The Winx Fate

2. Primera Impresión

Bloom

Seguía a Stella por el bosque mientras hablábamos. Me contó que era la princesa heredera de un reino llamado Solaria y que había vivido la mayor parte de su vida en Alfea, la escuela para hadas a la que nos dirigíamos.

Llevaba al conejito en brazos y le acariciaba el pelaje con cariño.

—Deberías ponerle un nombre —me sugirió ella.

—¿Tienes alguno en mente? —admiré los ojos avellana de la rubia.

—Yapi, es el mejor diseñador de zapatos de todo Magix —dijo orgullosa de su gran idea.

—¿Yapi? ¿Quién se llama Yapi? No voy a llamar así al conejo.

Me miró ofendida.

—Aburrida.

Me reí y seguimos caminando hasta que un enorme edificio se cernió sobre nosotras.

Era un gran castillo con paredes color rosa y techos azules con un gran patio en el centro.

Pasamos por el portón que nos doblaba la altura y cuando pude apreciar el campus desde dentro me quedé embelesada.

No cabía ninguna duda de que había magia en ese lugar.

—Guau... —silbé mirando los torreones.

—Veo que sí que existe el amor a primera vista. Yo me quedé igual que tú cuando vi mi vestido para el baile.

Fijé mi vista en ella.

—¿Baile?

—Claro. Tenemos como cinco bailes al año sólo en la escuela —dijo orgullosa—, y yo soy la mejor vestida siempre.

Me quedé atónita.

—¡¿Cinco bailes?! Qué americano.

—¿Ameriqué?

A veces se me olvidaba que estaba en otro mundo.

—Nada.

Una voz chillona nos interrumpió.

—¡Señorita Stella! ¿Por qué no está en clase? —una mujer de mediana edad se plantó frente a nosotras con las manos en las caderas y una expresión enfadada.

Tenía el pelo liso con un corte recto y afilado y tanto su cabello como sus ojos eran marrones. Llevaba unas gafas de bibliotecaria con bordes dorados y un vestido marinero verde botella.

Era muy delgada y tenía una mirada desafiante, acusadora.

Me pregunté si era así siempre o si sólo estaba enfadada con Stella.

—¡Griselda! ¡Qué alegría verte! Estás muy guapa, ¿ese vestido es nuevo? —dijo la rubia con rapidez, adulando a la mujer.

Pelota.

Ey, conciencia, no seas mala. Sólo era simpática.

Quiere desviar el tema para que no le echen la bronca.

Me salvó la vida.

Y tú a ella. No le debes nada.

Agh, cállate.

—Le he hecho una pregunta —dijo ella, tajante.

Stella puso los ojos en blanco.

—Oh, vamos, Grissy...

Griselda se cruzó de brazos y frunció el ceño.

—No me llame así, impertinente.

—Está bien, señorita Griselda —accedió Stella con un deje de burla—. Sólo he ido a dar un paseo.

¿Todos los paseos eran así por allí? ¿Con monstruos que te querían asesinar y caídas libres desde un portal?

El eufemismo del siglo.

—Le recuerdo que aún no ha terminado el curso.

—Es el último día. Siempre nos dicen lo mismo el último día. Que disfrutemos de las vacaciones, que volvamos con energía en dos meses y que nos cuidemos de los espectros. Siempre la misma historia —dijo aburrida, haciendo un círculo con su dedo, simulando un bucle.

—Eso no le da una excusa para irse del instituto.

—Pero sí me da una razón para querer irme.

Griselda pareció que iba a responder algo, pero se quedó a medio camino cuando su mirada se posó en mí. Levantó una ceja y me escudriñó de arriba abajo, buscando no sé qué en mí y haciéndome sentir bastante expuesta.

—¿Y está quién es? —preguntó sin apartar su mirada de mí.

Doña te hablo de usted no es muy amable, ¿no?

—Bloom... —murmuré yo.

—Ajá —se giró hacia Stella—. ¿Y qué está haciendo aquí, si puede saberse?

La rubia me agarró por los hombros y me acercó a la mujer que me inspeccionaba con una ceja levantada.

—Verás, Grissy...

—Señorita Stella... —advirtió.

—Vale, vale. Verá, Griselda —se corrigió—, tenemos una nueva hada en Alfea —anunció ella, cantarina.

La mujer me miró con desconfianza antes de hablar.

—¿Seguro que es un hada? No parece de por aquí —se acomodó las gafas con su dedo índice.

—No he estado más segura de nada en toda mi vida. Yo misma he visto sus poderes hace nada.

—¿Por qué?

—Bueno —empezó a gesticular—, puede que fuera a la Tierra, me encontrara con un espectro, la cosa se pusiera fea y ella me salvara...

—¡¿QUÉ?!

Uy, si las miradas mataran, tu nueva amiguita ya habría tenido cinco funerales.

—No te pongas así, no ha sido para tanto... —intentó no darle importancia.

—¿Cómo que no? Has puesto la vida de una civil en peligro. Y no ya sólo una civil, sino una humana. ¿Sabes lo grave que es eso?

—¿Y tú sabes que si está aquí es porque es una criatura mágica?

—Sí, pero dime —se cruzó de brazos—, ¿sabías que era una criatura mágica antes de que viajara a este mundo?

—Eh, emm... Bueeenooo, puede que se cayera por accidente... Nada grave...

Mientras ellas tenían esa conversación, yo me sentía bastante fuera de lugar. No entendía absolutamente nada —como podréis comprender— y encima había empezado a sentir frío. Una sensación de calor se había extendido por todo mi cuerpo...

Atrevida.

Agh, no esa clase de calor.

Como iba diciendo... Una sensación de calor se había extendido por todo mi cuerpo cuando... ataqué a ese monstruo, ente, espectro o lo que quiera que fuera, y justo ahora había empezado a desaparecer ese fuego interior para dar paso al frío. Ya me había acostumbrado a esa calidez y ahora... solo había hielo.

Griselda hizo un gesto con la mano, haciendo que Stella cerrara su boca involuntariamente, dejando de hablar.

—Mmmm... —no podía separar los labios.

—Luego me ocuparé de usted, jovencita —se giró para mirarme—. Y usted, señorita...

—Bloom —le recordé.

—Pues señorita Bloom, acompáñeme a ver a la directora de la escuela, por favor.



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En el texto hay: fantasia, hadas, winxclub

Editado: 12.06.2021

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