Kein se detuvo ante las enormes puertas dobles que conducían al comedor. Para cuando volvió de su plática con Veli y Delien, ya casi todos se habían reunido para la cena. Fue gracias a que Marie lo cubrió que nadie preguntó dónde estaba. El chico no supo que historia se habría inventado, pero incluso Nierya había accedido a adelantarse, dejando solamente a ella para que lo esperara.
Para evitar que el padre de la joven o algún sirviente malicioso se diera cuenta de que era a él a quien buscaban los caza recompensas, el chico se tiño el cabello de negro. Ya antes, después de que descubriera que su cabeza tenia recompensa, lo había intentado, pero los pigmentos desaparecían después de tan solo unas horas y eran demasiado caros para tener que estarlos reemplazando todo el día. Es por eso que mejor optó por la máscara y la capucha.
—¿Estás nervioso? —le pregunto Marie, rompiendo el silencio que los rodeó desde que salieron de la casa de huéspedes.
—Un poco —respondió el joven—. Hace mucho que quiero verlos, pero no en estas condiciones. Lo mismo puedo preguntarte, tú vas a ver a tu... novio y familia, ¿estas nerviosa?
—Si, por supuesto. Igual que tú, me siento terriblemente nerviosa, solo que... —Marie se detuvo, buscando las palabras correctas, pero no encontró ninguna que se adecuara a lo que deseaba expresar. Al contrario de Kein, ella solo extrañaba a sus hermanos y de su novio... se dio cuenta que no había pensado en él durante meses. Ni una sola vez y se suponía que él era la razón por la que había escapado. Al final solamente pudo decir lo que pensaba en ese momento, aunque no era suficiente—. Las cosas son diferentes, ya no soy la misma que escapo de esta casa hace... Ya ni recuerdo cuanto tiempo ha pasado, me parece que incluso podría haber sido en otra vida. He cambiado, tal vez demasiado. Kein, ¿podríamos entrar juntos?
Para armarse de valor, la joven dama, vestida por primera vez en mucho tiempo como alguien de la nobleza, tomo la mano de chico de cabello violeta. Se sorprendió al darse cuenta que no era una mala sensación y que, de ser posible, estaría bien si pudieran permanecer así un poco más.
Deja de soñar, no será posible. Esta noche nos separaremos.
—Si —respondió Kein a la pregunta de la chica. Su respiración se estabilizó cuando hicieron contacto. Parecía que lo único que necesitaba era que ella estuviese ahí.
Los dos jóvenes empujaron la puerta con la mano que tenían libres, accediendo al magnifico comedor. Ahí se encontraban la familia del joven, así como los compañeros que conoció en la ciudad portuaria e incluso algunas personas que nunca había visto antes, la mayoría jóvenes apenas mayor que él y que rodeaban a Zieb, como si la protegieran.
Hiciste amigos, hermana mayor.
Del padre de Marie no se veía ni rastro, pero era de esperarse, seguramente llegaría después y solo para arrastrarla a otro lado para completar su trato.
Nada más traspasar el umbral, los jóvenes separaron sus manos y ella se dirigió solemne hacia donde se encontraba Zieb, quien era evidente quería correr hacia Kein, pero era retenida por un par de chicos de casi su misma edad.
—¡Hermano!
La primera en saltar de su asiento y correr hacia Kein, fue Clara. Habían pasado ya muchos meses desde la última vez que se vieron y ella ahora se veía un poco más grande en comparación con los recuerdos que guardaba el joven. La pequeña se abrazó a su hermano, llorando de felicidad, mientras que él le acariciaba la cabeza—. ¿Por qué tu cabello es diferente, hermano? ¿En verdad eres tú, hermano?
—Solo es apariencia —dijo el joven, sonriéndole con ternura—. Soy yo, Clara.
—Kein —el segundo en llegar fue su padre, quien lo abrazo con fuerza, seguido de su madre.
La pequeña Neia fue la última, camino despacio hasta él y tiro de su capa, cosa que solia hacer a menudo en su hogar. Al verla, el joven de cabello violeta no pudo reprimir una pequeña carcajada debido a la nostalgia y la tomo en brazos. Sus hermanitas y sus padres, hacia tanto que deseaba verlos...
Pero no en estas circunstancias.
Sin poder evitarlo, gruesas lágrimas cubrieron los ojos del joven. Tan feliz y tan triste al mismo tiempo, al fin reunidos para tenerse que separar de inmediato. El mundo a veces era demasiado cruel.
—Kein, Kein, preséntanos.
Nierya también había bajado de su asiento y en ese momento tiraba de la parte trasera de la capa de Kein. El joven se sorprendió, la conocía bien y sabía que ella no solía ser tímida, tardo un poco en comprender que era por la presencia de su familia que se había puesto así.
—Mamá, papá, Clara, Neia, ella es Nierya Viz Al'fho —la presento, tomándola de la mano para hacerla salir de su escondrijo—. Es mi mejor amiga y le debo mi vida...
Por primera vez en mucho tiempo Kein se sintió en paz y feliz, mientras que el brillo de la luna se filtraba por los ventanales abiertos. Pero en esta ocasión no era blanquecina, sino de un tenue color carmesí debido a la neblina que la cubría.
Una luna de sangre.
*
La montaña, iluminada por la luz de la luna, se mantenía en silencio, mientras que una brisa fresca sacudía las copas de los árboles. En ese ambiente se encontraba Delien, quien estaba sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados frente al pequeño altar en lo alto, concentrando su magia.
Ya debería estar en camino a Demery —se regañó a sí mismo.
Incluso para él era un misterio como lo había logrado convencer Veli, pues casi siempre prefería evitar ese tipo de inconvenientes. Y no era la primera vez, ya antes la mujer demonio había logrado que se involucrara en trabajos tediosos que generalmente evitaría.
Aunque para ser justos, hacerme trabajar es algo que también mi hermana logra hacer con bastante facilidad.
—Ahora no sirve cuestionarse eso —murmuro para sí, cosa que solía hacer a menudo, pues casi siempre se hallaba solo, tanto, que su hermana pequeña bromeaba diciéndole que prefería la presencia de fantasmas antes que la de otros seres humanos.
Editado: 17.07.2020