Thomas Mortem

Capítulo Catorce

Cuando Muerte reacciono, esperaba cualquier cosa menos ver a sus dos hermanos frente a él. Miguel le observaba con sus quisquillosos ojos, mismos que le analizaban como si en cualquier momentos se fuera a desvanecer, mientras que Samael; su hermano mayor le observaba con cierto eje de "te golpearé si no tienes más cuidado” y lo cierto era que, se sentía como niño regañado.

- ¿Qué ha pasado? – cuestiono, su voz sonaba grave, como cuando estaba en su etapa de puro hueso – Por ti, Lucifer. Me duele la cabeza

El mayor de los presentes sonrió de lado, pero le miraba con cierto rencor.

- Eres un idiota – acuso, sus palabras sonaban seguras – Por primera vez que subo a verte y a conocer a la agradable humana, y tú estás a nada de sacar tus alas y tu forma huesuda

- Lo lamento – susurró apenado Muerte - ¿Qué ocurrió?

Fue la primera vez en siglos – incluso apostaba que eran milenios – que ambos hermanos se miraban, como si trataran de explicarle que era lo que había pasado. Muerte los observaba con sus orbes grises, estaba claro que estaba pidiendo una explicación.

- Ray, sabes que cuanto más tiempo pase uno en la forma humana, hay más probabilidades de que adquieras las debilidades de los mismos – expreso Lucifer, observándolo

- Lo sé – asintió lentamente, como si estuviera captando apenas lo que estaba pasando – Lu, ¡Me has desmayado!

- Fue por tu bien – expreso Lucifer, su semblante era serio

- Azrael, Samael tiene razón, hubo un accidente y tus instintos humanos predominaron – dijo Miguel, observando a sus hermanos – Azrael, tu humana ha salido herida, y estamos en el hospital

Azrael parpadeó varias veces, como si no creyera lo que había pasado, pero hizo lo primero que se le ocurrió, observar sus manos, mismas que estaban levemente manchadas de lo que podría jurar era sangre.

Ahí estaba, la sangre en sus manos, el miedo comenzaba a invadir su cuerpo humano le afectaba, sentía el dolor en aquel saco de piel que ahora compartía en aquellos momentos con su hermano, pero lo que más le afectaba; aparte  de tener a sus hermanos frente de él, bien estaba frente a él la propia Martha Wood, quien jugueteando con sus dedos, temblando, sabiendo lo que había hecho y que estaba en serios problemas.

- Jóvenes – llamó una de las enfermeras, la reconoció como la que había atendido a Martha cuando se accidentó, también había llamado la atención de sus hermanos – Debo de curar las heridas, ¿Me permite?

- Si por favor, puede curar a mi hermano – la voz de Lucifer sonaba preocupada, ganando un asentimiento por parte de la joven vestida de blanco

¿Curar sus heridas? Maldita sea si era una broma de su estúpido hermano Gabriel, ya ajustaría cuentas con él. El olor al alcohol llegó a sus fosas nasales, el algodón húmedo en sus heridas, aunque realmente no las sentía, eran como leves y pocos notorios raspones, a su lado, Lucifer le estaba tomando la mano, bajo la atenta mirada de Miguel, estaba claro que su hermano seguía siendo sobreprotector con él.

- Señor – llamó la joven enfermera, mientras les observaba – Pregunte que si le dolía o ardía

- No creo que sea así – negó Miguel, para después observar a su hermano – ¿Verdad?

- Sí, no me duele – aseguró Azrael, manteniendo su mano sujetada a la de Lucifer

La enfermera asintió tranquilamente, él por su parte trataba de no maldecir, desde la ventana más cercana estaba Naga y Adhair observándolo con sus enormes ojos grises y amarillentos, no perdían ningún movimiento de los tres hermanos. Cuando la enfermera se fue, él solo pudo observar al frente, a la persona que había provocado todo eso, a la persona que le había tratado de quitar una de las humanas más importantes en su vida.

- ¿Por qué? – cuestionó él, mientras observaba a la joven Wood e ignorando por el momento a sus hermanos – Dime, ¿Por qué hiciste eso, Martha?

Ella no respondió, solo bajó la mirada, cosa que irritó a todos los varones presentes.

- Bien, no hables, tengo que ir un momento al baño – se excusó, tratando de ponerse de pie – Lu, ayúdame

Levantándose de aquella incómoda camilla, con ayuda de Lucifer, camino hacia el baño, mientras caminaba, Martha pensó que lo había imaginado, que Thomas Mortem se había desvanecido de un momento al otro junto a su hermano, mientras que Miguel se dio la vuelta y se perdió en los pasillos, estaba claro que sus hermanos estaban a punto de hacer alguna locura.


***

 

Su guadaña parecía hacerse pesada, las almas llegaban a él, pero la que más le importaba era la de su única amiga, su todo, Helen.

Los pasillos del hospital parecían hacerse más largos, parecían extenderse como si no tuvieran fin, los llantos de los bebés recién nacidos eran escuchados en lo alto, las lágrimas de las personas a su alrededor, pero eso no importaba, lo único que lo hacía era aquella joven que en esos momentos estaba del otro lado de aquella puerta que decía quirófano 1°. No, no podía perderla, por eso importando le muy poco, y que Lucifer se quedara a su lado, entro, agradecía que nadie más pudiera verlo,  solo sus hermanos.

Había doctores por todos lados, gritando pidiendo sangre, más paños húmedos y demás cosas que de verdad no le importaban, solo la joven que ya hacía sobre la mesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.