Mi madre nunca quiso admitir que encontró los nombres en una enciclopedia.
Mi hermana siempre ha sido la viva imagen de "mujer caucásica". Cabello canela, ojos azules almendrados y de torso más estilizado que las piernas. Y por eso la llamó Cassidy.
Yo, por el contrario, era la representación de la fragilidad del mármol. Mi piel es casi de mármol blanco, mi cabello es del color del mármol rojizo, y mis ojos son como mármol verde. No podía llamarme de otra forma que Avery.
Cassy, que es como le gusta que la llamen, trabaja en oficina para una discográfica, es una melómana graduada en economía, con un gusto cuestionable hacia los chicos jóvenes que van de maduros. Y pese a que es mayor que yo, no llega a la categoría de "sugar mummy".
Quedé con Cassidy al día siguiente, y me hizo un barrido con la mirada.
—Guau, hermanita, te has lucido —ironizó.
—¿Perdón?
—Estás distinta...
—Estoy igual que siempre, Cassy, no te flipes.
—Vale. —Su sonrisa se extendió exageradamente hacia las orejas. —Has hecho algo a nivel "veryAvery".
Ese apodo me lo daba Cassidy cuando yo conseguía algo que era más que bueno, algo extraordinario.
Le reí la gracia, no quería que empezara a hurgar en el tema.
Me habló de su nuevo novio, Tony, de lo fabuloso que era y de lo enamorada que estaba. Me pregunté cuánto le duraría la pareja esta vez, pues el último chico la dejó a los dos meses.
Me sugirió llevar a mamá a París por su cumpleaños, en un mes. Y lo hace porque yo soy auxiliar de vuelo.
—¿Vas a ir tú a acompañarla? —Temí su respuesta.
—¿Debería, verdad? —Odio la falsa modestia que se gasta Cassidy, no pensaba pagarle el viaje.
—Le preguntaré a mamá por el tiempo de estancia allí. —Me tomé mi tiempo para beber un pequeño sorbo de mi café.
—Así vas a arruinar la sorpresa —Cassidy rodó los ojos. —Aunque eso me ayudaría a organizarle algún plan... —¿Me estaba dando la razón? —tú solo sé sutil, ¿vale, Avery??
Afirmé con la cabeza, las intenciones de Cassidy parecían ser genuinas. Y entonces cambió de tema.
—VeryAvery, ¿qué has hecho esta semana que se te ve deslumbrante?
La noche anterior me vino a la mente y mi cara empezó a arder.
—Nada. —mentí con un hilo de voz.
—A ver, Avy, por algo te has sonrojado. —Cassidy entrelazó los dedos y apoyó su barbilla, curiosa. —quizás no te has dado cuenta, pero podemos repasar lo que has hecho desde la última vez que nos vimos.
Cassidy pestañeó exageradamente su curiosidad porque sabía que ese gesto me irritaba.
—Misma rutina de siempre, Cassy, no te esfuerces. —Me costaba horrores encontrar una manera de desviar el tema.
Su pestañeo aumentó la velocidad, tan irritante. Frenó en seco y preguntó:
—Te has reencontrado con tu príncipe, es eso. —Cassidy parecía estar más ilusionada que yo si hubiese sido cierto. —¿Verdad?
—¿Qué? —sorprendida, me sentí algo ofendida. —¡No!
—Hubiera estado bien, la verdad. —se encogió de hombros. —Pero algo te pasó.
—No.
—Venga... —solicitó.
—No.
—Avery —rogó.
—No.
—Sis... —imploró.
—Cassidy... ¿Por qué insistes?
—Estás distinta, Avery. —desmontó su postura y se mostró derrotada. —quizás hayas conocido a alguien nuevo...
Tragué saliva, mis ojos se abrieron demasiado y fruncí los labios. Instintivamente, le di la razón.
—¡Eres un libro abierto, Avery! —Cassidy se rio.
—No es nadie, Cassy, nadie en particular... —me rendí.
—¡Ajá, lo sabía! —es cansina hasta decir basta, y ella sabe cuánto me harta eso.
—No quiero que me juzgues.—me dispuse a sacar mi móvil del bolso. —Y a él tampoco.
—¿Un chico? —Cassidy debía creer que yo era como ella —¿Un hombre? —se corrigió.
Le mostré la conversación del móvil que tenía con Christopher. Lo leyó dos o tres veces, su cara era un arcoíris de expresiones en bucle. Hasta que con cara de póker, me devolvió el móvil.
—¿Y bien? —quise saber.
—Pues no sé si has sido un affaire o es que él no se ha explicado bien.
—Cassy, hasta ahí ya he llegado yo... —le supliqué un poco con la mirada. —¿Me das varias opciones, por favor?
Cassidy frunció los labios, alzó las cejas y tras un suspiro comentó:
—Christopher te gusta, —Olé por la obviedad de mi hermana. —no parece que te haya dado boleto. —Hasta ahí también llegaba yo. —Te sugeriría que siguieras hablando con él por aquí. —señaló el móvil en mi mano. —Y el tiempo te guiará, tú solo has de dejarlo estar. —'Let it be', viva los Beatles.
Cassidy se encogió de hombros y se dispuso a hablarme de su pareja, pues al parecer trabaja en la misma empresa que ella. Parecía estar madurando.