CAPÍTULO 5 — DE REGRESO
Hoy es el quinto día.
Han pasado cinco días desde que fui asfixiada de manera retorcida en los vestidores de la universidad.
Aún no sé quién está detrás de todo esto, y lo peor es que no entiendo cómo es que cada vez vuelvo a despertar en mi cama… como si nada hubiera pasado.
Lo único que me convence de que cada suceso a sido real es la manera en que mi cuerpo reacciona: los temblores, el ardor en mi garganta, la presión en el pecho... y los recuerdos.
Dios, los recuerdos son tan vívidos, tan precisos, que aún puedo sentir el último hilo de aire escapando de mis pulmones antes de morir.
Ya van cuatro veces desde mi cumpleaños. Las únicas veces que vi a alguien fue en las escaleras y en la fiesta. En las otras dos… no vi nada, ni a nadie, pero sé que había alguien allí. Quiero creer que fue la misma persona en todas, aunque una duda me corroe.
¿esa persona sabe lo que está ocurriendo?
¿Sabe que me ha matado una y otra vez… y que siempre vuelvo?
Y si es así ¿Por que lo sigue intentando una y otra vez?, ¿que es lo que quiere?
Es difícil imaginarlo. Nadie más parece notarlo.
Mis padres no sospechan nada, porque siempre despierto en mi habitación. Desayuno con ellos, conversamos, todo parece normal… excepto por mis muertes.
Mis muertes y resurrecciones sin sentido.
Quien sea que esté detrás de esto, está furioso conmigo por alguna razón que no logro comprender, o está tan enfermo que se levanta cada día con el único propósito de matarme.
Sea cual sea la verdad, tengo que descubrir quién es y por que lo hace.
Ahora mismo estoy en casa de Ana con las chicas, Habíamos quedado para ver una película. No sreimos, comemos palomitas miestras vemos “Yo antes de ti”, nuestra pelicula favorita de amor trágico.
—Ahh, sería tan lindo tener a alguien que te escuche y preste atención a todo lo que dices… —dice Ana con un suspiro soñador—.
Alguien que te conozca lo suficiente como para darte el regalo perfecto en tu cumpleaños. -- Espeta Lara tirándose de espaldas a la cama.
—Sí, porque el idiota de su novio ni siquiera sabía lo que ella quería —responde Mari con tono burlón.
—Exacto —añado riendo—. ¿Qué clase de narcisista le regala a su novia un collar con su propio nombre? Es el colmo. -- me llevo una mano al pecho con toral decepción.
—Eso solo se hace cuando ella lo pide, no por iniciativa —dice Lara, alzando las cejas.
—Miren su cara, es de decepción total —agrega Mari justo cuando llega la escena de la que estábamos hablando.
—Pero miren cómo sonríe cuando recibe las medias —dice Ana entre risas—. Eso es verdadera alegría.
—Todas contra Patrick —propone Mari, y todas asentimos.
—¡Patrick, eres un idiota narcisista! —gritamos al unísono, justo cuando el imbécil aparece en pantalla, con cara de desagrado.
Entre risas y comentarios mordaces, terminamos de ver la pelicula. Luego pasamos una hora hablando de tonterías y cosas triviales que llenan los silencios sin sentido.
Cuando la noche cae y el reloj marca las once, decidimos que es hora de regresar a casa.
Primero nos despedimos de Mari, que vive al lado de Ana, y luego camino junto a Lara. Ella me cuenta, lo emocionada que está, por que Max por fin le pidió que fuera su novia.
—Es que si lo hubieras visto… —dice sonrojada— fue todo tan lindo, tan romántico, que aunque él no me gustara le habría dicho que sí.
—Ok, ok, ya entendí —respondo entre risas, el esto del camino conversamos de distintos temas. Luego de un rato Nos detenemos al llegar a la intersección donde tomamos caminos distintos. La tomo de los hombros y la miro con cariño.
—No sabes cuánto me alegra verte así de feliz.
—Ahhh, te amo, peque —dice abrazándome con fuerza.
—Y yo a ti —respondo con una carcajada—. Pero vete ya, que se nos hace más tarde.
—Está bien, me avisas cuando llegues.
—Tú también. —Nos despedimos con un gesto de mano, y cada una toma su rumbo.
El callejón por el que suelo cruzar está más oscuro de lo normal O quizas es el miedo el que me hace verlo de una manera mas espeluznante y siniestra de lo que lo es,
-- Demasiado oscuro. -- Digo para mis adentros, me sobo los brazos por el frío, sin detener mis pasos saco mi teléfono del bolsillo y enciendo la linterna.
No sé si es por haber muerto cuatro veces, pero la soledad ahora me resulta insoportable. Cada sombra me observa, Cada sonido me amenaza.
El aire se siente espeso.
Camino despacio, los pasos retumban sobre el pavimento húmedo.
Entonces escucho algo detrás de mí.
Un ruido estruendoso, metálico. Me giro de golpe y apunto la linterna de donde provino el ruido y veo Un gato, Un indefenso gato negro husmeando en los botes de basura.
—Oh, pequeño Mishi… no sabes cómo me has asustado —susurro con una sonrisa nerviosa.
Me reincorporo. Respiro tres veces, intentando reunir el valor para seguir adelante. Uno… dos… tres… cuatro… cinco pasos.
El sexto nunca llega, en su lugar se escucha el estruendoso ruido de un disparo.
Lo siguiente en escucharse es un golpe seco y el sonido de la linterna estanpandose contra la acera.
La oscuridad lo envuelve todo.
No tengo tiempo de reaccionar.
Solo siento el frío de la acera, y luego nada.
Otra vez… nada.
No se si as escuchado el refrán que dice: Si caminas solo, procura no ver asia atrás, la muerte te persigue y si la buscas te atrapará.
Ese a sido mi peor error, Etupido gato de mala suerte.