Baja tu cruz, cruel pecador, no soy el demonio ni soy tu dios.
No reces por piedad, porque rezar ya no sirve de nada
Diles a tus soldados que se detengan que no son rivales para mí
No quiero la corona de oro que pesa sobre tu cabeza
Ni el dinero que se desborda de tu bolsillo
Tampoco quiero tu dañada y podrida alma
Yo solo quiero ver tu dolor y para eso solo necesito ojos
Yo solo quiero escuchar tus sufrimientos y para eso tengo mis oídos
Quiero estar aquí cuando las siete plagas caigan sobre ti
Confiesa las penas de tu alma si eso te hace sentir mejor
Pero el dolor será el mismo, tu pena seguirá igual
¿Por qué solo buscan el perdón cuando les llega la hora?
De rodillas, ponte de rodillas que ya te llego el momento
Que haces cuando tus pensamientos te empiezan asfixiar, que haces cuando no sabes qué decisión tomar. Que haces cuando sientes que estás perdido. Seria hermoso poder vivir la vida que quiero y no esta vida que alguien eligió para mí. Los sueños de aquella noche de verano, ahora forman parte del pasado, no hay recuerdos más allá de un simple sueño, un sueño que soñé hace mucho tiempo cuando yo aún era la Reina de mi mundo. Ahora estoy presa en esta pequeña jaula de cristal, una jaula que logra reflejar los demonios que trato de esconder. Por años escondí muy bien mis demonios y ella lo saco a flote. Ella tiene que pagar por eso.
No puedo decir nada que tenga sentido estos días. La opresión que siento en el pecho no se quiere ir, no me siento bien, nada se siente bien. Solo quiero gritar pero no puedo hacerlo. Solo quiero dejar de escuchar esa risa que me perturba y no me deja dormir. Solo quiero dejar de sentir que alguien me observa.
Hoy siento que el aire me falta, no puedo respirar. No puedo pensar. Mi cuerpo esta entumecido.
-Crees que no he tratado de dejar de sentirme como me siento, de quitarme esta presión del pecho. Crees que no he intentado quitarme esto que me oprime el pecho. Crees que no he intentado gritarle al mundo que soy un fraude, un cuerpo lleno me mentiras que camina sola por las calles sin saber quién es. Lo he intentado pero no puedo hacerlo.
Y entonces ella aparece en mi ventana. Tiene un vestido blanco y el cabello suelto. Se ríe en mi cara.
El aire me falta, las paredes se acercan más y más a mí, me cuesta mucho concentrarme en lo que ella me está diciendo. Ni siquiera sé quién es ella. Su rostro ya no luce igual, pero luce exactamente igual ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Por qué tengo cinco dedos?
De la nada aparecen cientos de rostros que conozco pero me resultan desconocidos. Todas esas personas empiezan a murmurar cosas sobre mí. Yo solo quiero que hagan silencio.
-Silencio-les suplico-por favor.
Puedo escuchar mi nombre entre tantos murmullos, pero no puedo reconocer que es lo que me quiere decir esa voz, los murmullos sin sentido no me dejan escuchar. Me desespera no poder escuchar lo que esa voz me quiere decir.
-Alza las manos y cuenta hasta cien-me dice la voz de Emma en la oscuridad. No puedo ver nada, nada más que un abismo-cierra los ojos y camina confiada. Así quizás logres cruzar hasta el otro lado-su risa es burlona-si caes perderás la cabeza-se vuelve a reír-pero lo que no sabes es que ya estas cayendo.
Estas cayendo, cayendo, cayendo
Y no te das cuenta… mira bien
Suelte mis manos y cuente hasta cien
Cuente bien, Señorita, porque ya está llegando
El reloj ya se detuvo a las tres
Y usted ha perdido la cabeza…
Bienvenida al mundo de la demencia
Sus grandes ojos azules me miran en la oscuridad, levanta su mano y me señala unas extrañas sombras en la pared. Miro como las almas bailan al son de los tambores. Miro como las sombras en la pared luchan por salir a la luz y desaparecer. Miro como las sombras en la pared se dejan de mover y como las almas desaparecen. Dejo de escuchar los tambores, dejo de escuchar los lamentos. Lo único que puedo escuchar es el latido de mi corazón, lo único que puedo ver es mi reflejo. La persona que me muestra el espejo, no puedo ser yo, esa persona esta demente. Solo basta con ver su mirada, solo basta con verla. Yo no soy ella, yo aún no pierdo la cabeza.
-Cuando finalmente mueras el mundo por fin quedara en paz-me dice una delgada figura al fondo de la habitación.
Emma camina hasta mí y coloca sus manos alrededor de mi cuello, cuando levanto mis manos para tocarla ella desaparece.
Grito.
-Dime tus pecados, cruel pecador. Mira que estoy afilando el cuchillo-me susurra al oído.
Me giro para buscarla pero no la encuentro, no está aquí.
Las manecillas del reloj empiezan a sonar con fuerza. Escucho la risa de Emma pero no la veo por ningún lado. Corro por la habitación pero es un laberinto sin salida. Estoy perdiendo la poca cordura que me queda. Ella no va a ganar.
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Editado: 01.07.2018