Tictac el juego acaba de empezar

Capítulo 14 Happy home

Mamá ya no está en casa y ya no es un hogar feliz

Papá se puso unas cadenas y también se marcho

La abuela entre llanto de mí se despidió

Y siento que algo se rompe dentro de mí

Al saber que ya no tengo un hogar feliz

Cuando la familia se rompe ya no se vuelve a unir

Solo nos quedan los recuerdos de un hogar feliz

Solo nos queda recordar la risa de mamá y los consejos de papá

Las galletas de la abuela y los regaños de mi tía

Alguien toma mi mano y me saca de mi hogar

Me grita que ya no es nuestro y nos tenemos que marchar

Entre llanto me despido de mi hogar feliz…

La habitación es muy pequeña y no hay cama. Es un hueco.

-Fría y solitaria.-digo en voz alta-Fría, muy fría.

Las paredes son de cemento y están manchadas de sangre y mierda. Apesta, es un olor nauseabundo. Hay extrañas marcas en las paredes. No sé cuánto tiempo llevo aquí pero siento que es una eternidad. Todo es gris, me imagino que es neblina. Una gruesa y espesa neblina. Me gusta la neblina. Es interesante como la neblina puede trasformar un bonito lugar en frío y tenebroso. Me gusta ver como una pequeña capa de neblina en los arboles los hace lucir tétricos y con solo verla se te vienen miles de recuerdos que preferirías no tener, sobre muertos y fantasmas. También me gusta la oscuridad, porque al igual que la neblina, tiene el poder de trasformar los paisajes, pero la oscuridad es peor que la neblina, porque la oscuridad lo trasforma todo. La oscuridad llega a lugares que la neblina jamás podrá llegar. La oscuridad se mete en nuestras cabezas y trasforma nuestros sueños en pesadillas, trasforma la calma en angustia y desesperación. La oscuridad tiene el poder de sacar a flote nuestros miedos y consumirnos poco a poco, día con día.

¿Puede alguien oírme? estoy gritando fuerte

¿Puede alguien oírme? estoy gritando lo más que puedo.

Se me acaba el aliento, siento que la vida se me va

No hay esperanza para mí, ya no hay luz en mi alma.

Tomo el cuchillo y lo clavo lento en mi pecho

Las mariposas salen de mi cuerpo y vuelan hacia el cielo

Me pongo de pie y golpeo con fuerza la pared.

-¿Puede alguien oírme?-grito-¿Puede alguien venir ayudarme?

Escucho una risa detrás de la puerta.

Todo está a oscuras, no me gusta que todo este a oscuras. Me desespera la idea de abrir mis ojos y no ver nada. Corro por el cuarto y me golpeo varias veces con algunas cosas. Golpeo la puerta y grito que me ayuden.

Abro y cierro los ojos varias veces. Grito y nadie me escucha, grito de nuevo y nada. Me escuchan, pero no me quieren ayudar. Las personas pueden ser muy crueles con aquellos que, según su opinión, son malos ¿Quiénes son ellos para castigarme? Ellos son más crueles que yo.

Vuelvo a gritar. Grito mucho este día.

No sé en qué momento me quede dormida, pero cuando despierto hay una pequeña luz encendida.

-¿Ya estas cansada de reinar en el infierno?-me pregunta.

Hay una sonrisa maliciosa bailando en la comisura de sus labios. Sé que está disfrutando al verme así.

-Tú te lo buscaste-me dice-jugaste mal tus cartas y terminaste en el hueco.

La puerta cruje cuando la cierra. Una pequeña luz se enciende y puedo ver su rostro. Se para en la mitad del pequeño cuarto, justo debajo del foco. La luz baña su pálido rostro y un brillo que me resulta muy familiar aparece en su mirada.

-Ten cuidado con lo que dices, el doctor Maldonado siente mucha curiosidad y sabes lo peligroso que es eso. Él solo quiere hablar contigo porque le recuerdas a…

-No digas su nombre-le pido.

Ella no debería hablar de Ana.

-Solo ten cuidado con lo que dices. A él no le importan mucho los pacientes, solo siente curiosidad.

Recojo mis piernas y las abrazo. Escondo mi cara entre mis rodillas, no quiero que me vea derrotada. Escucho su risa. Siento su mirada fija en mí, no me muevo, no digo nada. Después de varios minutos se va, escucho sus pisadas y el chillido de la puerta al abrirse. Se detiene en la puerta un momento y después la cierra.

Alzo despacio la cabeza y miro hacia la puerta. No hay nadie. Levanto la cabeza y miro el foco.

-Dejo la luz encendida-digo en voz alta con ironía.

Cierro los ojos y me quedo profundamente dormida.

Sueño que estoy en un hermoso prado, tengo puesto un vestido blanco con flores rojas, pero el vestido está sucio, muy sucio. Puedo escuchar las pisadas de alguien que no está aquí. Un grupo de personas pasan caminando a mi lado y se ponen a bailar en círculos. Una voz en mi cabeza me susurra que los mate.

-Mátalos a todos-me grita-¡Solo hazlo!




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