—¡Kein! —grito Ci—. ¡Ve! ¡Ahora!
Con el carruaje a punto de caer, a la joven no le quedaba mas remedio que cortar las sogas que lo ataban a los caballos, de lo contrario los arrastraría a todos. Sin embargo, Marie seguía dentro y ella no era alguien a quien pudieran darse el lujo de perder.
—¡Voy!
El joven de cabello violeta se teletransportó dentro del carruaje y tomo a la joven, para salir inmediatamente de ahí. Había practicado innumerables veces, por lo cual le resulto sencillo, pese a que la chica parecía luchar para que no la sacase. Con el trabajo hecho, Ci libero a los caballos para juntos intentar huir de los gusanos, quienes se habían vuelto a ocultar en la tierra, pero seguían causando pequeños temblores, en espera de salir nuevamente por sus presas.
—¡No! —grito Marie al ver caer el vehículo.
—¡Es un simple cachivache! —la regaño Zalia cuando se acerco para subirla a su caballo.
—¡No lo entienden! —le grito en respuesta la joven—. ¡La caja esta dentro! ¡La llave de mariposa...!
Solamente le bastaron escuchar esas ultimas palabras a Kein para saber que era algo importante, tal vez mas de lo que creía Marie. No podía ser coincidencia que se nombrara a la mariposa después de que él se enterara de la historia de los hijos de la diosa. Si de verdad tenía algo que ver, debía ser un objeto invaluable. Al menos para él.
—¡Saquenla de aquí! —les grito el joven—. ¡Volveré en seguida!
—¡Kein! ¡No seas loco! ¡No lo vale!
Nierya intento detenerlo en el ultimo momento, pero él ya había comenzado a teletransporse y la joven no llegaría a tiempo para detenerlo.
—¡Ten cuidado, chico! ¡Los llevaremos lejos de ti, pero procura no hacer ningún ruido o volverán! —fue lo ultimo que escuchó Kein antes de desaparecer.
*
Falto muy poco para que se estrellara con el suelo del túnel, pero el joven logro parar a tiempo. El lugar era húmedo y estaba lleno de una baba grisácea, iluminada tenuemente por la luz que se filtraba desde arriba.
Gracias a esos tenues rayos de sol, logro distinguir los restos de madera y metal retorcido un poco más adelante. Kein suspiro al ver el desastre en el que se había convertido el carruaje, pero se acercó, decidido a salir de ahí cuanto antes. Después de todo, solo debía encontrar la caja. Así de sencillo.
Intentando no hacer ningún ruido que llamara la atención de los gusanos, Kein comenzó a buscar entre los restos de madera y metal. Si no recordaba mal, Marie se encontraba sentada en la parte trasera, la caja debería estar en un lugar cercano.
Nuevos temblores hicieron que la pared rocosa comenzara a desmoronarse, arrojando pequeños pedruscos que tintineaban al golpear el suelo. No le quedaba mucho tiempo, ahora los gusanos no eran su única preocupación, si demoraba demasiado seguramente quedaría sepultado.
—¡Aquí estas! —murmuro triunfante al encontrar lo que buscaba bajo los restos del asiento.
Con las manos llenas de astillas y sangre, el chico consiguió sacar un pequeño estuche negro adornado con oro e incrustaciones de rubí. Sin poder contener su curiosidad, y olvidando la urgencia de la situación, el joven lo abrió. Dentro se encontraba una pequeña llave de plata con una mariposa tallada y cuyos ojos de zafiro parecían mirarlo.
La mariposa, el murciélago, el dragón y el niño. Los cuatro hijos de la diosa. Si la presencia de ese objeto era simple coincidencia, él se comería sus zapatos.
—¡Ya esta!
Después de lograr su objetivo, Kein miro hacia la luz que indicaba la salida e intento salir fuera. Hizo lo mismo de siempre, fijo su objetivo, se concentró y libero energía mágica.
En está ocasión no funcionó.
Extrañado, lo intento nuevamente, sin embargo, seguía sin moverse, aunque sentía como se debilitaba poco a poco. Lo intento de nuevo, sin éxito, pero aumentando su cansancio. Comenzaba a desesperarse, nada de lo que hacia parecía dar resultado, aunque desde domino su poder siempre le había parecido tan fácil. ¿Seria acaso que no podía teletransportarse más de dos veces en cada ocasión? No. Recordaba que una vez, allá en el santuario, logro hacerlo seis veces seguidas y la distancia no fue mucho mayor. Pero si no era eso, ¿que estaba pasando?
—¡Vamos! ¡Vamos! —exclamo en voz baja, para no ser escuchado por los gusanos.
No fue sino hasta que, después de uno de sus intentos, vio de casualidad la llave brillar dentro del estuche. Solo fue un destello, pero eso le indico lo que probablemente estaba ocurriendo: la llave absorbía la energía mágica. No sabia como ni porqué, pero era la única explicación.
Extrañado, Kein abrió el estuche y tomó la llave.
—¡ARGHH!
El pequeño objeto parecía estar al rojo vivo, al punto de dejar una marca en la palma del chico, quien, por la sorpresa, la dejo caer en al suelo, en donde tintineo como una campana que llamaba a la comida.
Casi como si fuera una respuesta, los temblores se intensificaron. Los gusanos habían escuchado el llamado ya ahora iban por él. Ya sin la llave, Kein pensó que podría salir. De nuevo no funciono. El brillo lo indico que aun apartado de ella, seguía absorbiendo su energía mágica.
Los temblores comenzaron a intensificarse e incluso se podían escuchar los gruñidos de las bestias.
El joven no sabia que hacer, no tenia ninguna forma de salir y los gusanos estaban a punto de llegar a él para devorarlo. Iba a morir ahí y no podía hacer nada para evitarlo.
Eres lo que se denominaría un semidiós, es por eso que tienes la capacidad de usar magia arcaica o en otros términos, magia para alterar la realidad.
Las palabras de Delien llegaron a la mente de Kein en medio de su desesperación. Alterar la realidad. Aquella se suponía era una magia diferente, ¿la llave la podría absorber también? ¿O podría usarla sin restricciones?
Solamente le quedaba probar. Si bien hasta ese momento había creado cuchillos y cosas pequeñas, esta vez necesitaba hacer algo mas grande, no crear, sino transformar. Delien también le advirtió que si usaba mucha de esa magia, quienes lo buscaban podían encontrarlo con facilidad, pero necesitaba hacerlo. Era eso, o morir en el agujero.
Editado: 17.07.2020