Thomas Mortem

Capítulo Once

Parecía que el tiempo comenzaba a detenerse, como si alguien hubiera puesto reproducción lenta en la vida, esperando que esta pasara lentamente. Como si alguien estuviera esperando que ella se molestara y deseara mandar a todos a un punto exacto donde no habría un retorno, y a decir verdad detestaba dicho detalle.

Sus padres se estaban quedando aún en su departamento, su papá estaba delicado para viajar y por eso los había aceptado, pero justo ahora ya no sabía qué hacer. Desde que John había soltado frente a su madre que se iban a casar, está la evitaba, no la miraba a los ojos y hacía como si nada, su padre en cambio estaba tranquilo y como no, ni ella ni su madre le habían dicho lo que había pasado en el hospital una semana atrás, hablaban por educación para no levantar sospechas de lo que estaba pasando, pero sabía que tarde o temprano todo se iba a saber y rezaba par que cuando su padre se entrara; esto ya estuvieran en su casa y no aquí.

Ahora en esos momentos estaba con la decoradora y organizadora de fiestas, ella junto a John estaban terminando de organizar la boda, una en donde parecía que sus ideas eran rechazadas y botadas a la basura, pues John quería que todo saliera como deseaba, a pesar de que a ella no le gustaba como iba todo.

- ¿Entonces así queda todo? – cuestionó la joven, quien tenía una bitácora en sus manos donde estaba apuntando todo – Díganme, ¿Están seguros?

- Si – asintió John, desde que había hablado en el hospital parecía estar más feliz que nunca, posiblemente porque Thomas ya no se le acercaba – Dime cariño, ¿Qué opinas?

- Me parece bien – contestó insegura Martha, tan solo deseaba agregar unas cosas, pero no sabía exactamente como decirlo – Aunque me gustaría agregar girasoles en los adornos

La joven organizadora sonrió, desde que había sido contratada, solo escuchaba la opinión del prometido como si su palabra valiera oro, y cuando ella quería decir algo terminaba siendo interrumpida, diciendo que era una idea absurda, la verdad es que estaba feliz de que la joven frente a ella por fin hablara y pudiera opinar sobre la unión que habría entre los dos.

- Podemos hacerlo, claro que podemos – comentó alegre la organizadora

- No hay costo extra, ¿Verdad? – cuestionó John de golpe – Señorita Esteban

Luz María Esteban estaba sorprendida de que alguien como aquel joven estuviera cuestionando lo que su novia quería agregar, la pobre joven ni siquiera había tenido oportunidad en lo que quería y este ya le estaba interrumpiendo.

- No, claro que no – negó ella

- Bueno, háganlo – dijo aburrido, su cambio de humor e interés era sorprendente

Un teléfono comenzó a sonar, cuando John se disculpó y salió atenderla, Martha y Luz se quedaron frente a frente, observándose.

- ¿Enserio no tendrá costo extra? – cuestionó extrañada Martha, ya que no se imaginaba quede verdad no tuviera un costo extra lo que ella deseaba agregar

- Si, lo tendrá, pero no te preocupes – negó la joven, restando importancia a lo que le estaba diciendo – Pero dime, ¿Qué deseas agregar?

- Como no, yo puedo agregar lo de los girasoles, pero no se lo digas a John – pidió Martha – Se que los girasoles son muy solicitados y que en el mayor de los defecto; costosos

- ¿Esta segura señorita? – cuestionó la señorita Esteban, mientras Martha asentía – Bueno está bien, sabe me sorprende que no esté con aquel apuesto joven con el que salió en una fotografía, ya sabe para lo del almacén de pintura

Martha se quedó sorprendida, no esperaba que la organizadora conociera a Thomas o supiera de él, pues el nombrado ya había probado ser poco sociable.

- Bueno, estamos peleados – comentó incómoda, pues no sabía realmente que decir o responder – Pero no importa...

Ni Martha ni la joven organizadora pudieron terminar de hablar ya que John volvió, lucia molesto como si algo le hubieran dicho.

- Es del trabajo, tengo que irme – se excusó, tomando su chaqueta, se volteo a ver a su prometida – Te veré al rato para cenar, amor

El beso fue tan rápido que ni ella lo sintió. Cuando el joven Delton se fue, Martha hizo lo mismo despidiéndose de la señorita Esteban, quien le sonrió y le deseó un bien día.
 

***
 

Lo que menos esperaba John es que la incompetente de Layla se le ocurriera la estúpida idea de ir a su trabajo, si, se acordaba del hombre de la rubia con la que estuvo morreándose como si nada, pero ¿Qué podía hacer ahora? Todo le estaba saliendo bien, los padres de Martha, que a su vista eran unos ancianos sin importancia, ya estaban al tanto de la boda, algo que enserio disfrutaba, su hermosa prometida se iba a casar con él sin saber todas esas infidelidades que había cometido y el idiota de Thomas Mortem no estaba en su radar esos días, tal vez porque Martha había pedido unas pequeñas vacaciones, mismas que se acababan hoy o por el hecho de que su prometida amablamente había señalado que ese pobre bastardo; era un idiota.

Cuando llegó a su trabajo, encontró a la rubia voluptuosa discutiendo con el guardia de seguridad quien parecía asustado de estar en el mismo sitio que ella y no lo culpaba, a decir verdad, ósea ¿Por qué gritaba así de fuerte Layla? No había motivo alguno o al menos eso pensaba.




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