Thomas Mortem

Capítulo Ocho

La llegada de sus padres el día anterior había dejado en un laberinto a Martha, no solo porque John no se había presentado a verla, ni le había mandado mensaje ni nada, sino que ahora, por aquellos descuidos tenía la posibilidad de presentar a alguien mucho mejor ante su familia, y aquella oportunidad no la desaprovecharía. Así que mientras sus padres habían salido a correr por la zona, eso le daba tiempo para poder marcar a Helen y pedirle un consejo.

- ¿Hola? - escucho a su amiga del otro lado de la línea

- Helen, necesito un consejo y sé que tu puedes dármelo - comentó segura, pues conocía muy bien a su amiga

dime - pidió Helen

Le contó lo que sus padres le habían pedido, su hacia exclamaciones que le demostraban que  realmente sorprendida lo sabía por su tono de voz, pero aun así le facilitó la respuesta.

habla con él, Thomas entenderá, aparte te adora, ¡Te bajaría incluso la luna! -

Era cierto, Thomas le bajaría incluso la luna, por eso después de colgar, con nervios abrió la conversación de él,  misma que estaba en blanco, pues jamás se había visto en la necesidad de ocupar el chat para poder comunicarse con él.

M. Wood 
Hola Thomas, sé que es temprano y todo, pero me preguntaba sobre gustaría venir a la una treinta a mi casa.

Fueron breves momentos en que su corazón latía a mil, pues los tres puntitos que aparecían cuando alguien estaba escribiendo le hacía sentir impaciente.

T. Mortem 
¿Hoy? Bueno puedo llegar a esa hora, solo tendría que acabar unas cosas que estoy haciendo. 
Te veo en tu departamento. 
¿Me pasas tu dirección?

Martha sonrió mientras observaba la pantalla, agradecía que Thomas le hubiera dicho que sí, aunque sabía que debería contarle todo a su amigo de ojos grises, prefería ya tener asegurado a Thomas desde ya, antes de soltar todo lo que estaba pasando, así que con tranquilidad le mandó rápidamente su dirección.

 

***

 

Muerte suspiro mientras observaba aquel aparato que se vio obligado y necesitado en conseguir, si bien estaba desde hace milenios en la tierra, y había vivido todos los acontecimientos importantes, aún no se sentía cómodo con las nuevas tecnologías, como las llamaban ahora.

El aparato que ahora reposaba dentro de uno de los bolsillos de sus desgastados jeans, era un recordatorio que él no conocía de todos los avances que existían en esos momentos y que para su desgracia no llegaría a comprender.

-Maldita tecnología – susurró para sí mismo, mientras buscaba sin éxito algo que le dijera que enserio aquel pedazo de metal le podría ayudar

Odiaba la tecnología, enserio que la odiaba. ¿Recordaban los humanos la frase "el agua y el aceite no se mezclan"? Pues en este caso, era "La tecnología y la muerte no se mezclan" y quien en algún momento lograra comprobar que estaba equivocado, le daría pase gratis al cielo. No entendía los estúpidos avances tecnológicos que parecían volver locos a muchos, a los jóvenes los idiotizaba de maneras que le daba miedo, maneras en las que Lucifer cuestionaría la estupidez humana y él apoyaría el cuestionamiento de su hermano, ósea ya iban varias veces en que tenía casos en donde se accidentaban a muerte por ir con el celular o alguno de aquellos aparatos que él no comprendía muy bien y tampoco iba a tratar de hacerlo.

En esos momentos se encontraba en alguna parte de Latinoamérica, a veces no se molestaba en recordar donde diablos estaba, pues había veces en que si bien podría cruzar alguna calle que ya hubiera pasado, también podía estar en lugares que había cambiado con el paso del tiempo, pero la cuestión era que había ido a buscar unas pobre almas en desgracias que estaban en su lista, todos ellos eran jóvenes que habían muerto en un accidente, y todo por lo que ahora era su dolor de cabeza.

La tecnología.

Mientras terminaba de recoger su última alma encargada, un mensaje de texto o WhatsApp como llamaba Helen, llegó aquel aparato infernal.

M. Wood 
Hola Thomas, sé que es temprano y todo, pero me preguntaba sobre gustaría venir a la una treinta a mi casa

¿Su casa? ¿Martha lo estaba diciendo acaso? Sentía que si tuviera un corazón, este latiría muy rápido, estaba emocionado, así que escribió rápidamente.

T. Mortem 
¿Hoy? Bueno puedo llegar a esa hora, solo tendría que acabar unas cosas que estoy haciendo. 
Te veo en tu departamento. 
¿Me pasas tu dirección?

Se detuvo un momento a pensar, ¿En serio acaba de preguntarle su dirección? ¡Pero que idiota! Él sabía cómo llegar, ese era una habilidad que poseía.

Cuando la respuesta llegó sonrió, no sabía para qué lo necesitaba la joven Wood, pero estaría encantado de ayudarla. Falta para la hora acordada por Martha, así que mientras iría buscando las demás almas en desgracia que estaban en su lista.

No fue hasta tiempo después que se percato que estaba tan entretenido recogiendo almas que no notó que ya era hora de irse a donde estaba su amiga, todo fue gracias a su fiel compañero emplumado.




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