Martes en la mañana, Martha iba con sus padres directo al almacén, el sol estaba en un ángulo de 45°, a las siluetas de las personas eran como las sombras que ella recordaba ver en la película de Peter Pan. Ahora que llegaban cerca de donde estaba el almacén, Helen llegó hacia donde estaba ella y su familia.
- Que bueno que los encuentro – sonrió Helen mientras retiraba su cabello de su rostro – Daysi, Dante es un gusto volver a verlos
- Opino lo mismo – sonrió Dante – Mira lo grande que estas, aún recuerdo cuando llevabas tu cabello color amarillo chillón a la universidad
- Como olvidarlo – aseguró Helen – Aunque prefiero el color rosa, ¿Cómo estás, Daysi?
- Muy bien, aunque es mejor ahora que te veo – respondió besándome su mejilla – Mira que hermosas estás, toda una señorita
Helen sonrió mientras dejaba que los mayores le dejaban abrazar, ahora que estaban en la puerta del almacén, pudieron ver a un grupo de jóvenes, mismas que parecían hablar y señalar hacía un punto algo apartado, donde los locales comenzaban abrir.
- ¿Qué está sucediendo? – cuestionó Martha, sin saber que o quien alteraba a varias de sus alumnas
- Ni idea, las he visto desde lejos, parece como si hubiera una celebridad aquí – comentó Helen – O en el mayo de los casos, un príncipe salido de un cuento
Daysi se percató de quien estaba en la vista de las jóvenes hormonales, y no las culpaba pues el joven frente a ellas era más que perfecto a la vista de todos, incluso ella opinaba que el joven había salido de algún cuento de hadas, donde muchas deseaban estar.
- Bueno, no es una celebridad, pero es perfecto a la vista de cualquier persona – comentó Dante, hacía donde estaba mirando su esposa
- ¿A qué te refieres papá? – cuestionó Martha con suma curiosidad
Daysi no dijo nada más, solo señalo más allá de donde estaban las jóvenes, ahí todos pudieron ver a Thomas, quien se acercaba a paso lento con un libro de posiblemente pasta dura en sus manos, el sol que le daba de espalda; provocaba que tuviera un aura angelical y perfecta; como s se tratara de un ángel caído del mismo cielo, la ropa que llevaba era informal y su cabello estaba revuelto.
- Parece un ángel – susurro Helen encantada – Ahora que lo pienso, ¡Solo necesita unas alas y ya esta!
- Que buen novio tienes – comentó tranquilo Dante a lo que le voltearon a ver - ¡Oh vamos! Si se ve que es buen muchacho y muy bien educado
- Lo es papá – sonrió Martha, aunque se sentía rara ya que sentía que estaba cayendo en una especie de abismo.
Cuando llego Thomas hasta donde estaban, quito la vista del libro que había absorbido sus pensamientos, sus orbes grises los observaron y mostraba una sonrisa en sus labios, misma que se podía catalogar como juguetona.
- Buenos días – saludo el joven, mientras cerraba el libro – Es bueno verlos, ¿Cómo amanecieron?
- Muy bien hijo, gracias – sonrió Dante encantado – Y dime, ¿Cómo amaneciste tu?
- Bueno, fue entretenida mi mañana – aseguro, aunque sabía que ellos no tenían ni la más mínima idea de lo que hablaba – Amanecí bien, gracias por preguntas Sr. Wood
- Creo que es hora que entremos – comentó Helen salvando a su amiga quien se estaba perdiendo en su amigo y colega – Díganme ¿Se quedarán a ver?
- Si nos invitan – comentó alegre Dante – Quiero ver que tan buenos son sus alumnos
- Los mejores – aseguró Martha
- Sobre todo la pequeña Kelly – comentó Thomas, mientras abría la puerta – Después de ustedes
Al entrar al almacén, la vista de la mayoría se posó en el joven Thomas, mismo que parecía entretenido en su propio mundo, tocando repetidas veces aquella pulsera de plata que llevaba en su mano derecho.
- Buenos días Thomas – saludaban muchas jóvenes mientras un color rosa invadía sus mejillas – Buenos días a ustedes también
- Parece que por poco y nos olvidan – se burló Helen – En serio, ¿Qué le haces a nuestras estudiantes?
- ¿Yo? – cuestiono sorprendido Thomas – Nada, solo les sonrió
- Si claro, solo “sonreíste” – expresó burlonamente Daysi
- Bueno, por suerte mi hermano Lu no esta aquí – suspiró Thomas – Si yo sonrió, él estaría haciendo más que sonreír, así que lo bueno es que solo sonrió
- Pues deberás de dejar de sonreírle, parece como si las hubieras enamorado – comentó divertido Dante – Mira nada más, ¡Que yerno tengo, que enamora a todas con su sonrisa!
Yerno. Maldita sea, Thomas no era su yerno y eso lo sabía Martha, y Helen prefería hacerse de oídos sordos. Por el rabillo del ojo, la castaña observó a quien se suponía era su novio, este parecía no tomarle importancia que su padre lo tratara con tanta formalidad. Al llegar frente a los que estaban, Kelly abrazó a Thomas, mismo que sonrió encantado por la dulce niña de doce años, quien le mostró una brillante sonrisa y un brillo inusual en sus ojos azules.
- Comenzaremos con esto – Hablo Martha, ella, Helen y Lorena ya habían decidido que iban hacer ahora – Thomas a la ventana
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Editado: 08.02.2022