Tictac el juego acaba de empezar

Capítulo 18 The Monster

Es una suave melodía, una dulce sinfonía

¿Quién canta? ¿Quién canta?

Es tan celestial su voz que hace olvidarme de mi dolor

Es un lamento para aquellos que ya no están

Tratan de darnos paz y esperanza

Tratan de hacernos olvidar que no somos nada

La sinfonía para los desahuciados

El coro canta para los renegados

Y yo camino despacio hacia los brazos del dios ahogado

Mi mamá solía decir que cosas buenas les pasan a las personas buenas, eso no es cierto. Mi mamá era una buena persona y mi mamá sufrió mucho ¿Por qué? ¿Por qué sufren las personas buenas?

-Solo veo oscuridad-murmura alguien-solo veo sombras de sueños muertos.

Alguien toca una guitarra, alguien llora y alguien canta. Soy yo. Toco la única música que pude aprender, You are my Sunshine, esa música me la cantaba mi mamá todas las noches antes de dormir. Ahora ya nadie me canta, ahora ya nadie cuida de mí, así que tengo que recordar aquellos momentos en donde era feliz.

Presa de unas gruesas cadenas que me atan a una vida que no quiero camino por la vida. No puedo quejarme de mis cadenas, yo mismo me las coloque, yo decidí vivir así… infeliz.

-Lo lamento-digo despacio-lo lamento mucho.

¿Qué lamento? Lamento no ser la hija que ella se merecía, lamento no ser lo que ella quería que fuera. Ella creía que yo era especial, pero no lo soy, no soy especial.

-Las cosas buenas no les pasan a las personas buenas.

Y todo comenzó con una mentira y un juego. Me pregunto ¿Cuántas mentiras dice una persona a lo largo de su vida? ¿Cuántos secretos se llevan las personas a la tumba? Me pregunto…

-Personas, personas, personas.-repito una y otra vez-Personas, personas, personas.

Tuve una infancia difícil. Yo gritaba y nadie me escuchaba, a nadie nunca le importo mi dolor. Nadie. Crecí sola y a la edad de siete años entendí que siempre estaría sola. Algunas personas no tenemos suerte en esta vida, algunas personas como yo tenemos que construir nuestra suerte.

Las personas me ven con una sonrisa en mi rostro y nunca se imaginan lo que yo sufrí. Tampoco me interesa decirles. Quiero gritarle al mundo que ya no tengo miedo, que ya no me pueden lastimar. Las personas con las que he vivido, aparte de Ana y mi mamá, me han lastimado de todas las maneras posibles. Hubo un tiempo en el que creí que nunca sería feliz, pero ahora esos recuerdos pertenecen a mi pasado. Ahora quiero gritar hasta quedarme sin voz. Quizás nunca me entiendan, quizás nunca nadie llegue a comprender porque hago todo esto, porque no han vivido mi infierno. Pero les diré que lastimo a otros porque no quiero que me lastimen a mí. Ya me han lastimado mucho. Ya estoy demasiado rota.

Miro el reloj de la oficina del doctor. Solo han pasado unos minutos desde que llegue, pero me resulta raro que el doctor no esté aquí, él siempre es puntual.

Miro como se mueven las manecillas del reloj. Miro como el tiempo avanza, como envejezco cada minuto. Una persona promedio vive 75 años, a mí me parece muy poco tiempo. Las personas creen que es demasiado tiempo para vivir y que se pueden hacer muchas cosas, pero no es así. Si te pones a pensar, pasas veinticinco años de tu vida estudiando, luego unos quince años trabajando, diez años más cuidando de tus hijos, trabajas hasta jubilarte para tener una vejez tranquila ¿En qué momento disfrutamos? En ninguno, siempre buscamos escusas, siempre estamos ocupados ya sea en los estudios, en el trabajo o con la familia. Somos pájaros que no aprendemos a volar. La vida es triste, nos colocan cadenas desde el momento que nacemos. Últimamente he pensado mucho en mi muerte. Me pregunto con qué frecuencia las personas piensan en su muerte. Cuantas personas mueren al día, cuántas de ellas eran felices y cuantas estaban sufriendo. No puedo evitar pensar en el día de mi funeral. Cuanta gente que nunca han hablado conmigo asistirán solo por compromiso social. Cuantas personas a las que nunca les importe estarán ahí. A cuantos les dolerá mi muerte y a cuantos les será indiferente. Quisiera estar ahí para poder ver la reacción de todos. Quisiera poder escuchar lo que dirán. Aunque me lo puedo imaginar. Cuando una persona muere, sea buena o mala persona, siempre dicen cosas buenas de ella. Nunca nombran cosas malas. Sigo sin entender porque. Creo que ya he pensado en eso antes, a veces pienso mucho en un mismo tema, a veces me olvido las cosas que he pensado. Siempre estoy pensado en varias cosas a la vez y a veces me resulta muy difícil recordar todo. En este momento tengo varios pensamientos revoloteando por mi cabeza y no se en cual pensar primero. Hay momentos en los que creo que mi cabeza va a explotar, creo que yo voy a explotar. Tener tantos pensamientos a la vez resulta asfixiante. A veces cuando todas las voces que hay en mi cabeza me hablan al mismo tiempo, quiero poder arrancarme la cabeza y tirarla lejos, muy lejos.

La puerta de la oficina del doctor se abre y el doctor entra con una sonrisa.

-¿Cómo está mi paciente favorita?-me pregunta el doctor mientras se sienta en su sillón.




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