Thomas Mortem

Capítulo Doce

Cuarenta seis días. Ese era el número en total en que Thomas no había aparecido y Azrael sí, el arcángel había hecho de las suyas pasando a las personas hacía el umbral, hacía el otro lado para mantener sus vidas a salvo.

Muerte había paseado por todo el globo terráqueo, yendo desde las ciudades más importantes del mundo, hasta los pequeños pueblos donde la gente lloraba la futura perdida o la perdida de sus seres amados.

El ultimo recorrido en el que estaba Muerte, era México, el hermoso país de amplia cultura y diversidad, mismo que parecía absorber a Muerte quien en aquellos instantes estaba acompañado por su hermano Miguel, quien a diferencia de él, tenía el cabello de color pelirrojo y sus ojos eran de un azul oscuro, su hermano era un poco más pequeño en cuanto a la estatura, posiblemente media unos cinco centímetros menos, y su tez era de un suave tono canela, oh sí, Miguel era lo opuesto a él, pero aun así, se llevaban bien.

En aquellos instantes estaban paseando por un pequeño pueblo "mágico", este estaba lleno de flores que para Muerte, era un pequeño recordatorio de Helen y no sabía exactamente porque, posiblemente por los coloridos tonos o la delicadeza que emanaba, aunque a su hermano, parecía causarle gracia el evidente interés en la plata decorativa que apreciaba.

- ¡Hey! - exclamó Miguel, pasando su mano frente de él - Azrael, te estoy hablando, hazme caso

Muerte parpadeo varias veces.

- Perdón Miguel, estaba pensando en unas cosas - comentó muerte, para después observar a su hermano - ¿Qué te he dicho de decirme Azrael?

- Pero ese es tu nombre - aseguró el pelirrojo, frunciendo el ceño y observándolo con detalle - Aun no entiendo porque te niegas a tu nombre, ya estas como Samael quien quiere que se le llame por "Lucifer"

- No me niego - dijo Muerte, su voz sonaba tan tranquila - Es solo que me he acostumbrado al nombre que los humanos me pusieron, que ya se me hace normal, en cuento a Lu, la verdad es que yo tampoco se porque se cambio el nombre, pero a mi no me regaña si le llamo Samael

Muerte o más bien Azrael, pudo notar como Miguel asentía levemente, su hermano podría ser el protector de muchos, a quienes los humanos rezaban para que les cuidara, pero la realidad era que Miguel si bien cuidaba a todos, aun así buscaba a su hermano para poder estar reunidos.

- ¡Mira Azrael! - exclamó miguel, señalando hacía un puesto de dulces artesanales - ¿Crees que podamos probar?

- ¿Quieres? - cuestionó Muerte, ganando una afirmación de su hermano - Aun traigo un poco de dinero

- Me tienes que explicar eso del dinero - señalo Miguel, observando los papeles de colores que su hermano había sacado de entre sus ropas

Muerte asintió. Cuando Miguel había ido a buscarlo a Rio de Janeiro, este se había mostrado interesado ante varias cosas que él había estado usando para poder moverse entre los humanos sin levantar tantas sospechas.

El puesto de dulces artesanales estaba justamente entre otros dos que se especializaban en lo mismo, pero a la vez, en algo diferente. Miguel había expresado su gusto hacía unas barras de coco y canela, y unos cacahuates garapiñados; así que en aquellos instantes, Muerte estaba pagando el gusto que su hermano se quería dar.

- Oye hermano - llamó Miguel, desenvolviendo el dulce - ¿Cómo es que te las arreglas para tener dinero?

Muerte lo miro, curioso de saber sobre el interés en la mirada de su hermano, pero aun así respondió con tranquilidad.

- He estado trabajando - la mirada azul de Miguel mostraba clara curiosidad - Ya sabes, empleo humano

- ¿Qué? - cuestionó sorprendido Miguel - Espera, haber dime exactamente que haces

- Modelaje - expresó tranquilo, observando a la gente hablar, ignorando la existencia de que había dos seres divinos cerca de ellos

- Dime que no es al desnudo - pidió el pelirrojo, su voz sonaba un tanto angustiada

- ¿De dónde sacaste eso? - interrogo Muerte, observando de forma acusadora a su hermano - Miguel, creí que tenías un poco más de fe en mi, aparte tu siempre estas al pendiente de nosotros

- ¡Lo se! - exclamó el de baja estatura - Pero siempre fuiste muy unido a Samael, incluso Amenadiel pensaba que te unirías a la rebelión con él

Muerte hizo una notoria mueca de fastidio. Amenadiel era el mayor de todos, a quien Dios todo poderoso había creado y entrenado de primera mano, pero a diferencia del resto - y él incluido en esa ecuación - no portaba una sensibilidad notoria, que ellos si tenían, pero sobre todo, Amenadiel pensaba que él en algún momento liberaría a Lucifer de las cadenas que lo ataban en el infierno.

- Mira Miguel, no te voy a negar que por un segundo lo pensé, porque en verdad lo hice, pero lo cierto es que Lucifer me dejo muy en claro que yo no iba a pelear - comentó tranquilo, no quería que culparan a su hermano por algo que pudo haber pasado o no, lo cierto era que Lucifer siendo mayor que él, lo había tratado de proteger - Lu siempre quiso mantenerme a salvo

Miguel no dijo nada, solo asintió, no era tonto, desde que su padre había anunciado la llegada de Azrael a la vida de todos ellos, Samael había mostrado su interés por él, le había enseñado a pelear, a gastar bromas y eran un paquete dos por uno, a donde iba uno, el otro lo seguía, eso era algo que le causaba cierta molestia, ya que nadie podía superar dicho vinculo.




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