The Young

Capítulo 15

Nerida no comprendía lo que había ocurrido mientras estuvo inconsciente.

Luego de perder el conocimiento, despertó lejos de su casa. Todo lo que pudo ver alrededor era un cuarto grande donde ella estaba recostada, y a su lado. Elma había recuperado la conciencia y se alegró de ver que Nerida había despertado, pero Nerida aun estaba perdida en sus pensamientos acerca de lo sucedido. Todo su hogar fue arrasado en minutos, y su hermana fue totalmente incapacitada dejándola al borde de la muerte.

Superficialmente, su comportamiento era normal, estaba sana y salva. Las heridas que tenia Elma habían sido tratadas, y en las heridas que le propusieron estaban cubiertas de vendajes.

No había rastro del gran poder de Elma que solía tener antes. Aquel poder apreciado por los de la tribu, se había esfumado dejando un leve rastro de poder mágico.

Uno pensaría que Nerida desarrollaría un complejo de superioridad hacia su hermana, pero esto era falso. El único complejo que tenía, el de una hermana preocupada por su hermana mayor.

En otras palabras, Nerida sentía tristeza por le hecho de haberlo perdido todo, incluso su amada hermana quien era adorada por todos, no presentaba el mismo poder que antes.

 

«Tengo que hacer todo por mi hermana» Pensó.

 

De repente, unos hombres cubiertos de pieles de animal entraron presentándose y preguntándoles si estaban bien.

El primer hombre con una voz amable se llamaba Rungen, el segundo intentaba hacer algunas muecas para alegrarlas pero no había resultado ni algún tipo de emoción por parte de las niñas, su nombre era Borgo, el tercero, quien estaba detrás de Borgo, le llamaba la atención jalándole de su largo cabello, y esto había funcionado para que las niñas posen sus miradas en aquella acción, el nombre de este hombre era Dobur.

«Pobres niñas, pasar por algo como eso…» pensó Rungen.

Borgo y Dobur también se lamentaban de aquel suceso terrible. Pero para su sorpresa, las niñas desde tan temprana edad, ya habían asimilado la perdida de aquellos que fueron parte de su niñez. No lloraron, las lágrimas de aquella noche fueron suficiente para que su tanque de lágrimas se quede vacío.

Rungen intento darles unas manzanas. Pero las niñas se abrazaban, siendo la pequeña y dulce Nerida quien intentaba proteger a su hermana.

Rungen comprendió que iba muy rápido. Alejo la manzana y simplemente sonrió.

Entonces, alguien había entrado a la habitación.

Una persona con una cabellera hasta los hombros y una barba que le hacía resaltar un aura dominante.

Nerida lo recordó al ver su rostro, era aquel hombre que había asesinado al Goblin que estuvo a punto de marcar a su hermana.

Su nombre era…

«! Zarazor!» dijo Rungen.

«El culto del nigromante aniquilo y se llevó a muchos Extions, no había rastro de Gilkadesh» dijo Zarazor caminando hacia ellos.

El culto del nigromante, incluso para Nerida y Elma, aquellas palabras solo significaban una sola palabra “Locura”.

Zarazor no entendía por qué los Goblins estaban con el culto del nigromante.

“¿Tendrá algo que ver el culto con la visión de Bada Banga?” preguntó Borgo.

“Esto no tiene sentido en lo absoluto, ella dijo que gran mal recaerá en todo el país, algo que mucho peor que los Goblins” Dijo Rungen.

«Qu…quie…»

 Elma mostro algunos signos de emociones mientras ella intentaba hablar.

Después de eso, ella cayo en silencio por un rato antes de darse cuenta que las miradas de aquellos hombres fueron directo hacia ella. Pero los ojos de Elma, eran más fríos incluso antes de que ellos llegaran.

“Estamos en Coldsalya” dijo Zarazor.

Zarazor se acercaba hacia las niñas con pasos lentos. Nerida trataba de poner su cuerpo como si estuviera tratando de ser un escudo humano. Pero era en vano, sus heridas eran graves al igual que las de su hermana.

Aun había terror en los ojos de ambas, Nerida abrazaba en su hermana mientras Elma intentaba poner una mirada de enojo para intentar “intimidarlo”.

Ella sabía que lo más probable seria que las venderían como esclavas, o las tuvieran como esclavas. Y en el mejor de los casos, lo mejor para ellas sería morir en ese mismo lugar.

Zarazor levanto su brazo derecho y acerco su mano hacia ellas. Era una palma grande, o desde la perspectiva de Elma lo era, una mano que solo significaba dolor, una mano que sea enorme, iban a ser aplastadas por un desconocido.

Y entonces.

El calor llego a la cabeza de Elma, unos dedos suaves acariciaban su lastimado cabello. Aquella mano estaba cubriendo por completo su cabeza.




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