Kenzie
Es inevitable para mí contener el reflejo de mi pie moviéndose sin cesar, supongo que es la manera en que mi cuerpo está liberando la ansiedad contenida después de una abarrotada mañana y recién son las siete con quince minutos; al menos algo bueno pasó, Curandero me dio el “visto bueno” y estoy apta para poder bailar, solo me hizo una dura observación sobre mi falta de hidratación y me invitó muy afanadamente a mantener una mejor ingesta de agua.
“Vas a sudar mucho y no me gustaría tenerte aquí seguido sabiendo que te deshidrataste, toma agua; no me hagas repetirlo.”
Fueron sus palabras exactas, y no me agrada la idea de pasarme por ahí teniendo una deshidratación y poniéndome suero o esas cosas; así que prefiero tomar el agua, aunque ande orinando a cada cinco minutos.
Observo mi alrededor, todo parece excesivamente normal y cotidiano, considerando que lo de Gaspar fue ayer y todavía no se sabe qué demonios le pasó a ese chico; es como si el altercado hubiese durado quince minutos, una pequeña burbuja de otra realidad que explotó y ya nadie está pendiente de los daños que provocó la explosión.
Es raro, al menos para mí, quizá Gaspar no era la persona más querida dentro de esta escuela y todos tenían motivo para querer hacerle algún tipo de daño, pero que nadie esté afligido por la situación me resulta escalofriante; puede haber alguien suelto matando alumnos de esta academia y a nadie parece importarle en lo absoluto.
Bueno, es un hecho de que alguien está detrás de los alumnos, qué quiere no lo sé; pero algo está pasando y es más grave de lo que cualquiera aquí dentro puede imaginar, y hasta saber que no estoy paranoica o que fue un simple error de envío, mi ansiedad no disminuirá.
Una mano sobre mi muslo es lo que me trae de regreso a la realidad, subo la vista por el brazo que acompaña la mano y me encuentro con Susie y sus facciones fruncidas; detengo el movimiento de mi pierna y trato de sonreírle lo más convincentemente posible.
—¿Estás bien? —asiento con la cabeza sin encontrar las palabras adecuadas para decirle, ¿debería contarle lo de esta mañana? —¿Nerviosa por tus clases?
—Sí… eso debe ser.
—No tienes nada de qué preocuparte, estás aquí para aprender.
—Sabes por qué me preocupo, te lo conté.
Después de decidir que iré al funeral como su acompañante, nos quedamos conversando varias horas, creo que para ella fue la excusa perfecta para olvidarse del problema que tiene encima y para mí fue una de las muchas oportunidades para mezclarme con mi entorno; comenzando con mi compañera de cuarto es un buen inicio, estaremos juntas por un largo tiempo.
Decidí contarle un poco sobre mi vida, no le dije todo porque todavía no hay tanta confianza, solo le hablé de mi experiencia académica, la cual es nula; ella solo me dijo que todo estará bien, que es precisamente para eso que estoy aquí, para que me enseñen y eso no es lo que más me preocupa. Es el hecho de haber sido asignada al mejor grupo de la academia, soy una miembro elite de un lugar al que no creo pertenecer.
—Prometo que estarás bien, estás con nosotros y todos hemos venido del mismo lugar que tú; no te juzgaremos si no sabes algo, te ayudaremos, así ha sido con nosotros. Es parte del aprendizaje.
Eso es lo que dice ahora, sí aprecio la amabilidad y espero que mantenga sus palabras, porque haré un ridículo increíble cuando me equivoque por milésima vez.
—Gracias, Sue… ¿puedo llamarte así? —veo como sus hombros se enderezan y sus cejas se alzan al igual que las comisuras de sus labios, su repentina felicidad me contagia y soy capaz de regresarle una sonrisa; verdadera, esta vez.
—Claro que sí.
Quita la mano que mantenía sobre mi pierna para seguir con su desayuno, la cafetería está bastante concurrida, la mayoría debe estar desayunando antes de sus clases de baile o las clases teóricas; he visto el pelo de Tiago rondando por ahí, pero no me detuve a fijarme en qué hacía, lo veré después en clases.
Le doy un sorbo a mi jugo de naranja para seguir con mis cereales, giro el cuello hacia la entrada de la cafetería y me topo con una escena que no me esperaba; aunque era algo obvio, solo que no lo pensé antes.
Una acalorada discusión está siendo protagonizada por la chica dueña de las baldosas y el tipo Marek, no se alcanza a escuchar lo que dicen desde donde estoy y tampoco sé leer labios, pero se ve algo complicado; ella parece enojada, y tengo la impresión de que está así porque él no está enojado como ella lo está.
Puedo preguntar sobre eso después, pero me imagino que allí pasa algo más que compañerismo, y esto se vuelve cada vez más interesante; esta escuela tiene secretos dentro de sus propios secretos, es fascinante en un nivel casi científico.
Terminamos con el desayuno y nos movemos hacia el salón, a cada paso que doy siento que mi corazón bombea más rápido; estoy nerviosísima, no sé con qué me voy a encontrar, estoy a mitad de año, por lo que he perdido mitad de lo que los demás ya saben. Lo que sí sé es que se están preparando para el inicio de temporada, el evento al que todos quieren asistir y aquí dentro todos quieren participar; así que me imagino que el foco está en eso, en llegar al escenario principal en cualquier posible participación que pueda existir.
—Uy, lo siento… —me disculpo en el momento en que me tropiezo con la persona al otro lado de la puerta.
Hay una sonrisa casi de burla en la cara de Rex, quien se toma la libertad de pasar uno de sus brazos por mi cintura con la fingida excusa de ayudarme a no caer por nuestro repentino choque.
—Tienes una tendencia a chocar con las personas, nuevita.
—Y tú la tendencia de ser un verdadero imbécil —mis palabras le causan gracia y sigue sin apartar su brazo de mi alrededor, Susie parece nerviosa y se queda en segundo plano sin decir nada. —Suéltame.
Editado: 01.05.2021