Cada vez que respires
Cada vez que respires
Cada movimiento que hagas
Cada atadura que rompas
Cada paso que des
Estaré observándote
Leo la nota que encontré esta mañana debajo de mi puerta, la leo una y otra vez. No sé quién la envió y mucho menos el motivo. Es solo una hoja de papel medio arrugada. Tiro el papel a la basura y salgo a mi trabajo.
Soñé algo extraño aquella noche después de conocer a Emma. Y ese sueño se ha repetido casi todas las noches. Sueño que pierdo la cordura. Pero el sueño que no me deja dormir y me tiene confundido, es en el que camino por un frío pasillo, es de noche, entro a una habitación que esta iluminada tenuemente por la luz de la luna. Miro la luna un momento y admiro lo hermosa que esta, pero mi vista vuelve a la persona que esta acostada en esa cama. Camino hasta la cama y alzo mis manos lentamente. Me siento en el filo de la cama y coloco mis manos alrededor del delgado y pálido cuello de Emma. Aprieto su cuello hasta asfixiarla, ella no tiene tiempo de decir o hacer algo. Me rió histéricamente mientras la veo morir frente a mis ojos. Me levanto de la cama, salgo de la habitación y todo a mí alrededor se vuelve negro.
¿Por qué sueño eso? Es extraño y confuso. No hay nada que ella haya hecho o dicho que me haga querer matarla.
Este día estoy muy distraído, más de lo usual. Pero tengo muchas ganas de hablar con ella, quizás así pueda descifrar el porqué de mis sueños. La puerta de mi oficina se abre y entra un enfermero con ella. Ella no me mira cuando entra, se sienta en la silla y alza las piernas. Ella es delgada y bajita, tan frágil como una muñeca de porcelana. Sus grandes ojos azules sobresalen en ese pequeño rostro en forma de corazón. Sus ojos, esos grandes ojos parecen poder ver mi alma. Esos ojos esconden su locura. Unos ojos iguales a los de Ana, ¿Son familia? E intentado encontrar datos que las relacione, pero no encuentro nada. Recuerdo a la mamá de Ana, jamás podría olvidar esos ojos o esa mirada, Emma tiene los mismos ojos pero sus ojos reflejan algo muy diferente a los ojos de Ana o los de su mamá. Recuerdo como la abuela de Ana me pago por mantenerla aquí encerrada y sedada todo el tiempo, no me interesaba la razón por la que querían mantener a esa chica aquí. Las recuerdo, la forma de sus caras y sus ojos azules, pero no puedo recordar sus nombres. Es tan frustrante.
-Tictac hace el reloj, tictac se le acaba el tiempo-dice ella de manera suave.
El cabello cubre su rostro.
-Dime tus pecados cruel pecador, mira que estoy afilando el cuchillo-se aparta el cabello del rostro y me mira.
Sus grandes ojos me miran fijamente. Hay algo en ella que me perturba, algo en su mirada. La forma en que sonríe ¿Por qué me sonríe solo a mí? ¿Por qué? es tan dulce y siniestra a la vez. Cada vez que me mira a los ojos es como si tratara de ver a través de mí. Hay algo mal en ella pero no puedo descifrar que es. Debí prestar más atención cuando llego, a ella, lo que decía.
Ella se balancea en la silla de un lado a otro, no aparta su mirada de mí. Me mira a los ojos y yo le devuelvo la mirada. Emma es peligrosa, lo sé. Esa dulzura e ingenuidad es solo una fachada. Esa fachada desaparece cada vez que se sienta a contemplar el crepúsculo. Pero a ella no le gusta hablar en ese momento. Emma es inteligente, lo sé por las cosas que dice y como las dice. Lo sé por la forma tan descarada que tiene de jugar con la mente de las personas.
-¿Crees que estás loca?-le pregunto. Ella sonríe más ampliamente, hay cierto cinismo y arrogancia en su sonrisa. Me mira con burla.
-Solo sé que dos más dos es cuatro-me contesta-tictac hace el reloj, di tus pecados cruel pecador. Mira que se te acaba el tiempo.
Sé porque dice eso, fue por la vez que le dije que era una asesina. Sé que aún está molesta por eso. Tiene buena memoria.
No le doy mucha importancia a su respuesta y le hago otra pregunta.
-Aquí dice que te gusta mucho leer ¿eso es cierto?
Ella mueve la cabeza en forma afirmativa. Empieza a mover sus brazos al ritmo de una suave melodía que ella tararea. Los mueve despacio y luego rápido. Mientras hace eso no me quita la mirada. Me mira fijamente de manera desafiante. Sonríe, la sonrisa nunca deja sus labios. Me pregunto si le dolerá las mejillas de tanto sonreír.
-Me gusta leer, pero no pasaba leyendo todo el día-pone sus manos a tras de su espalda y se vuelve a balancear de un lado hacia el otro-Por qué leer sobre una bailarina si puedo ser la bailarina. Me gusta tener mis propias historias que contar, yo quería ser escritora. Mi mamá decía que yo sería una gran escritora, porque tenía una gran imaginación-su voz se vuelve triste- La lectura es hermosa, es una religión con pocos pero devotos fieles, pero hay una vida cerrando los libros y tenemos que aprender a vivirla.
Emma se queda mirando un punto fijo. Esta quieta, muy quieta.
Cuando ella dice cosas como estas, son las veces que yo me cuestiono si ella está o no loca. Si ella es consiente o no de los actos que están bien o están mal.
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Editado: 01.07.2018