánico en sus ojos se convierte en un shock.

—Stephanie —murmura Elena, su voz es un hilo de viento—. Pero… pero tu… tu estabas muerta.

No digo nada. Solo me quedo parada, mi cuerpo tiembla. El abrazo que debería haber sido de alivio, se convierte en un abrazo de miedo.

—¿Qué ha pasado? —pregunta Damon, y su voz es un gruñido—. La mansión… tu… ¿qué te ha pasado?

Elijah se acerca, su rostro es de una calma que no tiene sentido.

—Ha habido un problema. Hemos tenido que luchar contra los Ancestros.

—¿Los Ancestros? —grita Damon—. Creía que estaban muertos.

—Lo creíamos —dice Elijah—. Pero se han levantado. Y su ira… su ira es contra Stephanie.

Mis padres me miran con una mirada que me rompe el alma.

La piedad en sus ojos es más dolorosa que cualquier golpe.

El miedo, el dolor, el shock… todo se mezcla en un cóctel de emociones.

—¿Por qué? —pregunta Elena, su voz es un susurro.

—Su sangre, Elena. Su sangre es un símbolo. Mitad Mikaelson, mitad Salvatore. Es un insulto a los Ancestros. Y quieren matarla.

Mis padres se miran.

Damon asiente. Sé que él entiende. Sabe lo que es. Sabe que no hay vuelta atrás. Sabe que la única forma de que yo sobreviva es si estoy con ellos.

—Entonces lucharemos —dice Damon, su voz es un gruñido.

—No es su lucha —dice Klaus, su voz es de desprecio.

—Es mi hija —grita Elena—. Y mi hija luchará. Y yo también. Y si tenemos que luchar juntos, lo haremos.

El silencio es un juramento. Un juramento que se ha hecho entre las dos familias. Una alianza que se ha hecho en sangre. Una alianza que se ha hecho por amor.

Nos sentamos, los Mikaelson y los Salvatore. La tensión es un arma de doble filo. La desconfianza es un muro que se ha construido entre nosotros. Pero el miedo, el miedo a los Ancestros, es una fuerza que nos une.

Freya, que se ha recuperado, se sienta en el centro. El olor a hierbas, a magia, a velas… me hace sentir en paz.

—Necesitamos saber qué quieren —dice Klaus, y su voz es de impaciencia.

—Lo sabremos —dice Freya, y sus ojos se cierran—. La sangre de la inocencia. La sangre de la vida. Eso es lo que quieren.

Una visión, una visión de la magia, se despliega ante mis ojos. Veo un lugar, un lugar lleno de luz, de sol. Un lugar donde la vida es hermosa. Y en el centro, veo un altar. Un altar de sangre. Un altar de un niño.

Mis ojos se llenan de terror.

Los Ancestros quieren un sacrificio.

Un sacrificio de la sangre de la inocencia.

Y yo, que he sido un monstruo, soy la única que puede detenerlo.

—Quieren el alma de la luz —dice Freya, sus ojos se abren—. La sangre de un niño. Y solo un vampiro, un vampiro con un corazón humano, puede detenerlo.

Mi mente se aclara. El camino que Elijah me mostró, el camino de ser una mejor persona, ha tomado un nuevo significado.

No solo soy un justiciero.

Soy una protectora.

Soy la única que puede detener a los Ancestros.

—No los dejaremos —digo, mi voz es un susurro.

—No —dice Elijah—. No los dejaremos.

El plan se despliega.

Los Mikaelson y los Salvatore. Los vampiros originales, los vampiros, los humanos. Los brujos. Una alianza de las sombras. Una alianza que ha sido creada para salvar la vida de un niño.

—Iremos a la ciudad de la luz —dice Elijah—. Y los detendremos.

La noche cae, y el aire de la mansión se llena de un nuevo terror. El terror de la guerra. La guerra por el alma de la humanidad. Y yo, que me he convertido en un monstruo, soy la única que puede salvarlos.

El camino es largo. El camino es peligroso. El camino es un campo de batalla.

Pero no estoy sola. Mi familia, la que me fue arrebatada, me ha encontrado de nuevo. Y la que me fue dada, me ha aceptado.

La alianza de las sombras, la alianza de la luz. Y yo, que he sido un fantasma, soy la guerrera que los salvará.

El sol se levanta y el aire de la mansión se llena de un nuevo calor. El calor del sol, el calor del amor. El calor de la familia. Y por primera vez en mi vida, me siento en paz.



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En el texto hay: humanidad, dolor amor drama, vampira

Editado: 02.09.2025

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