Tictac el juego acaba de empezar

Capítulo 12 Sweet Dreams

Las ramas se mueven de un lado a otro

Las llamas bailan y forman extrañas figuras

Y las lágrimas empiezan a salir

Las heridas se abren y empiezan a lastimarme

El demonio de ojos rojos ha vuelto

Quiere venganza y no tendrá piedad de mí

Quiere ver que mi corazón deje de latir

Dice que sueña con ver mi dolor

Con verme sufrir y morir en sus brazos

Pero el final está cerca, tanto para él, como para mí.

Tictac, el reloj hace tictac sin parar. Muevo mi cabeza al son del péndulo del reloj para relajarme. Me imagino que soy un reloj. Deseo ser un reloj.

El doctor me mira con una pequeña sonrisa.

-Sé que es difícil para ti-me dice de manera amable-no tienes que decir nada que no quieras.

Asiento con la cabeza.

No estoy nerviosa, tampoco estoy asustada. No siento nada, hace mucho tiempo que no siento nada.

Tictac hace el reloj, tictac hace el reloj, tictac hace el reloj-repito una y otra vez en mi cabeza-tictac hace el reloj.

El detective Charles entra y se sienta en la silla que esta junto a mí. No me mira, tampoco me saluda. Se dirige al doctor, le hace unas preguntas. No escucho de qué hablan, no me interesa.

-¿Puedes?-me pregunta el detective.

Frunzo el ceño y me encojo de hombros.

-No quiero ser maleducada, pero no estaba escuchando.

El policía me mira furioso y murmura algo que no logro entender.

-El detective Charles quiere saber si tú puedes contestar unas preguntas.

El detective no hace la pregunta correcta, yo sí puedo responder a sus preguntas, pero no quiero.

Miro al detective un momento antes de contestar.

-Cinco preguntas.

El detective me sostiene la mirada y asiente con la cabeza mientras saca una pequeña libreta.

-¿Cuántas personas leyeron el libro?-me pregunta.

-Muchas.-respondo-Todas mujeres.

El policía asiente con la cabeza y anota lo que le digo.

-Qué respuesta tan útil-dice el otro detective con sarcasmo.

-¿Cercanas a ti?-me pregunta el detective Charles.

-Si.

-¿Todas están vivas?

Niego con la cabeza.

-No.

-¿Quién es la asesina?

Le sonrió y niego con la cabeza.

-No lo sé-miento-puede ser cualquiera de ellas.

El policía se aprieta el tabique de la nariz con el dedo pulgar e índice. Está molesto, muy molesto.

Cierra la libreta y la coloca sobre el escritorio del doctor. Me mira mientras busca una nota en su chaqueta. Saca una arrugada hoja y la lee.

Fría suave y tranquila es la voz de la agonía

Y mientras el reloj hace tictac y marca las tres

Yo clavo el puñal en el corazón de mi falso amigo

¿Quién soy? Adivina quién soy antes que sean las 4:05

-El Relojero de Emma Paz Montgomery

El policía se guarda la hoja en su chaqueta y me mira.

-El relojero no es la primera historia que termino-le digo al policía mientras miro mis manos-el primer libro fue la asesina.

El policía me toma de los hombros y me gira con brusquedad.

-¿Dónde está?-me pregunta ansioso.

-Lo quemé-le respondo-en una fría noche.

El policía se pone de pie y yo vuelvo a mirar mis frías y pálidas manos.

-¿Un crudo invierno?-me pregunta el doctor con una media sonrisa.

Alzo la mirada y niego lentamente con la cabeza mientras le devuelvo la sonrisa.

-Una cruda vida-le respondo-quemé esa historia una calurosa noche de verano cuando en mi interior todo estaba congelado, quise poder calentar mi alma pero fallé en el intento. He fallado tantas veces…

No puedo seguir hablando, un nudo en mi garganta me lo impide.

El policía camina hasta la ventana y me mira, no me dice nada, solo se queda mirándome. Agacho la cabeza.

-¿La quieres?-me pregunta el policía.

Asiento con la cabeza.

-Pero no es por eso que la protejo-una solitaria lágrima rueda por mi mejilla, no la protejo, hace mucho que deje de hacerlo-prometí no hacerlo-tomo la lágrima entre mis dedos y la llevo a mis labios, es salada-he prometido tantas cosas y he roto la mayoría de esas promesas, al menos quiero mantener esta.

Quiero mantener la promesa que le hice a Ana. Se lo debo.

Miro al detective Charles un momento y luego al doctor. Los estoy protegiendo a los dos. Si les digo la verdad ella los matara.

El policía cierra su mano en un puño y golpea la pared con fuerza. El policía grita con rabia contenida. El doctor lo mira pero no le dice nada.

-No te das cuenta el dolor que estas causando.

Una risa amarga sale de mis labios sin que yo puedo detenerla.

-¿Dolor?-le pregunto-míreme, míreme bien, yo soy el dolor en persona-cierro los ojos un momento y pienso en esta culpa. Pienso en lo diferente que hubiera sido mi vida si hubiera dicho la verdad, si hubiera…




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